Tal como lo había anunciado, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, puso fin este sábado a su resistencia en el sindicato del que surgió a la política y se entregó a la Policía para comenzar a cumplir los 12 años de cárcel a los que fue sentenciado por corrupción, en el marco del caso Lava Jato.
"Cometí un crimen", que fue "llevar los pobres a la universidad, permitir que compren coches, que tengan comida" y "si es así, seré un criminal el resto de mi vida", dijo Lula en un discurso cargado de emoción que fue una despedida de los miles de simpatizantes que, desde el jueves, rodearon la sede del sindicato en que se había atrincherado.
El último jueves, el juez Sergio Moro dictó un auto de prisión en su contra y le dio 24 horas para que se entregue, pero Lula se enclaustró junto a los dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) y de movimientos sociales en el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo.
Hubo complejas negociaciones para su entrega a la Policía, que se vio inhibida de intentar cumplir el mandato del juez en un predio que estaba rodeado por miles de incondicionales de Lula, pues temía que enfrentamientos violentos.
"No les perdono que hayan sembrado la idea de que soy corrupto. Ninguno de ellos duerme con la conciencia tranquila de la verdad y la honestidad que yo tengo", declaró este sábado, durante una misa en honor a su fallecida esposa, a la que asistió antes de ponerse a derecho como lo había adelantado.
Aseguró que no se siente "por encima de la justicia", y apuntó que "si no creyera en la justicia no hubiera fundado un partido, habría hecho una revolución".
Habló del "sufrimiento" de su familia cuando "ve a uno de los suyos masacrado", aseguró que sus problemas judiciales agudizaron los problemas de salud que llevaron a la muerte a su esposa y dijo que, con su entrega, quienes querían verlo en prisión "hoy tendrán orgasmos múltiples".
Pero tampoco se dio por vencido. "Saldré de esta más fuerte, más verdadero y más inocente, porque voy a probar que ellos cometieron el crimen de perseguir a un hombre sin culpas", refirió.
Quizás previendo que puede estar en prisión más tiempo del que calculan sus abogados, que aún confían en recursos que deberán ser juzgados en los próximos días, agregó que sus adversarios "van a darse cuenta que el problema de este país no es Lula", pues "habrá millones de Lulas andando" por el país.
La entrega de Lula demoró varias horas después de su discurso e incluso casi fue impedida por decenas de sus seguidores que bloquearon las salidas de la sede del sindicato. Tras unas tensas negociaciones, el expresidente salió a pie en medio un enorme tumulto, subió a un vehículo y partió, seguido de inmediato por un convoy de la Policía Federal.
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