"Hermano, que no te engañen! ¡Las mujeres y los hombres no somos iguales! Por ejemplo, a los hombres les crece el pelo más lento y a las mujeres más rápido, por eso los varones usamos el pelo corto y las damas el pelo largo. El hombre es más fuerte, la mujer es delicada. ¡Es lo natural!"

Un autodenominado predicador, biblia en mano, se contonea mientras lanza sentencias a través de un micrófono en uno de los espacios de la Plaza San Martín. Nadie le presta atención de manera voluntaria, nadie se para cerca de él, pero es casi imposible no escucharlo porque,tres pasos más atrás, una mujer de falda larga que parece ser su pareja maneja el enorme parlante con el que amplifica su discurso. Esto le da ventaja sobre los clásicos oradores de la Plaza que, caída la tarde, empiezan atraer curiosos y vecinos con ganas de debate.

A solo unos metros de la pareja, un gran lazo blanco en el suelo empieza a ser rodeado con velas por varios jóvenes, llamando la atención de decenas de personas que aquel predicador quisiera tener frente a él escuchando sus teorías sobre eso que los grupos conservadores han querido llamar 'ideología de género'.

Los jóvenes son integrantes del colectivo Red Peruana de Masculinidades y la colocación del gran pedazo de tela a los pies del 'libertador' obedece a la Rueda de Hombres contra la violencia machista, un acto que realizan año a año para recordar que la desigualdad y la violencia de género son aún flagelos de una sociedad que pese a sus esfuerzos se resiste a dejar de lado su vergonzoso machismo.

El evento, bajo el llamado de atención '¡El silencio nos hace cómplices!', se realiza en el marco de la conmemoración del 25 noviembre, Día Internacional de la lucha contra la violencia de género hacia las mujeres, y se realiza para invitar a los hombres a asumir un compromiso público, desde el reconocimiento de las desigualdades, desde la renuncia a todo ejercicio de violencia machista. 

Uno a uno los asistentes, tomados de la mano, van leyendo punto por punto los compromisos incluidos en un manifiesto que llama a dejar de lado aquellas acciones que muchas veces, sin darse cuenta, los ha llevado a ejercer violencia contra amigas, compañeras, familiares y parejas. 

"Esta iniciativa nace en principio de una propuesta institucional para convocar a diferentes organizaciones, instituciones, y asesorar sobre diferentes acciones que  involucren a los hombres en la salud sexual y reproductiva. Desde 2009 hasta 2011 tuvo esta dinámica, pero a partir de 2012 tomamos una identidad de colectivo", nos cuenta Cinthia Cano Andrade, psicóloga comunitaria de 29 años que formó parte del grupo fundador de la red.

"Somos varones y mujeres comprometidos en contra de la violencia hacia la mujer y el trabajo que buscamos realizar es a partir del análisis de la masculinidad y del trabajo con hombres. Nos parece muy importante que se trabaje con los hombres, promoviendo que se asuma responsabilidades en lo que se refiere al  ejercicio de la violencia y promoviendo comportamiento de cambios sobre sí mismos y hacia su entorno". 

En la red diversos profesionales trabajan  con varones para analizar cómo es la construcción de la masculinidad desde la teoría de género, para comprender cómo es que un hombre se construye a sí mismo como tal y llevar esa comprensión a ver cómo atacar los problemas de violencia contra las mujeres. 

"El hecho de que nos enfoquemos con hombres es justamente porque  se trata de una necesidad y una responsabilidad también de los varones. Y los llamamos a asumirla. Con mujeres es necesario, pero si no se trabaja con hombres es nuevamente cargar con toda la responsabilidad del cambio a las mujeres".

Precisamente de este punto nos habla también Paola Villa, psicóloga de 30 años y una de las actuales coordinadoras de la red: Se debe también dejar de revictimizar a las mujeres al señalar que 'son las madres quienes crían hijos machistas', como si solo estas tuvieran la responsabilidad del cuidado.

"Es un reto muy grande. Cuando hacemos trabajo todo el tiempo la mayoría de personas que van a nuestros espacios son mujeres mostrando interés. Hacemos trabajo en comunidades, asentamientos humanos, lugares alejados. En los diferentes ámbitos donde podemos trabajar, la mayoría de veces, van sobre todo mujeres".

Sin embargo, esto no hace desmayar en su empeño a estos activistas, más allá de las críticas que señalan desde algunos sectores que les están 'haciendo el trabajo a los hombres'.

"La idea del colectivo es que nosotras también podamos conversar con ellos. Estamos en el reto de no ver solamente a los hombres como agresores o como los peligrosos, sino también como personas con diferentes recursos y la capacidad de ser aliados para luchar contra la violencia dentro de un sistema que nos ataca no solamente a las mujeres sino también a ellos mismos, aunque el impacto sea mayor para nosotras".

Paola cuenta que el proceso de trabajo siempre parte desde lo personal. Es decir, pedirle a ellos mismos que hagan un trabajo personal muy fuerte para "tomar consciencia de que tienen privilegios por el solo hecho de existir como hombres". Luego de ello llevar ese aprendizaje al colectivo donde puedan aprender a escuchar lo que tienen las mujeres que decir y entender sus perspectivas y visión de un problema en el que son ellas las principales perjudicadas. El tercer nivel apunta a los diferentes talleres que llevan a cabo con profesionales con el fin de que puedan trasladar esta toma de conciencia a sus propios círculos.

Pese al esfuerzo, Paola reconoce que el contexto actual los obliga a sumar mayores esfuerzos en esta labor frente a la arremetida de grupos conservadores y religiosos dispuestos a petardear cualquier lucha por lograr la equidad de hombres y mujeres.

