Deyan Sudjic, director del Museo de Diseño de Londres, y autor del libro El lenguaje de las ciudades, estuvo en Hay Festival 2017 para hablar de las urbes en el conversatorio ¿Cómo afecta al ser humano vivir en las condiciones que determina la ciudad? LaMula.pe conversó con él. 

¿Cuál es la importancia del diseño en el mundo contemporáneo?

Para mí, el diseño es una manera de darle sentido a cómo funciona el mundo. No se trata solo de gusto o de si algo es un buen o mal diseño, sino de entender cómo la gente usa los objetos, lo que estos hacen en ellos, cómo se hacen las cosas. Se trata de economía y cultura. Siempre he tenido un sentido de identificación natural hacia el diseño. El dinero es diseñado, por ejemplo. La gente cree que es natural, pero no lo es. Alguien en algún momento pensó cómo podemos hacer que este pedazo de papel sin valor valga algo; y no solo ‘algo’, sino algo en el sentido americano, en el peruano o el británico. Puedes decir que se debe a un truco, pero ese sería solo un aspecto del diseño.

Eso me atrapó y me interesé mucho en cómo es que se interpreta ese lenguaje del diseño. ¿Cuáles son los símbolos o señales que se usan para hacer que algo parezca valioso o especial, femenino o masculino? ¿Cómo se logra esto? Eso es realmente lo que hizo que me interesara en cómo funciona el diseño.

El diseño va más allá de objetos físicos...

Otra cosa que pasó y rápido en los últimos 10 o 20 años es que esos objetos ya no son tan importantes. El smartphone ha ‘matado’ a la cámara, el sistema de la música, el GPS, los mapas. Ha matado las librerías y las tiendas, y a Kodak. Cuando Eastman empezó Kodak en 1900, era como Steve Jobs. Él transformó la fotografía de un experimento científico a un proyecto para el consumidor. Sin embargo, Instagram lo acabó. Instagram vale US$1.000 millones en empleados. Kodak alguna vez tuvo 80 mil empleos. Estos son cambios increíbles. El mundo está cambiando tanto que el diseño no solo involucra objetos físicos, se trata también de lo que ocurre con la humanidad, y debemos aprender qué nos está haciendo.

No olvidemos que este aparato fue lanzado por Steve Jobs hace 10 años, reproduce música y es un teléfono móvil, un aparato de comunicación. Sin embargo, ni siquiera Jobs sabía que esto iba a traer Airbnb, Uber o Tinder. Ninguna de esas cosas hubiera pasado. Cambiaron la forma en que nos enamoramos, en que pasamos las fiestas, en que nos movemos alrededor de la ciudad. Estos cambios enormes no se van a detener, sino irán cada vez más rápido.

Además, la forma en que hacemos las cosas, cómo vamos al médico, todo.

Cómo caminamos en la ciudad, cómo conocemos gente, qué hacer para la cena…

Cómo manejar…

En realidad, creo que los autos que se conducen solos vendrán muy pronto. Eso va a cambiar otro tipo de relaciones, porque incluso el conductor tendrá que adaptar sus relaciones, en especial con un auto que se conduce a sí mismo.

Hay grandes preguntas acerca de las cosas que nos gustan, cómo nos movemos alrededor de ellas y cómo navegamos. Ahora ni siquiera necesitas una dirección. Tu GPS puede encontrar a alguien si esa otra persona también tiene un smartphone.

Es verdad, el diseño está en todo lo que mencionas.

Pero también hace el agua más limpia, tiene que ver con salud también. Es como las olas. También tiene que ver con moda, lo que usa la gente, cómo se vende algo.

Sin embargo, para diseñar todo ese tipo de cosas, tenemos diferentes instrumentos, todos hechos con anterioridad. Necesitas además una visión de lo que está pasando, qué necesita la gente, cómo puedes seguir la tendencia de lo que está pasando y cómo te gustaría transformar. Por ejemplo, Steve Jobs….

Todas las cosas en el smartphone exisitieron antes de Steve Jobs. Empezó con Xerox, que inició una investigación en una facultad en California. Ellos fueron quienes inventaron el mouse, pero no le vieron el valor. Inventaron el touchscreen y el software que permite su funcionamiento, pero nunca lo usaron.

Lo que estoy intentando decir es que los objetos en el diseño no se crean por momentos fugaces. No se trata de que antes no existía algo y ahora sí. Se trata de hacer que las cosas funcionen. Mucha gente hace que las cosas funcionen mejor, y es así como las cosas cambian. Creo que lo que Apple hizo fue entender que el diseño tiene que ver con la forma y el precio, pero también con la experiencia. Ellos entendieron, por ejemplo, que esto debía poder ser manipulado por mi abuela.

