La situación en la frontera entre Colombia y Venezuela se agrava cada día más. El drama de cientos de miles de venezolanos que quieren entrar en el territorio colombiano obligó a las autoridades de este país a implementar nuevas medidas de control y seguridad, que incluye el despliegue de tropas militares sobre los 2.200 kilómetros de la frontera con la nación petrolera.
El Ejército colombiano explicó que la movilización del fuerte contingente se debe al principio de defensa del territorio y en cumplimiento a lo dispuesto recientemente por el presidente Juan Manuel Santos.
Esta semana, en Cúcuta y toda su área metropolitana, por lo menos 700 uniformados, agrupados en 10 pelotones, iniciaron operativos en los seis pasos ilegales o ‘trochas’ entre el puente internacional Simón Bolívar y el sector fronterizo de Tienditas, donde operan mafias del narcotráfico y de contrabando, que han sembrado terror entre las comunidades limítrofes con asesinatos selectivos, sicariato, desapariciones forzadas y masacres.
"En la actualidad, hay 10 pelotones sobre la línea fronteriza, pero con el paso de las horas esto se incrementará para blindar completamente el territorio de las organizaciones criminales que delinquen a lado y lado de la frontera", explicó el general Antonio María Beltrán.
El alto mando colombiano negó las versiones de autoridades judiciales de Venezuela que en las últimas horas denunciaron un plan para bombardear su país desde territorio vecino. El general explicó que el recrudecimiento de la violencia, sumado al desbordado éxodo de venezolanos, obligó al Estado a ordenar el arribo de 4.000 unidades militares a la frontera y a la creación del Grupo Especial Migratorio (GEM), integrado por miembros de la Policía, Migración Colombia y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf).
Caos y desorden en la frontera
El drama de los venezolanos en la línea divisoria se agravó en las últimas horas, debido a la entrada en vigencia de las nuevas medidas para entrar a Colombia. Imágenes de los noticieros locales mostraban el desespero de los ciudadanos provenientes del vecino país por ingresar a como dé lugar a suelo colombiano por alguno de los tres puentes internacionales de Norte de Santander.
El nuevo esquema de registro de migrantes ralentizó el flujo de personas, sobre todo en el puente internacional Simón Bolívar, que se ubica entre la población venezolana de San Antonio y Villa del Rosario, en el Norte de Santander, donde se generaron cuellos de botella.
Entre las nuevas medidas de control se estableció el acceso a venezolanos solo con el pasaporte o la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF), aunque la tramitación de esta última también fue suspendida por el Gobierno. Según el presidente Santos, gran parte de los venezolanos creían que con la TMF se podían quedar más de una semana en Colombia, pero en realizad solo pueden permanecer 72 horas como máximo. El pasaporte y el Permiso Especial de Permanencia (PEP) son los que permiten estar más tiempo.
"Dejen pasar", "Hay niños, mujeres y ancianos con sed", gritaban en medio de la desesperación los miles de venezolanos entre las multitudes que se formaron en los puentes Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y La Unión.
"Los nuevos anuncios de Santos han formado un efecto embudo que también está impidiendo el movimiento hacia Venezuela. Todavía no sabemos cómo va a funcionar la nueva normativa migratoria", relató Juan García, un venezolano de 32 años, quien intenta regresar a su país desde Villa del Rosario.
Hasta esta zona fronteriza llegó personal de Defensa Civil y delegados de las Naciones Unidades, para intentar atemperar el descontento de quienes pugnan por entrar a Colombia, entre los que habían mujeres embarazadas, niños y adultos mayores, muchos de los cuales se desmayaron en plena fila por el fuerte calor. Dos ambulancias atendían este tipo de incidentes cada vez más recurrentes.
Jorge Hernández, un venezolano de 24 años relató así a El Tiempo el vía crucis que le tocó vivir:
"Yo vengo a comprar comida, porque en Venezuela no hay nada. Y cuando me disponía a pasar, me tomó por sorpresa esta fila interminable de gente. Era caótico. El forcejeo de las personas y uno aguantando calor, sed y hambre. No aceptamos esas nuevas medidas, porque nosotros cruzamos por necesidad. Los controles van a impedir el libre paso, como era antes".
[Foto de cabecera: Andrea Moreno / EL TIEMPO]
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