"El tema más complejo que tenemos ahorita es que hay una voz muy fuerte de colectivos muy conservadores que ven como un peligro esto de hablar del enfoque de género, de luchar por los derechos de las mujeres y las comunidades más vulnerables. Nuestro reto es saber dar respuestas creativas, no desde la violencia ni el ataque. Que nuestro mensaje pueda llegar a cualquier persona".


Video de la Rueda de Hombres del 2017


Hablan ellos

Zuider Zamalloa es comunicador, tiene 36 años y es gerente de una consultora. Desde hace tres años pertenece a la red y hoy es parte del equipo que trabaja por lograr cambiar el 'chip' de estereotipos que perfilan a los varones como quienes llevan la voz de mando en a sociedad.

"Las mujeres han trabajado el tema del empoderamiento pero eso ha generado más denuncias, posiciones fuertes y la respuesta del hombre ha sido atacar con violencia. Hay que trabajar con el hombre en que tienes que reconocer esa autonomía de la mujer porque no estamos acostumbrados".

Zuider explica que para que un hombre llegue a recurrir a la violencia, no solo contra mujeres sino incluso contra otros hombres, ha tenido que recorrer todo un camino lleno de una formación que puede develar el por qué de ese accionar. Sin embargo, aunque la tarea es complicada señala que no es imposible.

"Es todo un proceso. Lo que hacemos es sensibilizarlos. Hace dos semanas hemos tenido un taller con hombres de 50 a 60 años, hombres muy mayores y dirigentes de organizaciones de base. Comenzamos el taller y hablamos no solo de los estereotipos de los hombres sino de los que tenemos de las mujeres: que deben  ser delicadas, femeninas, porque si salen de ese estereotipo se presta para la burla. Comenzamos a trabajar con ellos y lo primero que salen son las típicas bromas de "tu mujer, te controla", "pisado", etc... Pero poco a poco en el taller damos cuenta que eso no es normal, que trae consecuencias. Un insulto viene acompañado de un pensamiento machista y a la vez de varias expresiones de violencia físicas, económicas, psicológicas, emocionales".

Esa comprensión llegó una noche de 2004 a Orlando Prado, una trabajador de ingeniería que hoy con 63 años recuerda con orgullo el momento en que supo dar el paso para dejar de lado ese machismo del que muchas veces no somos conscientes.

"En un programa de César Hildebrandt se hablaba acerca de los hombres violentos y en un primer momento no me identifiqué. Pero cuando el especialista Miguel Ramos Padilla comenzó a hablar de cómo se sentían estos hombres, ahí sí comprendí que estaba hablando de algo que me pasaba a mí. Me apunté en el programa, año y medio, una vez a la semana. Se hablaba de cómo era tu cotidiano, tu manera de ser, tu masculinidad. Acompañado de este aprendizaje con ideas de género, masculinidad, sexualidad, cómo aprendí a ser hombre, cómo soy como padre, cómo fue mi padre conmigo... y aprendí a conocerme. Me entró la conciencia de lo que nos pasa y comprendí la violencia contra las mujeres y contra otros hombres de otra manera, más personal. Vi mi violencia donde antes no la veía, lo que hacía".  

Entenderlo fue tan importante para Orlando que decidió seguir ayudando con su experiencia y entró pocos años después a la red. Hoy se le dibuja una sonrisa al contar que a muchos de los jóvenes a los que alguna vez les dio charlas sobre masculinidad en la universidad, hoy forman parte de la red siendo ya profesionales.

Pero su propia experiencia hace que Orlando se muestre comprensivo precisamente con aquellos que ignoran el machismo en su forma de ser. "Lo consideran natural, es como respirar, se cree que se tiene el derecho de hacerlo. El problema está en que se busca resolver los conflictos de esa manera, con violencia". 

La clave, según Orlando, para tener la voluntad de cambiar es ver lo que se va a ganar al iniciar el proceso de repensar la masculinidad.

Si tú te das cuenta qué ganas, vas a vivir más, vas a sentirte mejor, vas a encontrar placer y bienestar en donde crees que no lo hay. Por ejemplo en criar un hijo, comprometerte más con él, hacer el vínculo de padre-bebé-, que te reconozca, que se sienta bien contigo, que te abracé solo por el gusto de hacerlo. Hay hombres que no saben lo que es ser tierno. Si me estoy volviendo tierno piensan 'Uy, le estoy haciendo un daño a mi hijo', cuando es algo natural, algo que como ser humano necesitamos. Nos estamos matando. Esta manera de ser te mata".


foto: rpmasc


Y es con esta reflexión con la que nos quedamos. ¿Qué determina que un hombre deba ser de cierta forma y una mujer de otra? ¿Por qué como hombres no se tiene permitido expresar sus sentimientos y por qué resulta 'excepcional' ver a una mujer con firmeza?

"Los hombres construyen parte de su identidad de ser hombre en eso, mostrar la agresividad, fortaleza, que no tienen miedo, que son valientes. Es entonces atacar el corazón mismo de lo que consideran su existencia, su legitimidad de estar en un espacio. Es muy complejo porque es empezar a cambiar todo un patrón de vida, cuestionarse. El mensaje es que puedes ser tierno, puedes llorar, puedes cuidar, darte el permiso de sentir. Muchas veces nos topamos con hombres que son poco empáticos porque desde pequeños la forma como aprenden a relacionarse, enfrentar la vida y el mundo es desde la violencia, desde la fuerza. Queremos recuperar eso, la empatía, la ternura, el abrazo entre los mismos hombres, entre compañeros, entre grupos de hombres". (Paola Villa coordinadora RPMasc)
Los estereotipos están ahí, date un tiempo para intentar reconocerlos y práctica estos #EjerciciosParaVerMejor haciendo click aquí.