Antes de llegar a la presidencia de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) en reemplazo del rechazado Manuel Burga, Edwin Oviedo era conocido como "El Abramovich del Norte" en referencia al multimillonario ruso Román Abramovich que financia clubes de fútbol. Oviedo no era dueño del Chelsea, pero sí del Juan Aurich de Chiclayo. El dinero lo conseguía de la Azucarera Tumán, entre otras empresas.
El caso por el que ahora el Ministerio Público pide prisión preventiva para Oviedo tiene relación con su rol de empresario. En el 2015, los trabajadores de esta empresa acataron una huelga por presuntas deudas salariales que duró más de 40 días. Durante la protesta, el dirigente sindical Percy Farro perdió la vida. Tres años antes, lo mismo ocurrió con Manuel Rimarachín. Ambos fueron abatidos a balazos por sicarios en Lambayeque.
Por cada una de las muertes, la Fiscalía pide 26 años de prisión. La acusación contra Oviedo es por homicidio calificado en la modalidad de autoría mediata por presuntamente haber ordenado el asesinato de Rimarachín.
Pero eso no es todo. Al actual presidente de la FPF se le acusa de haber dirigido la organización criminal "Los Wachiturros de Tumán". El abogado del empresario, José Carlos Isla, señaló que estas acusaciones del fiscal Carrasco son falsas y que se deberían a que el Poder Judicial declaró, anteriormente, dos acusaciones suyas contra Oviedo como nulas.
Mientras todos hablan del caso Paolo Guerrero, las miradas deberían apuntar a analizar la situación de Edwin Oviedo, el dirigente bajo cuya gestión Perú fue al mundial, pero un empresario cuestionado por sus trabajadores y ahora acusado de manar a matar a un sindicalista.
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[Foto de portada: ANDINA]