El diseño necesita entender de antropología y conducta humana, y eso es fascinante. El impacto, por ejemplo, en áreas del mundo donde ni siquiera había teléfonos antes. En el este de África, por ejemplo, Kenia es ahora uno de los centros de mayor uso de banca telefónica. Lo usan para hacer transacciones financieras, porque no hay nada más. En realidad, hay más teléfonos siendo usados en transacciones bancarias ahí que en muchas partes de Europa, donde realmente no necesitan hacerlo.

Generalmente, cuando hablamos de diseño, la mayoría de la gente habla del último tramo, de lo que se puede ver del diseño, pero detrás de eso hay mucho trabajo, mucha gente.

Eso lo hace tan interesante, porque se trata de comportamiento humano. Se trata de estética, tecnología y optimismo. Para ser un diseñador debes ser optimista porque estás cambiando el futuro.

Y todo puede expresarse en un logo también. Tienes desde el logo, hasta el proceso industrial. Todo debe guardar relación.

Creo que el diseño tiene muchas áreas. En una el diseño está tratando de persuadirte para que compres cosas, es una actividad comercial. Intentas seducir a la gente de pagar más de lo que pueden por algo que probablemente no necesitan. Pero por otro lado, el diseño también tiene que ver con el agua, o diseñar formas en que los diabéticos puedan medir su nivel de azúcar sin usar una aguja.

Foto: Jude Edginton

¿Qué está pasando en el diseño ahora comparado con hace 50 años? Ahora es más relevante.

Creo que hay modas intelectuales. El diseño hace 50 años era visto como una responsabilidad social. Ese fue el momento anterior al boom de los ochenta, cuando el diseño era visto principalmente como el truco para hacer que compres cosas. Entonces hablamos de una época en que el diseño se enfocaba mucho en la sociedad. Ahora, creo que la idea de los diseñadores y celebridades se ve un tanto vergonzosa ante toda una generación de estudiantes jóvenes.

Ahora, si tienes este concepto de diseño, puedes competir en este momento en el mundo, porque si tienes una visión de un producto, debes tener una visión de ese tipo.

Toda economía que está tratando de progresar intenta usar el diseño para hacer que su producción no sea una copia genérica de algo más, sino que tenga valor, que viene con el diseño. En los años cincuenta, Japón hacía copias baratas, luego Sony empezó a hacer cosas que eran geniales. El walkman fue el iPhone de su tiempo. Ahora se ha perdido eso. China tuvo el mismo camino. China hacía y aún hace productos Apple o refrigeradoras baratas. Pero ahora, China también está inventando marcas que tienen un diseño más sofisticado, más influyente.

Eso puedes verlo también en la moda. Es increíble cómo, si ves Japón en los veinte o treinta, se vestían como un caballero inglés para verse modernos. Debían importar lo que significaba ser moderno, tener estilo o seguridad. Importaron arquitectos occidentales y barcos de Europa, y luego, en 1970 u 80, empezaron a producir arquitectos muy talentosos, diseñadores, cineastas y diseñadores gráficos. Entonces, tienes el fenómeno de Issey Miyake o Rei Kawakubo, los diseñadores de moda que crearon una idea específicamente japonesa de lo que era la moda, que luego se exportó al mundo. Esto permitió que Japón dejara de ser solo un consumidor de las ideas de los demás y pasara a ser un experto, ubicándose en el centro de la conversación.

Para mí, esa es una de las cosas cruciales que el diseño puede hacer por la economía de un país o ciudad. Mira el modo en que Chile ha empezado a exportar arquitectura al mundo. Aravena y su Pritzker por arquitectura de hace dos años. Perú y su comida. Perú ha sido muy fuerte en exportar la idea de la gastronomía moderna peruana. Se cambia la forma en que las cosas son vistas. No solo es cosmético, sino algo clave.

Vayamos a las ciudades. ¿Cómo pasaron a ser un tema de preocupación o interés para ti?

Creo que fue el crecer en Londres y ver cómo todo cambiaba. De niño iba caminando o en bicicleta tratando de entender cómo era la ciudad, qué hacía, y notando que cambiaba muy rápido. Londres era, cuando yo era niño, una ciudad construida por victorianos, y claro, hay muchas capas de Londres a las cuales podemos volver, hasta 2000 años atrás. Londres existió antes que Inglaterra y esa es una idea interesante.

Las ciudades son creaciones maravillosas. La ciudad es un lugar que te permite elegir lo que quieras de ella. Para mí, es un lugar excitante, porque es como tener un menú inmenso. Una ciudad exitosa tiene precios alcanzables en el menú, lo que le da a la mayor cantidad posible de gente la mejor opción. Las ciudades que no son exitosas son muy caras para vivir.

Presentas la ciudad como una promesa para la gente, un lugar donde pueden recibir, que las ciudades crecen con la gente, que tienen más posibilidades.

