Este jueves, desde las primeras horas de la mañana de Bogotá, cientos de miles de colombianos madrugaron para ver pasar al Papa Francisco pasar en su recorrido desde la Nunciatura Apostólica hacia la plaza de Bolívar, donde se ubica la Casa de Nariño, sede del Gobierno de Colombia.
Ahí, pronunció su primer discurso de su visita de cuatro días a este país, en el que quedó claro que apoya sin remilgos el proceso reconciliación tras los acuerdos de paz con las FARC, que pusieron fin al último y más longevo conflicto armado de toda América Latina, que dejó 222.000 muertos y seis millones de desplazados.
Ante del espaldarazo público, Francisco habló primero son el presidente Juan Manuel Santos, cuyo gobierno sufre un fuerte desgaste como consecuencia de haber llevado hasta el final unas negociaciones con las FARC en un país dividido que rechazó en un referéndum —aunque por muy poco margen— el acuerdo de paz, acicateado por la fuerte oposición de sectores conservadores encabezados por el exmandatario Álvaro Uribe.
El Papa, muy agradecido por el cálido y multitudinario recibimiento, recordó partes del Evangelio según Mateo, que encajaban perfectamente con las tesis que le han costado el ostracismo político a Santos. "No hay que perdonar hasta siete veces, sino hasta 70 veces siete. Hay que celebrar el regreso del hijo pródigo, porque estaba perdido y lo hemos encontrado", dijo el Pontífice.
"Nuestra sociedad ha logrado grandes cosas. Colombia es el único país del mundo donde hoy las armas se están cambiando por las palabras; donde las armas se destruyen y se funden para convertirse en monumentos a la paz".
El Papa apoyó en su discurso el camino elegido por Santos para lograr la paz y que le valió el Nobel; incluso hizo una alusión dirigida a los que lo que lo cuestionaron por haber renunciado a una justicia plena en este proceso y gasta han intentado sabotearlo.
"Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo. Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente".
"En el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular; los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro […]"
Pero no todo fue elogio para el gobierno de Santos, que dejará el poder en el 2018 con una enorme deuda social. Y a eso apuntó el Papa en una parte de su discurso, en el que no dejó de citar a Gabriel García Márquez, el más célebre y universal de los colombianos:
"Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta Nación por décadas; leyes que no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia".
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