Quizás Charles Colson nunca imaginó cuando fue contratado en 1969 como asesor legal de Ricard Nixon, que terminaría en la cárcel por ser uno de los operadores del entonces presidente para realizar labores de espionaje con el objetivo de perpetuarlo en el poder.

Conocido por su capacidad de idear formas de ir contra todos, llegó a pasar 7 meses de prisión luego de declararse culpable de los cargos relativos al escándalo de los Papeles del Pentágono. Pero lo que los estadounidenses no imaginaron fue que el calculador Colson saldría de prisión asegurando que había 'renacido en Cristo' y que totalmente convencido buscaría, con el mismo afán con el que jugaba sucio desde la Casa Blanca, que la religión entre de forma activa en la política. Así se convirtió en uno de los líderes evangélicos más influyentes  

Se dedicó a 'predicar' y ofrecer 'ayuda' a presos tras la fundación de la organización Prison Fellowship en 1976 y siguió buscando permanecer en la vida política siendo uno de los impulsores de la iniciativa de unir a evangélicos y católicos conservadores dentro del Partido Republicano.

Los derechos sexuales y reproductivos en debate

Colson y Neuhaus, aliados y principales impulsores de la unión evangélica-católica.

Dos décadas después de que saliera a la luz el escándalo de sus maniobras y que asegurara, además, haber visto 'la luz' divina que cambió su vida, Colson alcanzaba uno de sus logros más ambiciosos al ser uno de los principales promotores de un acuerdo entre católicos y evangélicos que criticara el principio básico de toda democracia de mantener la separación de la iglesia y el Estado.

En marzo de 1994, el proyecto Evangelicals and Catholics Together (ECT) se materializaría con la firma de un manifiesto titulado "Evangélicos y Católicos Juntos: La Misión Cristiana en el Tercer Milenio", documento suscrito por más de 40 líderes y personajes influyentes pertenecientes a ambas vertientes del cristianismo.

Las conversaciones previas a la firma de esta iniciativa -oficialmente no reconocida por El Vaticano y las cabezas de las iglesias evangélicas-, ya se habían iniciado en setiembre de 1992 cuando Colson junto a Richard Neuhaus, presidente del Instituto de Religión y Vida Pública de la Iglesia Católica, convocaron a una reunión de representantes católicos y evangélicos para hallar un consenso en la forma que podían enfrentar temas de políticas públicas que empezaban a abrirse camino en la sociedad estadounidense, como el respeto a la diversidad sexual, los métodos anticonceptivos y el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.

El manifiesto de marzo de 1994, que constaba de casi una treintena de páginas y estaba dividido en siete partes, tenía como propósito lograr una plataforma común para 'luchar' contra supuestos problemas sociales que no eran otra cosa que iniciativas contrarias a sus dogmas. El pasar de los años evidenciaría que este pacto entre religiones no fue sino la base para la arremetida ultraconservadora y antiderechos que se terminaría extendiendo por todo el país norteamericano y la región.

Este documento se firmó casi medio año antes que otro evento de suma importancia se realizara en El Cairo: la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo llevada a cabo en la capital egipcia ese mismo 1994, que puso sobre la mesa de debate importantes temas referidos a derechos sexuales y reproductivos, la situación de niñas, mujeres y adolescentes en estado de vulnerabilidad así como la necesidad de hablar ya de igualdad de género.

Tal como señala Susana Galdós Silva en su artículo "La conferencia de El Cairo y la afirmación de los derechos sexuales y reproductivos, como base para la salud sexual y reproductiva", el evento, coordinado por la ONU, fue una oportunidad perfecta en la que representantes de 179 estados, discutieran el programa de acción que debía ser aprobado por consenso.

Es claro que un evento de esta trascendencia no se limitaría a los días oficiales de desarrollo (entre el  11 y el 13 de setiembre de 1994), sino que las discusiones y preparativos se llevarían a cabo con mucha anticipación. ¿Sorprendería entonces que solo unos meses antes se buscara firmar también un documento sin precedentes entre dos enemigos históricos como los representantes de las iglesias evangélicas y la católica? Los mismos que hasta entonces peleaban por quitarse ovejas decidían de repente unirse para luchar contra lo que podría dejar a ambos lados sin rebaños.

Casi 25 años después, aunque no fuera un acuerdo oficial, valdría preguntarse: ¿no fue este la piedra angular de lo que se intenta promover hoy? Y si es así, ¿qué nos debería decir que su principal promotor haya sido uno de los involucrados en uno de los mayores escándalos morales de la historia política de los Estados Unidos?



Foto de portada: Colson en un encuentro con el papa Juan Pablo II