No tengo la ilusión de que la vida en la periferia de Lima o Arequipa es fácil, porque no lo es. Sin embargo, aún creo que la gente decide, tal vez a la fuerza, pero la ciudad es un lugar que ofrece nuevos puntos de vista, incluso en la pobreza. Las ciudades pueden ser máquinas que crean gente muy pobre en algunos casos. Pero si ves a China, en los últimos 20 años, ha liberado gente de la pobreza más rápido que antes en la historia de la humanidad. Eso no es una utopía, pero es un logro respetable.

Claro. Pero ¿qué está pasando con las ciudades en este momento de transformación en el mundo. ¿Cómo crees que las ciudades se adaptan?

Bueno, creo que se trata de lidiar con las ciudades existentes y encontrar formas en que puedas hacer las cosas malas de las ciudades que crecen rápidamente, un poco menos malas. Uno de los problemas es que, en política, hay muy pocas ideas sobre qué hacer con las ciudades. Atenas pensó que volverían a ser grandes al hacer las Olimpiadas, y quebraron. Rio y Sao Paulo pensaron que serían grandes ciudades al hacer las Olimpiadas y la Copa Mundial de Fútbol, pero no funcionó. Existe una idea de que Bilbao se hizo grande al construir el Guggenheim. Eso es bastante ingenuo y errado.

Las ciudades en realidad crecen debido a las múltiples cosas que las hacen funcionar. Se debe trabajar en conjunto. Los políticos deben ser parte de ello, el sistema legal debe ser parte de ello, y debe haber un sentido de seguridad. Los desarrolladores, los planeadores, no hablan entre ellos. Pero estas cosas solo funcionan si hay una idea compartida basada también en la gente y su involucramiento. No hacer las cosas para ellos, sino compartiendo con ellos.

¿Cómo ves las ciudades de Latinoamérica, donde no hay planeamiento a largo plazo?

Esas ciudades no son iguales. Buenos Aires no es lo mismo que Lima, Ciudad de México no es lo mismo que Santiago de Chile. Es importante que no las veas a todas iguales. Tener pobreza, contaminación o tráfico terrible no las hace iguales, y necesitan una respuesta específica para sus problemas específicos.

Cuando hablas de las ciudades del mundo en tu libro, encuentro mucho de ciudadanía, de política.

Empecé el libro hablando de tolerancia, y describe un edificio en Londres que se construyó como una capilla para protestantes, refugiados de Francia que vinieron a Londres en 1740 porque temían por sus vidas, pero hicieron que la vida funcione para ellos. Luego la capilla se convirtió en una iglesia metodista, luego una sinagoga y ahora es una mezquita. Esto, para mí, muestra cómo las generaciones se mueven a través de los años en las ciudades, haciendo y tomando lo que necesitan. Para mí, ese es un símbolo muy potente de lo que hace que una ciudad funcione.

Tú eres muy escéptico sobre el crecimiento en términos de la ciudad digital. ¿Qué pasa con la posibilidad de usar las oportunidades digitales para soñar o diseñar todo tipo de posibilidades?

No olvidemos que hubo un tiempo en que la gente pensó que Google no podría generar ningún mal, y pensamos que la Primavera Árabe, inflamada por las redes sociales, era una cosa maravillosa. Ahora sabemos que el mundo es dominado por cuatro compañías que controlan prácticamente todo, y eso no es algo bueno. No creo en este tipo de idea de que la información es un bien social sin complicaciones.

Una de las cosas que ha causado Airbnb es que enloquece a los ciudadanos, porque significa que sus vecindarios están llenos de turistas ebrios. Significa que no pueden usar el mercado, no pueden comprar vegetales porque el mercado está lleno de gente tomándose fotos. Suena a broma pero no es algo bueno.

Entonces, para mí, la ciudad inteligente está avanzando con un concepto diseñado por quienes intentan vender un producto. Una vez que lo hagan, nadie sabe para qué será usado. No es una solución.

¿Qué piensas de estos tiempos de interconexión, la revolución digital, inteligencia artificial y cómo todo eso cambia el modo en que vemos el mundo?

Soy una especie de reportero. Veo y trato de reportar, pero en alguna forma, creo que el modo en que interpretamos esto cambia rápidamente y demanda otras formas de observación, otras formas de cultura. Creo que la literatura y el arte siempre son formas en que los cambios masivos pueden ser explorados poderosamente. Si piensas en la ciudad del siglo XIX, Dickens o Zola, ellos fueron quienes vieron realmente lo que sucedía y volvieron con una respuesta cultural poderosa frente a esto. Dickens nos mostró los males de la ciudad industrial. Engels fue la respuesta política ante esto. Ahora, tal vez, otra generación de artistas nos dirán realmente lo que es vivir en la periferia de una gran ciudad, o vivir en una ciudad china cuando en una vida han pasado de los campos a la industrialización.


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