Un atentado con coche bomba perpetrado este miércoles en una zona diplomática y de alta seguridad en Kabul, cerca del Palacio Presidencial, donde se encuentran varias embajadas y edificios gubernamentales, deja un saldo confirmado de 80 muertos y 350 heridos, según el portavoz del ministerio de Salud Pública afgano, Ismail Kawusi.
La explosión se produjo hacia las 08.25 (hora local) en el Distrito Policial 10, cerca de la plaza Zanbaq, en una zona cercana a varias embajadas, la de Alemania entre ellas, precisó otro representante ministerial, Wahidullah Majroh.
El atentado con un camión bomba es uno de los más graves que se ha producido en la capital afgana y ha afectado a varias embajadas próximas, entre ellas las de Alemania, Francia y China. También ha dañado el hospital de la ONG italiana Emergency. Los talibanes han negado su responsabilidad.
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Asimismo, el portavoz de la Policía de Kabul, Basir Mujahid, indicó que las primeras investigaciones apuntan a que el objetivo del vehículo "no está aún claro, pero fue cerca de la Embajada de Alemania" y señaló que la zona está acordonada para continuar las investigaciones.
El presidente afgano, Ashraf Ghani Ahmadzai, ha tachado la matanza de “crimen contra la humanidad” al expresar su condena a través de Twitter y pedir la semana pasada a todos los grupos insurgentes que respetaran la celebración del mes sagrado y detuvieran sus acciones armadas. La detonación fue a penas a 800 metros de distancia del lugar de la explosión y ha tenido que oírse en el propio palacio presidencial, conocido como Arg o Ciudadela.
Por su parte, los talibanes han negado cualquier implicación. En un comunicado, el portavoz de la guerrilla, Zabihullah Mujahid, ha reiterado que condenan ese tipo de “operaciones indiscriminadas que causan víctimas civiles”.
En los últimos meses Kabul ha sufrido esporádicos atentados que apuntaban al deterioro de la seguridad en todo Afganistán, pero hay que remontarse a julio del 2016 para encontrar uno de la gravedad vivida este miércoles donde dos suicidas causaron un centenar de muertos al hacerse estallar en una manifestación de chiíes. Como muchos de los últimos ataques, aquel también se lo atribuyó el Estado Islámico en la Provincia de Jorasán, como se autodenomina la franquicia local del ISIS.
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Las deficiencias en la seguridad afgana es una clara muestra de un Gobierno paralizado por las diferencias políticas de sus dos cabezas (el presidente y el jefe del Ejecutivo). El Ejecutivo afgano ha ido perdiendo terreno ante los talibanes y otros grupos insurgentes desde el final de la misión militar de la Alianza Atlántica y en este momento apenas controla un 57 % del país, según información de Washington.
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