No se oye, padre
Una red de activistas a favor de los derechos de las víctimas de abusos sexuales cometidos por la Iglesia católica ha seguido la gira latinoamericana del Papa Francisco para enfrentarlo con una verdad incómoda: no ha hecho nada concreto para lograr justicia. [VIDEO]
Los miembros del proyecto de rendición de cuentas (The Accountability Project) llegaron a Lima y Santiago siguiendo la ruta del Papa Francisco en esta gira latinoamericana 2018. Su objetivo era compartir sus testimonios y difundir las denuncias de pederastia clerical que recaen sobre varios miembros. Los abusos cometidos por sacerdotes en los años ochenta y noventa ( y que seguramente se siguen cometiendo) se cuentan por cientos, se gritan desde varias latitudes pero en la Santa Sede se calla en todos los tonos. Convocamos a dos de ellos para intentar responder la interrogante mayor:
¿Por qué el Papa Francisco, que tiene un discurso solidario y compasivo con el dolor de los vulnerados, no ha tomado medidas concretas para lograr justicia para las víctimas?
Sara Oviedo, socióloga ecuatoriana con más de 40 años de trabajo en defensa de los derechos humanos y ex vicepresidenta del Comité de protección de los derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue parte de la reunión y el debate que el 2014 llevó a los altos representantes de La Santa Sede a responder ante este ente internacional por las graves denuncias contra algunos de sus miembros. En esta esta conversación recuerda que las respuestas y los compromisos establecidos en aquella ocasión no se han traducido en ninguna medida concreta. Nada ha cambiado. Nada se ha hecho para sancionar a los culpables y remediar en alguna medida el daño provocado.
"La Iglesia no quiere ceder a su poder. Y [Con lo su declaración en Chile sobre la falta de pruebas en contra del Obispo Barros] en vez de encontrar algún camino para llegar a soluciones, se ha cerrado más la posibilidad y se hace más difícil para quienes estamos en esta lucha"
A su lado, Alberto Athié, ex sacerdote y miembro de la Red por los derechos de las víctimas de abuso sexual en México, cuenta la experiencia de decepción que vivió. Fue ministro de la Iglesia durante dos décadas, pero se alejó tras comprobar que su lucha de seis años por lograr visibilizar y sancionar los abusos sexuales cometidos por el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, se topaba con una realidad lacerante: la vocación por el encubrimiento y el silencio cómplice que el cardenal Norberto Rivera Carrera y otras altas autoridades de la Santa Sede mostraban en relación Maciel. Desde entonces levanta la voz en defensa de los derechos de las víctimas.
"El Papa declara, en relación a la trata de personas, que no hay que ser cómplices silenciosos. Por supuesto que no. Pero en el tema de la pederastia clerical cualquier crítica, cualquier denuncia, cualquier insistencia en la necesidad de cambio parece ser una afrenta en contra de la Iglesia"
"[Lo sucedido en Osorno] es un llamado muy serio a una iglesia católica que todavía cree que tiene el control sobre una población 'agachona' y sumisa. Esto, históricamente, se acabó en Chile. Y ojalá pase también en Perú".
Ambos coinciden en que a pesar de los gestos políticos del Papa Francisco, la falta de voluntad para cambiar la situación de impunidad de los sacerdotes abusadores es una realidad innegable. Queda todavía una tarea pendiente y urgente.
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