La investigación que hizo públicos los casos de abusos sexuales cometidos en el Sodalicio de Vida Cristiana, pusieron sobre la mesa, como nunca antes, la importancia de que los abusos de tipo sexual contra menores de edad en instituciones educativas y formativas no queden impunes. Hoy no solo se lucha legalmente para que Luis Figari, fundador y principal acusado, sea castigado, sino que hasta el mismo Congreso de la República tendrá una comisión que se encargará de investigar este tipo de hechos.
Pero el caso Sodalicio dio también el valor suficiente a víctimas en otras instituciones para alzar la voz sobre lo que pasaron cuando no tenían la edad suficiente para entender que lo que se cometía contra ellos era un delito sexual. El último jueves, exalumnos del Colegio Héctor de Cárdenas informaron que denunciaron ante el Ministerio Público a Juan Borea Odría, exdirector del plantel, por el presunto delito contra la libertad sexual, ofensas contra el pudor y lesiones psicológicas graves. Un caso que se desencadenó tras la denuncia pública de una de las víctimas a través de las redes sociales, lo mismo que sirvió para que más exestudiantes hicieran lo propio.
En total son ocho jóvenes los que han decidido llevar sus casos ante la justicia, aún siendo conscientes que el tiempo transcurrido -en algunos más de veinte años- podría jugarles en contra.
Al respecto José Ugaz, encargado de la defensa de las víctimas, consideró que el "patrón sistemático" es una característica clave para lograr que el proceso avance, teniendo en cuenta que, además de los denunciantes, hay más de 40 testimonios respecto a los presuntos abusos cometidos por Borea.
"La única manera que tengo de describirlo es como un depredador sexual, y anda suelto. El señor Borea tiene el descaro de hacerse llamar cristiano, quizá sea tan cristiano como Cipriani", señaló una de las víctimas al referirse al exdirector del plantel, señalando además que ya en el 1999 al interior de la comunidad del plantel se denunciaron los abusos.
"Tenemos noticia que alrededor del año 99, en el contexto de la comunidad Héctor de Cárdenas, salió una denuncia de estos abusos. Se hizo una investigación, se le encaró y admitió lo que había venido sucediendo pero trató de minimizarlo. Su grupo decidió que no podía continuar dirigiendo el Colegio y debía realizar un retiro espiritual, de sanación, por lo que viajó un año a Puno (...) Tenemos completa certeza de que los abusos siguieron sucediendo hasta estos tiempos".
En marzo pasado Borea anunció que se retiraba definitivamente de la actividad educativa en general y pidió perdón a quienes pudieran haberse sentido afectados con su comportamiento, reconociendo que pidió a algunos alumnos 'que se saquen los zapatos para hacerles cosquillas'. Sin embargo, dijo que "en ningún momento hubo ninguna instancia de abuso sexual".
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