“Un libro más del montón, no eres el primero. Existen cinco libros anteriores al tuyo. No sigas manoseando el tema ps [sic]”, con esa elegante prosa, el usuario ‘Tablarock’ comentó un video de la entrevista que ofreció el escritor Martín Roldán Ruiz (Lima, 1970) en el programa 'Lo que no se dice', conducido por Juan Carlos Tafur. Era 2007 y Generación Cochebomba, su primer libro, había sido publicado. Autoeditado -gracias a un préstamo que le hizo su hermana- y sin conexiones o amistades en el mundo literario peruano, se lanzó a la piscina confiando en lo que había escrito. Aquello que había iniciado como un cuento para luego transformarse en novela.  

Para desdicha de ‘Tablarock’, el libro empezó a ser leído y promovido por sus propios lectores, primero como un secreto, luego como fenómeno literario. Una historia que daba cuenta de un periodo crítico (la década de los ochenta): terrorismo, cochebombas, apagones, hiperinflación, abusos de las fuerzas militares y mucha música subterránea.

La prosa de Generación Cochebomba, heredera del realismo sucio y urbano, pronto empezó a llamar la atención de la academia: jóvenes investigadores decidieron desentrañar sus escenas. La curiosidad no se ha apagado y a principios de este año el narrador recibió la visita de Gabriela Marrou Vásquez, estudiante de la Universidad McGill de Montreal. Quería conocer al autor de uno de los libros que incluirá en su estudio sobre la novela peruana contemporánea. Años antes, el crítico Gabriel Ruiz Ortega había comentado, durante la presentación de la segunda edición y no sin cierta ironía, sobre aquella galopante curiosidad:

“[...] es una novela de culto. Su legitimidad vino de la mejor manera: del boca a boca del lector. La primera edición es hoy por hoy inubicable, una rareza, un objeto de obtención para fetichistas. Yo he sido testigo de esta fiebre Cochebomba, que no solo se limitaba a lo literario, sino también a otras disciplinas, como las ciencias sociales. ¿Les hablo de las tesis que se han hecho y se están escribiendo de la novela? Mejor no, veo a muchos escritores aquí y no quiero ser responsable de un suicidio colectivo. No hay nada peor para un escritor que el ego maltratado”.

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“No te olvides de la edición que se hizo en España”, nos dice desde la biblioteca del colegio público Juana Infantes Vera que está a su cargo. Luego de acabarse la primera edición, vinieron tres más a cargo del Colmena Editores (2013, 2014 y 2015). Por esos años, el rumor de la 'prosa cochebomba' llegó hasta España, más precisamente al sello Pepitas de Calabaza. ¿El puente? Álvaro Lasso, de Estruendomudo, sello que publicó su tercer libro: Podemos ser héroes (cuentos).

El editor de Colmena, Armando Alzamora, no dejó de apostar por Roldán. Tanto así que se preparaba una nueva reedición. “Yo le dije a Armando que nos aguantáramos hasta el 2017 que se cumplían diez años de la primera edición”. Entonces, sucedió lo que algunos califican como sorprendente. Para los lectores de Generación Cochebomba, sin embargo, era simplemente, una consecuencia natural: una editorial grande -Seix Barral- le hizo una oferta al escritor. Era oficial: Generación Cochebomba había dejado de ser underground.  

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No existe una razón concreta que explique por qué 'pegó' tanto Generación Cochebomba. La exactitud no es una característica propia de la calidad literaria. Pero -tal vez- la respuesta esté en la honestidad que asumió Roldán. Él decidió escribir con la memoria de su juventud subterránea, desde el trago y el pogo que acompañaron sus noches ochenteras, desde el terrorismo y la hiperinflación que fue tan brutal como la explosión de un cochebomba. “Mi enfoque es el de un chico de Breña, de padre obrero -que termina como taxista- y de una maestra de educación inicial”, sintetiza. Ese chico de barrio que encontró la clave para construir una buena historia ambientada en un periodo de violencia: vaciarse de sus prejuicios.

[Video: Patricio Lagos]

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