Con los pulgares de sus manos desprende la cascarilla que cubre la semilla, la cual ha pasado durante varios días por un proceso de secado sobre una tarima. “Este es el oro”, dice el agricultor señalando lo que queda de ella luego de pelarla: una suerte de maní ligeramente verdoso, es el café que, por su calidad, luego será exportado a distintas partes del mundo.
Después de tres horas en auto, desde el distrito de Satipo (provincia de Satipo, Junín), yendo por una carretera asfaltada no hace más de dos años y atravesando durante 40 minutos una trocha carrozable, se llega al campo de trabajo de la cooperativa cafetalera ecológica Valle Santa Cruz, creada en el 2006, en el centro poblado Alto Unini, distrito de Río Tambo. Es allí donde el agricultor y socio de esta cooperativa, Javier Sedano, nos enseña el oro de la zona norte del VRAEM.
Un nuevo rostro
Asociada con el narcoterrorismo, con ser una zona de tránsito y de producción de drogas ilícitas, las municipalidades distritales incluidas en la mancomunidad NorVRAEM -Río Tambo, Río Negro y Mazamari, los tres pertenecientes a la provincia de Satipo- quieren que esta región sea más que esos estigmas, que tienen una base en cierta medida en hechos; los cuales, sin embargo, no representan a todas las comunidades agrarias que producen las mejores frutas del país, solo por referirnos a una parte de su mejor producción.
Este es el caso de la cooperativa Valle Santa Cruz, que el año pasado obtuvo el tercer puesto al mejor café de la selva central en el XII Concurso Nacional de Cafés de Calidad durante la Expo Café 2016.
Cuando uno sube por la trocha que lleva a esta comunidad de cafetaleros, a 1.300 metros sobre el nivel del mar, llama la atención no solo la presencia visible de arbustos de café en todo el camino, sino además cómo estos están dispuestos: entre cada planta de café hay una distancia que los separa y que se repite entre cada una. Jeremías Camposano, especialista en certificación orgánica y comercio justo, quien asesora técnicamente a la cooperativa, nos dice que los cafetaleros de esa zona han aprendido a cultivar la semilla de esa manera para que luego no tengan que enfrentarse con follajes enredados.
Este oro no se explota. Se produce con conocimiento y con una visión de largo plazo, en especial con una planta como el café que produce su mejor fruto a partir del tercer año, así nos lo contó Camposano. Un proyecto de la Municipalidad de Río Tambo, financiado por la Comisión Nacional para el Desarrollo y una Vida sin Drogas (Devida), incluyó asesoría técnica a estas comunidades para trabajar la potencialidad del café. En el caso de la cooperativa Valle Santa Cruz, uno de los rasgos diferenciadores al que apunta esta asociación es no utilizar insumos químicos ni fungicidas; de ahí el rótulo de cooperativa ecológica. Su siembra se realiza durante el inicio de lluvias, en octubre.
Sedano comenta a LaMula.pe que los insumos que sí se utilizan para el cuidado del follaje del arbusto de café -en su variedad local- son minerales como la cal y el sulfato de cobre, este último presente de manera natural en algunas plantas. En la actualidad, la cooperativa Valle Santa Cruz tiene un acuerdo con la Universidad Agraria de La Molina para que esta los guíe en la toma de decisión sobre cada cuánto tiempo urge abonar y qué tipo de abono debe utilizarse en el particular suelo de esta región.
Con la asesoría y el conocimiento ahora son los agricultores los que, cada cierto tiempo, corrigen y aclaran a los técnicos sobre el comportamiento de la planta de café, nos dice Camposano, quien los acompaña.
Si bien este caso es ejemplar, en los alrededores de la zona no han podido conseguir lo que sí los asociados de esta cooperativa: exportar a Alemania, Polonia, Inglaterra y Francia. Hay varias razones para ello: los otros agricultores no alcanzan la cantidad de socios adecuada, no logran acopiar la cantidad ni la calidad de café necesarias para ser tomado en cuenta como producto de exportación. La cooperativa Valle Santa Cruz también experimenta una de esas condiciones de riesgo, que es la disminución de sus asociados con el pasar de los años.
No obstante, la cooperativa entiende la importancia del emprendimiento, de la insistencia. El día que llegamos al Alto Unini, agricultores conversaban con empresarios españoles, quienes, de acuerdo con funcionarios de Devida, estarían buscando establecer un convenio marco para que los cafetaleros de esta zona puedan ir más allá de la siembra: por ejemplo, formarlos en cata y barismo, además de aumentar la calidad de esta versión orgánica del café.
El oro que hace siglos atrás atrajo a unos aventureros desde España no es el mismo que el de ahora en el VRAEM, en especial el de Río Tambo. Hoy, más bien, atrae a personas que tienen la intención de profesionalizar aun más el arte de producir café en el país.
(Foto de cabecera: Daniel Ávila / LaMula.pe)
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