La fiscalía de Japón solicitó este lunes la pena de muerte para el peruano Jonathan Nakada Ludeña, por el asesinato a seis personas en Kumagaya, una localidad ubicada a 60 kilómetros de Tokio, en septiembre de 2015.

Jonathan Nakada es hermano de Pedro Pablo Nakada Ludeña, el "Apóstol de la muerte", considerado el mayor asesino en serie de la historia de Perú, quien en el 2007 fue condenado a 35 años de cárcel por el asesinato de 18 personas. Luego internado en un  centro psiquiátrico, porque la justicia peruana determinó que sufría esquizofrenia paranoica y, por tanto, no era imputable.

La fiscalía nipona alegó que la pena capital solicitada para el hermano del  "Apóstol de la muerte" se sustenta en que los crímenes que perpetró fueron "extremadamente crueles e inhumanos", informó la agencia de noticias Kyodo, según reporta el Japan Times. El Poder Judicial de Japón emitirá su sentencia el próximo 9 de marzo.

El acusado peruano, de 32 años, llevaba una década viviendo en Japón en el momento en que cometió los asesinatos, y permanece detenido desde octubre de 2015, luego de irrumpir, entre el 14 y el 16 de septiembre de ese año, en tres casas de Kumagaya, donde se robó dinero y objetos de valor y luego asesinó a sus inquilinos.

Las víctimas del asesino fueron la pareja formada por Minoru Tasaki y su esposa, Misae, de 55 y 53 años; Miwako Kato, una mujer de 41 años, y sus hijas Misaki y Haruka, de 10 y 7 años, cuyos cuerpos fueron encontrados apuñalados en un armario de la casa desde donde el detenido se arrojo al vacío tras ser localizado por la policía.

Las autoridades japonesas también creen que Nakada es el responsable de la muerte de Kazuyo Shirai, una mujer de 84 años cuyo cadáver fue hallado en una residencia muy cercana a donde fue detenido.

En una comparecencia judicial el pasado 9 de febrero pasado, Nakada dijo que no recordaba haber matado a nadie y su defensa alegó que padece de esquizofrenia, según una prueba psiquiátrica que contradice la evaluación solicitada previamente por la fiscalía, la cual concluyó que el peruano no sufría ningún trastorno mental.