El presidente de EEUU, Donald Trump, llamó este martes al rey Abdalá II de Jordania para comunicarle su intención de trasladar de Tel Aviv a Jerusalén la embajada estadounidense en Israel, una polémica decisión contra la que ya se están movilizando las autoridades palestinas y de los países árabes.
Según la agencia de noticias estatal, Petra, el monarca advirtió a Trump durante su conversación del "peligro de tomar cualquier decisión fuera del marco de una solución global que garantice el establecimiento de un Estado palestino con Jerusalén Este como capital".
Y la tormenta internacional se desató porque esta decisión, que se podría hacer oficial este miércoles, significa que Washington declare a Jerusalén como capital de Israel, tal como lo prometió Trump en su campaña. "No es cuestión de si se hace, sino de cuándo", dijo un portavoz de la Casa Blanca.
La inminente medida recibió el rechazo de la comunidad internacional, que va desde la amenaza de Turquía de romper relaciones con Israel —aliado de EEUU— hasta las advertencias de la Unión Europea y del presidente de Francia, Emmanuel Macron, de que cualquier paso en ese sentido puede reavivar el secular conflicto en Oriente Próximo.
Jerusalén es un territorio en disputa desde hace 70 años entre Israel y Palestina. Por ello la ciudad está bajo administración internacional. Sin embargo, la parte occidental fue ocupada por Israel y tras la guerra de los Seis Días, en junio de 1967, también irrumpió en la oriental, que para los palestinos es su capital.
Para diversos expertos, Jerusalén es la "llave" para alcanzar la paz y la estabilidad en la región y en el mundo, siendo Jordania el guardián de los santos lugares musulmanes y cristianos de Jerusalén Este. Pero Trump ahora no solo pone en riesgo una solución al conflicto, sino que lo podría reavivar y desatar una nueva espiral de violencia, con consecuencias aún insospechadas.
En la actualidad, ningún país tiene su embajada en Jerusalén y el traslado de la sede diplomática de EEUU a esa ciudad es el reconocimiento implícito de la soberanía israelí sobre todo este territorio, incluida la parte ocupada.
En el caso estadounidense, el desplazamiento de su legación diplomática fue acordado por el Congreso en 1995, pero por "seguridad nacional" todos los presidentes postergaron la decisión. El mismo Trump lo hizo en mayo pasado, pero ahora, agotado el plazo, debe volver a definirse.
Según señalan algunos medios internacionales, el anuncio de Trump puede ser simbólico en principio, es decir, que no incluiría el traslado inmediato de la embajada estadounidense. Pero aun así, se abriría un escenario hostil y hasta implicaría un golpe a los intentos del asesor de la Casa Blanca, Jared Kushner, a sazón yerno de Trump, de lograr un acuerdo en Oriente Próximo con los países de mayoría suní como Egipto, Arabia Saudí o Jordania, para crear una coalición anti-iraní en la región.
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