Este martes 18 de julio se inaugurará el Santuario Ecológico de la Memoria en Cayara (Ayacucho) para conmemorar la masacre de 35 campesinos, entre niños y adultos ocurrida en mayo de 1988, a manos de fuerzas militares. 

A propósito de ello, la congresista Tania Pariona, comparte su reflexión sobre este terrible episodio de la historia política el Perú: 

Caso Cayara: Seguimos clamando justicia, verdad y reparación 

El 13 de mayo de 1988 una columna terrorista de Sendero Luminoso atacó un convoy militar cerca de Cayara, Ayacucho, donde murieron cuatro militares. En represalia, el Comando Político-Militar de Ayacucho puso en marcha el “Plan Persecución” que se extendió por varios días y durante el cual 39 pobladores fueron asesinados cruelmente.

A casi tres décadas de la matanza, reina la impunidad pues hasta la fecha no hay autoridad ni alto mando militar en condición de procesado o preso, aunque los responsables están plenamente identificados por la población. Tampoco se investigó sobre los irregulares hechos posteriores en este caso y, mucho menos, el expresidente Alan García ha dado cuenta de sus acciones como gobernante por la masacre de Cayara, ocurrida durante su gestión. 

Según la Comisión de la Verdad (CVR), 39 personas: madres, padres, hermanos, hijos del pueblo de Cayara, fueron víctimas que perdieron la vida, no durante un enfrentamiento como aducen los militares, sino como parte del “Plan Persecución” ejecutado por el Jefe del Comando Político-Militar de la zona, General José Valdivia Dueñas.

Diez unidades militares y 200 efectivos movilizados a la zona, para arremeter contra pobladores desarmados que retornaban de una faena agrícola, torturarlos y matarlos ante sus familias, constituye violación flagrante de los derechos humanos.

La posterior desaparición de los cadáveres, asesinatos de testigos, amedrentamiento del fiscal que investigaba el caso y sucesivas comisiones investigadoras del Ejecutivo y Legislativo, sólo han mostrado, la voluntad de encubrir lo sucedido para eludir la justicia y la responsabilidad política.

A pesar de los años transcurridos, no podrán callarnos.

Hoy que el Ministerio de Justicia inaugura el Santuario Ecológico de la Memoria en Cayara debemos recordar que este caso permanece en la impunidad casi treinta años. En ese tiempo hemos tenido que escuchar discursos agraviantes de autoridades que defienden a malos efectivos militares y policiales, responsables de graves violaciones a los derechos humanos.

La memoria tampoco debe dejar de lado que a las masacres sucedió la violencia sexual contra las mujeres, el miedo y la estigmatización como terroristas, de todos los cayarinos. Por ello, propusimos la modificatoria de la Ley que crea el Plan Integral de Reparaciones (PIR) para ampliar las reparaciones a las víctimas de violencia sexual. Eso nos dejó la guerra, más pobreza.

Una tragedia permanente

Hoy Cayara sobrevive con carencia de agua potable, altos índices de anemia infantil, limitados servicios de salud y educación, sin servicio especializado para adultos mayores y graves afectaciones a las viviendas como resultado de la feroz lluvia de marzo pasado. Mientras tanto, los jóvenes cayarinos emigran buscando mejores oportunidades, pues el PIR no los ha beneficiado aún.

Al mundo no le queda duda que la barbarie vivida en Europa durante la guerra mundial fue atroz e indignante para la humanidad entera. ¿Qué diferencia hay entre esos ciudadanos y los que fueron salvajemente asesinados cuando regresaban con sus familias de la cosecha en las alturas de Cayara?

Si la indignación no se despierta en el corazón de los lectores, los ciudadanos, las autoridades, es porque para los peruanos, hay ciudadanos que merecen justicia y otros que lamentablemente, no tiene acceso a ella.


(Foto: Noticias SER)