El papa Francisco ya se fue del Perú, luego de tres días de visita oficial, pero sus actividades y discursos tuvieron grandes omisiones, pese a que exhibió —a diferencia de lo que se vio en Chile— una gran capacidad de convocatoria que supera la de cualquier otro acto público.

Una de esas inadvertencias fue la de no recibir a los familiares de las víctimas de Barrios Altos y La Cantuta, crímenes considerados de lesa humanidad por los que el indultado Alberto Fujimori fue condenado a 25 años de cárcel.

Al final, Francisco no se reunió con los deudos de esas matanzas, que junto con su estéril solicitud, le enviaron una carta en la que se refieren al indulto que PPK le dio al autócrata, en el que que señalan que el mandatario, por razones políticas e intereses personales, "nos quiere robar la reconciliación al arrebatarnos la poca justicia que hemos alcanzado en estos años, con dedicación, esfuerzo y dolor". 

¿Y el caso Sodalicio?

El Papa tampoco se refirió a las víctimas de abusos sexuales del Sodalicio mientras estuvo en suelo peruano. Poco antes de venir al Perú, Francisco ordenó intervenir esta organización religiosa, pero todo parece apuntar a que esta decisión no pasará de ser otro gesto para la tribuna del pontífice. No se entiende de otro modo cómo es que el sábado último, durante su visita a Trujillo, el sodálite José Antonio Eguren dio en su honor.

En Chile ya había desnudado sus incongruencias, cuando lo primero que hizo, en el Palacio de La Moneda, fue pedir perdón por los abusos sexuales a menores cometidos por miembros de la iglesia católica, pero luego se le dio por defender públicamente al obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrir al cura pedófilo Fernando Karadima.

Eguren, a la sazón arzobispo de Tumbes y Piura, fue el primer denunciado en el caso Sodalicio en el Perú. Corría el año 2000, cuando el periodista José Enrique Escardó, acusó con nombre y apellido a ese discípulo cercano de Luis Fernando Figari, líder de la denominada "generación fundacional". Pero además Eguren fue implicado en casos de tráfico de terrenos en Piura y vinculado a la organización criminal La Gran Cruz, según una serie de reportajes periodísticos.

La fiscalía solicitó nueve meses de prisión preventiva para Figari y otros tres exdirigentes de esa organización acusados de cometer o encubrir abusos sexuales, físicos y psicológicos contra menores y jóvenes, delitos y crímenes que el Vaticano había calificado como "actos pecaminosos".

"Al nombrar a un comisario (para intervenir el Sodalicio), una semana antes de venir al Perú, el Papa se adelantó a cualquier pregunta que le hubiesen hecho", dijo Óscar Osterling, exsodálite que denunció ante la fiscalía los abusos que sufrió dentro de esta organización, citado por El Comercio, al tiempo que subrayó que "no tenía esperanzas ni expectativa" de que Jorge Mario Bergoglio se pronuncie sobre el tema.

Incluso, el director de Human Rights Watch en América Latina, José Miguel Vivanco, hizo eco —con ironía— de las omisiones del Papa durante su gira por Chile y Perú.

Pero sí habló en el avión...

Sin embargo, Francisco tuvo que referirse al caso Sodalicio. Lo hizo en el vuelo de regreso a Roma, ante una pregunta del periodista de La República  Ghiovani Hinojosa, quien acompaña al Papa en su viaje de regreso a Roma.

"El Sodalicio empezó con un caso de una persona que parecía muy de mucha virtud... murió e investigándola un día se descubrió que tenía doble vida. Es el primer caso del Sodalicio que yo conozco, esto hace 20, 25 años atrás. Y después una denuncia ya de abuso, no solo sexual, sino de abuso de manipulación de consciencia, para con el fundador. El proceso del fundador entró en la Santa Sede, se le dio una condena, no se lo expulsó del Sodalicio, sino vive solo, una persona lo atiende, él se declara inocente de estas pruebas que hubo en el juicio y apeló a la Signatura Apostólica, que es la Suprema Corte de Justicia del Vaticano. La causa está en apelación, por los datos que tengo saldrá en menos de un mes".

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