Actualmente vivimos un modelo económico lineal -producir, consumir, desechar- que se basa en disponer de grandes cantidades de energía y otros recursos baratos y de fácil acceso. Nos hemos acostumbrado a ello, desde la Revolución Industrial se creyó que los recursos no renovables eran inagotables y se ha afectado indiscriminadamente al planeta. Los impactos ambientales negativos derivados del consumo de recursos, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, se aceleran.  

Los procesos de fabricación existentes toman materias primas y las convierten en productos que, con demasiada frecuencia, solo se utilizan brevemente y luego se descartan. Consumimos recursos naturales un 50% más rápido de lo que pueden ser reemplazados. Utilizamos un modelo de producción lineal e insostenible.

Aunque ya desde la década del setenta se hablaba de economía circular como una alternativa a este modelo, es recién durante los últimos años que esta tendencia ha tomado fuerza y consiste en cambiar nuestro chip, como consumidores y productores. De hecho, la economía circular es una alternativa atractiva y viable que ya han empezado a explorar distintas empresas, y la Unión Europea está avanzando en la transición de un modelo a otro.

La economía circular es reparadora y regenerativa, y consiste en un ciclo continuo de desarrollo positivo que conserva y mejora el capital natural, optimiza el uso de los recursos y minimiza los riesgos del sistema al gestionar una cantidad finita de existencias y unos flujos renovables. Además, dicen sus promotores, funciona de manera eficaz en todo tipo de escala.

Si bien, la Unión Europea ha tomado la iniciativa y ha dado pasos trascendentales, América Latina -como un importante exportador de recursos- tiene un papel importante en esta transición. Su biodiversidad incomparable, ricas reservas naturales y una cultura generalizada de innovación social sugieren que podría beneficiarse enormemente de este cambio de modo de producción.

América Latina produce el 44% del cobre del mundo, el 49% de su plata y el 65% de su litio. Alberga el 20% de las reservas mundiales de petróleo, el 33% de su agua dulce y el 20% del bosque nativo del planeta.

El enfoque de la economía circular propone un nuevo paradigma sobre cómo los países en desarrollo pueden industrializarse de manera inclusiva y sostenible. Desafía la anticuada concepción de la fabricación, proponiendo un sistema donde los productos están diseñados para durabilidad, reutilización y reciclabilidad, donde los materiales para los nuevos productos provienen de los antiguos.

América Latina circular

“América Latina puede beneficiarse fuertemente de un enfoque de economía circular”, dice Petra Schwager, directora ambiental de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi), a LaMula. “La región combina las dotaciones naturales, las capacidades del sector privado y las instituciones para fomentar un camino de industrialización equilibrado que genere crecimiento y empleos de una manera respetuosa con el medio ambiente”, añade.

Para ella, el nuevo modelo ofrece oportunidades importantes para el desarrollo de nuevas fuentes de emprendimiento, además de brindar soluciones a los problemas de empleabilidad. “La región es pionera en modelos de economía circular, como se muestra en la tendencia hacia las energías renovables y la valorización de los residuos industriales. La economía circular no solo beneficia al ambiente, también a las empresas”, anota.

De hecho, en la región, Chile lidera esta transición. Ha promulgado una Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y una Ley #ChaoBolsasPlásticas, y cuenta con un Programa de Prototipos de Innovación en Economía Circular.

Para Petar Ostojic, promotor chileno de la economía circular, que estuvo recientemente en Lima, la economía circular genera nuevos emprendimientos y empresas, propicia empleos de calidad y es una importante herramienta en el combate contra el cambio climático.

“En términos de empresa, el modelo circular permite transformar desafíos en oportunidades, a través del análisis y rediseño de sus procesos productivos que eliminen o reduzcan al mínimo la generación de residuos y creen valor donde antes existía una pérdida”, detalla.

En una reciente conversación con LaMula, el embajador de la Unión Europea en el Perú, Diego Mellado, señaló que la economía circular es un modelo rentable que puede generar empleo y que reduce las externalidades: “Desde el punto de vista económico es más eficaz y a la vez es un modelo más justo". En tanto, María Paz Cigarán, gerente general de Libélula, opina que la economía circular es cómo producimos y consumimos de tal manera que nunca haya residuos. Y resalta que genera ahorros y no produce un impacto ambiental.

En Perú ya hay emprendimientos que asumen la economía circular. Starts up y empresas pequeñas, medianas y grandes llevan a cabo un modelo de producción innovador y sostenible. Asimismo, algunos ministerios están dando los pasos iniciales. 


Falta mucho, esto es aún incipiente en el país, pero si se dan una vuelta por la edición 2018 de Nexos+1 conocerán algunas de estas experiencias.


Infografías: UE/Libélula