Si uno ha visto un largometraje ambientado en Nueva York, es casi imposible que en una de las escenas no se observe a un personaje pedir un taxi, ese vehículo amarillo que prácticamente se ha convertido en un símbolo de la cultura popular, reconocible en cualquier parte del mundo.  

Los tiempos, sin embargo, han cambiado y la escena de un hombre o una mujer alzando la mano para detener un vehículo parece estar camino al desuso o a la extinción. Hoy, gracias a las tecnología, se han desarrollado las apps de taxis, cambiando un negocio que parecía hasta hace algunos años inalterable. La mano alzada ya no es necesaria, tan solo basta mover los dedos sobre la pantalla de un dispositivo móvil. A la fecha casi 8 millones de usuarios cuentan con un smartphone y pueden descargar alguna de las apps disponibles.

Easy Taxi, Uber, Taxibeat, Cabify son algunas de estas aplicaciones que ya se han instalado en el Perú, siendo Lima su mercado más amplio.

Como todo parece indicar que con el paso de los años esa sea la tendencia mayoritaria en el servicio de taxi, cabe darle una mirada a esta alternativa que plantea grandes ventajas para los usuarios y un reto interesante para las autoridades encargadas de regular que los servicios a los ciudadanos sean adecuados.

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Antes de comenzar, vale la pena recordar el funcionamiento de estos dispositivos: el usuario 'baja' su app preferida de taxi y sigue las instrucciones para concertar un viaje con un conductor a un tarifa que la propia aplicación genera y que el cliente ha aceptado.

Más allá del impacto al mercado de transporte urbano que estos dispositivos móviles han generado, existen aristas dentro del triángulo usuario-conductor-ciudad a las que conviene prestar atención.

Usuarios

Un problemática que atraviesa a las metrópolis peruanas es la inseguridad. Y en ese fenómeno, los taxis han sido afectados (ayudado en gran medida por la informalidad).


Es así que un factor de la popularidad de las apps de taxi entre lo ciudadanos es la seguridad que ofrecen como uno de sus diferenciales. El hecho de que estas herramientas funcionen a la par con la Internet, generan que los pedidos y exigencias de sus clientes lleguen a través del sistema digital. Si uno navega por las páginas web de los aplicativos móviles notará que existe un item que habla de seguridad. De las apps mencionadas las que más desarrollan este aspecto -en sus páginas web- son Uber, Taxibeat y EasyTaxi. Entre sus medidas ofrecidas se incluyen el seguimiento de la ruta elegida para el viaje, el acceso a los datos del conductor y vehículo, así como formas de contacto con los aplicativos en caso de imprevistos.


A ello se le suma la comodidad que para muchos ofrecen los vehículos de los conductores que utilizan las apps de taxi. No solo existen requerimientos específicos respecto de las características del vehículo ofrecido sino que las apps permiten imponer un estándar de servicio: los conductores tienen el incentivo de manejar mejor cuando la carrera ha sido tomada mediante una app, porque el pasajero los evalúa a través de un sistema de calificación al final del viaje.

Si se observa la relación de consumo desde la perspectiva de los conductores, a los vehículos de los taxistas podría subir cualquier persona. El halo de inseguridad también los afecta. Es por eso que el uso de apps también supone una ventaja de seguridad para quienes brindan el servicio.

Las apps de taxi lo saben y para atraer más conductores han desarrollo políticas para disminuir la sensación de vulnerabilidad. De hecho, estos aplicativos (en sus páginas webs) tiene una sección dedicada a los choferes, siendo uno de sus puntos la seguridad. Por supuesto, todo beneficio exige el cumplimiento de ciertas reglas. En conversación con este portal, Christophe Robilliard, cofundador de Easy Taxi Perú, explicó que parte de la evaluación a los conductores incluye la revisión de antecedentes penales y judiciales, así como la documentación reglamentaria del vehículo.

Desde el plano social y económico, los aplicativos móviles han 'tecnologizado' el cachuelo. Todos conocemos a una persona que eligió ser taxista tras perder un trabajo. Y de hecho estas empresas ofertan la idea de que bajo su sistema se puede obtener más dinero que en la modalidad tradicional. Y esa ganancia que obtienen las apps, al estar dentro de un sistema formal, está afecta a tributación, es decir, el Estado obtiene un beneficio, tal como nos lo dijo Robilliard:

"Easy no solo factura por sus servicios brindados en el Perú y tributa IGV e Impuesto a la Renta en nuestro país, sino que también hemos logrado que miles de conductores se formalicen ante la Sunat (sistema de facturación electrónica integrado con la aplicación) para poder brindar sus servicios usando nuestra tecnología".

Una noticia positiva considerando que el Perú pierde anualmente -de acuerdo a estimaciones dadas en el 2015- S/. 25 mil millones por defraudación tributaria.

Existe, a su vez, un potencial inclusivo. En varios países, por ejemplo, se han desarrollado apps de taxis con conductoras mujeres (SheRides: Women For Women en EEUU, Femitaxi en Brasil, SheTaxi en Argentina, entre otros). Un servicio que se enmarca dentro de una cultura de prevención del acoso sexual, además de promover la independencia económica de las mujeres.

La ciudad, como colectivo, tampoco es ajena a estos cambios. Una mano alzada en una esquina puede causar congestión luego de que un taxista decide detener su vehículo para 'capturar' un pasajero. Imagine esa mano multiplicada por cinco o diez. El caos no tarda en llegar. Si uno programa su movilidad desde un dispositivo móvil, la situación varía. ¿Podría ser esta una solución a la falta de estaciones de taxis de la que adolecen metrópolis como Lima (donde en el 2016, circulaban 182 mil taxis, aproximadamente)? No podemos asegurarlo, pero como suele suceder ante la indiferencia de las autoridades (municipales en este caso), desde la sociedad se generan respuestas.

A ello podemos agregar la incidencia en la conciencia ciudadana sobre la dinámica del servicio. A causa de la divulgación de las apps de taxi, el vecino ha podido conocer un sistema diferente, más cómodo y ordenado (cualidades que se exponen en la presentación del vehículo y el conductor) y a decir de lo que se ven en las calles, va ganando más adeptos. Pero lo más resaltante de este fenómeno, que mezcla el transporte con la tecnología, es el recordatorio de que la actividad laboral está alejándose de los cánones tradicionales. No es necesario tener una oficina o una central para desarrollar una empresa. Aunque, claro, ello también debe llevarnos a pensar en una nueva regulación de los servicios, una más apropiada para el siglo XXI.

[Imagen de cabecera: tomada de impulsonegocios.com]

[Patrocinado por Easy Taxi]