Esta semana, los delegados de la ONU de más de un centenar de países participan -con carácter de urgencia- en la conferencia climática de Bangkok con el propósito de concretar normas, a partir del Acuerdo de París de 2015, para disminuir la temperatura en este siglo en 2 grados centígrados. A finales de este año se llevará a cabo en Polonia la COP 24, quizás la convención que genera más expectativas después de la que hubo en la capital francesa porque ya se debe implementar lo acordado.
Entre los principales puntos de negociación en la ciudad tailandesa figuran los compromisos relacionados con la reducción del uso de los combustibles fósiles y de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), así como la evaluación de los esfuerzos financieros para cumplir con las metas. Es vox populi que urge un mayor compromiso de los países desarrollados con altas emisiones de contaminantes (China y Estados Unidos, por ejemplo).
En paralelo a esta conferencia se han lanzado dos nuevos reportes: Global climate action from cities, regions and businesses (Acción climática global desde ciudades, regiones y empresas), elaborado por Data-Driven Yale, New Climate Institute y PBL Netherlands Environmental Assessment Agency, y Accelerating Climate Action in Urgent Times (Acelerando la acción climática en tiempos urgentes), publicado por New Climate Economy.
Trabajo en equipo
El primer informe se centra en nueve países de alta emisión (Brasil, China, India, Indonesia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica, Estados Unidos y la Unión Europea) y analiza los esfuerzos de más de 6.000 ciudades, estados y regiones que representan el 7% de la población mundial y más de 2.000 empresas con un ingreso combinado de más de US$21 mil millones. Los resultados muestran que la acción de las ciudades, los estados, las regiones y las empresas puede contribuir en gran medida a cumplir los objetivos del Acuerdo Climático de París, pero sus acciones por sí solas no son suficientes para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 ° C y trabajar para limitándolo a 1.5 ° C.
Desde que este acuerdo consolidó un enfoque transversal sobre el cambio climático, los actores antes mencionados son contribuyentes clave para los esfuerzos de mitigación, adaptación y financiación. Estos se comprometen a una serie de acciones, desde la reducción directa de sus propias huellas de emisiones de gases de efecto invernadero, hasta la creación de capacidad para la adaptación climática y la capacidad de recuperación para proporcionar financiamiento privado.
El informe resalta que para el 2030, las emisiones globales de gases de efecto invernadero podrían ser de 1.5 a 2.2 GtCO2e / año más bajas si se implementan completamente los compromisos individuales de casi 6.000 ciudades, estados y regiones, y más de 2.000 compañías, en comparación con lo que se lograría a través de las políticas actualmente en curso.
“Nuestro análisis incluye únicamente compromisos registrados y cuantificados; una fracción de todas las actividades climáticas de las diferentes ciudades, regiones, compañías e iniciativas de cooperación. Sin embargo, existe el riesgo de que esta reducción de emisiones no se materialice si las regiones, estados, ciudades y compañías no cumplen sus promesas, o si los esfuerzos de los gobiernos nacionales y otros actores se ralentiza”, dicen los autores.
Y añaden que si bien el efecto de los objetivos climáticos de las iniciativas de cooperación internacional es muy alentador, y demuestra el potencial existente para reducir aún más las emisiones cuando gobiernos nacionales se asocian con ciudades, regiones, empresas y actores de la sociedad civil, los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París por los países estudiados serían más ambiciosos si se alineasen con los objetivos establecidos de las iniciativas de cooperación internacional.
Economía mundial y cambio climático
El segundo informe afirma que una acción más rápida sobre el cambio climático podría agregar más de US$2 mil millones al año a la economía mundial en la próxima década. Mientras hay quienes creen y aseguran que avanzar hacia un camino con bajas emisiones de carbono sería costoso (Donald Trump, por ejemplo), este estudio señala que más inversiones en tecnologías sostenibles generarían 65 millones de nuevos empleos, enfocados en industrias sostenibles, y aumentarían la producción económica mundial en US$26 mil millones para el año 2030.
El estudio señala que el mundo se encuentra en una encrucijada, por lo que necesita comprometerse totalmente con un crecimiento futuro sostenible, o ver que la tierra sufra aún más. "Los beneficios de la acción climática son mayores que nunca, mientras que los costos de la inacción continúan incrementándose. Es hora de un cambio decisivo hacia una nueva economía climática", dicen los autores.
El informe pide a los gobiernos que prioricen cuatro áreas clave de sostenibilidad en los próximos años para garantizar que el impulso económico que cree que es posible se materialice realmente: aumentar los esfuerzos en la fijación de precios del carbono y pasar a la divulgación obligatoria de los riesgos financieros relacionados con el clima; acelerar la inversión en infraestructura sostenible; aprovechar el poder del sector privado y desatar la innovación; construir un enfoque centrado en las personas que comparta las ganancias de manera equitativa y garantice que la transición sea justa.
Mientras tanto, en Perú, uno de los principales países más vulnerables al cambio climático, el Ministerio de Ambiente lleva a cabo una intensa etapa de diálogos con diversos sectores del país con el propósito de elaborar el reglamento de la Ley Marco de Cambio Climático que se aprobara en abril pasado, la cual es la primera en aprobarse en América Latina luego de que se aprobara el Acuerdo de París.