Deshielo a la vista. China y el Vaticano firmaron finalmente un acuerdo histórico de cara a restablecer relaciones diplomáticas, que se interrumpieron en 1951, cuando Mao Zedong expulsó del país al Nuncio de la Santa Sede y a sus misioneros.

Como primer paso que darán ambas partes, está el reconocimiento por parte del Vaticano de los obispos nombrados por el régimen chino en las últimas décadas y acordar los futuros nombramientos, con lo que se pone fin a las dos iglesias que convivían hasta la fecha: la oficial y la clandestina. Por su lado, Pekín reconoce al Papa como jefe único de la Iglesia Católica.

Hasta hoy, China consideraba una injerencia que los nombramientos de obispos se hicieran en Roma, sede del Vaticano, y no reconocía la autoridad del Papa como jefe de la iglesia católica. La Santa Sede tampoco no aceptaba que los prelados viniesen impuestos por el régimen chino —no sucede en ningún país del mundo— y hasta excomulgó a siete obispos chinos que ahora volverán a ser aceptados.

Además, las dos iglesias, la clandestina —aceptada por el Vaticano y solo con una treintena de obispos— y la oficial —controlada por la Asociación Patriótica, con otros 60—,  se unificarán a partir de ahora. 

En tanto, el acuerdo señala que los nombramientos se harán de forma conjunta, probablemente a propuesta de Pekín, según algunas fuentes que cita El País, pero reservando el derecho de veto del Papa. 

El contenido del acuerdo aún no es oficial. Se sabe además que lo que se filtró es carácter provisional y se irá revisando periódicamente, pero sí incluye la creación de una nueva diócesis. En principio sería dos años para para experimentar una etapa inicial. 

En la ceremonia en la que se ha suscrito el acuerdo participaron el subsecretario para las relaciones internacionales del Vaticano, Antoine Camilleri, y el viceministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Chao. Entre tanto, el portavoz del Papa, Greg Burke, precisó que este "no es el final de un proceso, sino el comienzo". 

"Esto ha surgido a través del diálogo, escucha paciente en ambos lados. [...]. El objetivo no es político, sino pastoral. Permitirá a los fieles tener obispos en comunión con Roma, pero al mismo tiempo reconocidos por la autoridad china".

Asimismo, el impacto político de un acuerdo entre la segunda economía mundial y el Vaticano es clave,  más aún en medio de la guerra comercial que Washington ha iniciado por decisión de Donald Trump, quien ha ido renuncian de forma paulatina al espacio de hegemonía cultural y comercial que EEUU ocupada en el mundo, lo que ha sido aprovechado por China, que se anota un batacazo para el proceso de legitimación internacional que ha emprendido bajo la batuta de Xi Jinping.

Pero la Iglesia Católica y China aún tiene un gran escollo por superar para que se llegue a fraguar del todo la recomposición de las relaciones diplomáticas: Taiwán. China considera que la isla es parte inalienable de su territorio y no está dispuesto que sus socios mantengan relaciones diplomáticas con esa isla, así que les obliga siempre a romperlas. 

Pero la Santa Sede es uno de los pocos Estados que reconocen Taiwán como un país, incluso esta isla es un importante punto estratégico en Asia para el Vaticano, pese a que apenas un 1,55% de su población (unas 300.000 personas) es católica. Su influencia se traduce por su presencia en universidades como Fu-jen o Wenzao. Sea como fuere, en el Vaticano confían que este escollo se supere sin problemas tras el acuerdo entre las partes por el tema de los obispos.

Así y todo, las concesiones en este proceso de la Santa Sede, que no suele hacerlo en este tipo de negociaciones con otros Estados, han sido fuertemente criticadas por varios sectores de la Iglesia, sobe todo por esa treintena de obispos que por años vivieron en la clandestinidad y fueron perseguidos por el régimen chino, que incluso encarceló a varios.  Por el momento, el acuerdo no precisa nada sobre su futuro. Algunas fuentes que conocen de las negociaciones dicen que es probable que esos prelados dejarán sus puestos a los nuevos obispos oficiales. 

El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, artífice y defensor del acuerdo, se refirió en un videomensaje la sustancia del mismo, en medio de las críticas del exarzobispo de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, quien incluso llegó a pedir la renuncia de Parolin al  acusarlo de una supuesta traición a las negociaciones.

"Por primera vez, hoy, todos los Obispos en China están en comunión con el Santo Padre, con el Papa, con el Sucesor de Pedro. [...]Se necesita unidad, se necesita confianza, como también se necesita tener buenos Obispos que sean reconocidos por el Papa, por el Sucesor de Pedro, y por las legítimas Autoridades civiles de su país".

El acuerdo se anunció justo cuando el papa Francisco aterrizaba en Lituania, en donde criticó las atrocidades del régimen comunista en los países bálticos, lo que es en sí una paradoja, porque el régimen comunista chino tiene graves pasivos en materia de derechos humanos y libertades civiles. 

Pero el Vaticano, que mantuvo reuniones semestrales con Pekín, quería pasar la página del periodo de distanciamiento y conflicto con un país en el que existen 12 millones de católicos oficiales y unos 40 millones de cristianos, aunque expertos calculan que la cifra real puede sobrepasar la de los 88 millones de militantes del partido Comunista de China. Así, el gigante asiático podría convertirse en 2030 en el de mayor población cristiana del mundo, con 247 millones de creyentes.

Para Roma, China es clave en el continente asiático donde, después de África, más crecen sus feligreses. En el resto del mundo, el catolicismo pierde fieles frente a corrientes como las evangélicas. Pero la Iglesia no pierde influencia solo por una cuestión de vocaciones, sino también —y sobre todo— por los abusos sexuales a menores que encubrió por décadas.

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