Primero fue la lluvia y ahora la violencia. Por segundo día consecutivo, la final de la Copa Libertadores 2018 entre los clubes argentinos Boca Juniors y River Plate se ha suspendido por disturbios y agresiones contra los futbolistas xeneizes.

La tarde del sábado, el bus que trasladaba a los jugadores de Boca hacia el Monumental fue atacado brutalmente por un grupo de hinchas de River, que lanzó objetos contundentes contra las ventanas. Producto de ello, el futbolista Pablo Pérez resultó con una herida en el ojo y los demás afectados por gases lacrimógenos que lanzó la Policía para dispersar a los agresores.

En un primer momento, la Conmebol decidió que el partido se iba a jugar de todas maneras. Esta decisión se tomó sin considerar el diagnóstico del jugador agredido. Tras comprobarse que estaba afectado, la organización decidió suspenderlo para hoy domingo 25 de noviembre.

Sin embargo, horas antes de jugarse el partido, ya con hinchas en las tribunas, el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, anunció que el segundo partido de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors se suspende porque "no están garantizadas las condiciones de igualdad entre ambos equipos". 

"No están dadas las condiciones y como estamos por el bien del fútbol vamos a convocar a los dos clubes a Asunción para buscar una nueva fecha", afirmó.

Se supo que el martes se definirá la fecha de la segunda final de este partido, una final soñada por los argentinos, pero que parece haberse convertido en una pesadilla que refleja la realidad social de América Latina.


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[Foto de portada: EFE]