Los chilenos consideran que su actual Carta Magna carece de legitimidad y, de acuerdo con diversas encuestas, el 70% de ellos apoyan el proceso de largo aliento que convocó la presidenta Michelle Bachelet, hace 18 meses, para cambiar la Constitución de 1980 establecida en la dictadura de Augusto Pinochet.  

La presidenta Bachelet convocó a los ciudadanos a un proceso, cuyo objetivo es la elaboración y aprobación de una nueva Carta Política para el país. El exministro del Interior del actual gobierno Jorge Burgos subrayó que en esta etapa inicial ha habido un intenso debate sobre cuestiones constitucionales, como el país no había conocido antes. "Estamos en presencia de un proceso inconmensurablemente más democrático que cualquiera de los momentos constitucionales anteriores", dijo.

No obstante, el debate durará todo el próximo periodo presidencial (2018-2022) y estará marcado por las diferentes visiones que existen en Chile sobre una nueva Constitución. Según Burgos, "persistirá una tensión entre aquellos que no quieren cambiar nada —el expresidente Sebastián Piñera, entre ellos— y aquellos que lo quieren cambiar todo, como Frente Amplio [izquierda] y sectores de la Nueva Mayoría [de centroizquierda]".

"No se trata de partir de cero, ni de borrón y cuenta nueva. Chile tiene una rica historia constitucional tras la construcción, siempre tentativa, siempre imperfecta, de una República democrática, que fue el objetivo de la Constitución de 1833", sostuvo el senador democristiano Ignacio Walker.

El proceso de discusión se centraría en la forma, ya que Chile todavía no decide el mecanismo por el que se elaborará la nueva Constitución. Tanto el politólogo Genaro Arriagada, como los ex funcionarios Walker y Burgos tienen recelos sobre el camino hacia una Asamblea Constituyente.

"Una Convención Constituyente nombrada por el próximo Congreso Nacional que se elige en noviembre próximo con 60 miembros, 30 parlamentarios —15 senadores y 15 diputados— y 30 ciudadanos, todos ellos elegidos por el Congreso Pleno, cuya propuesta sea plebiscitada", subraya Walker.

Por su parte, Arriaga sustenta que cuanto más tarden las autoridades chilenas en atender esa demanda ciudadana, mayor será la posibilidad de que esta se transforme en la bandera de lucha del populismo, de izquierda o de derecha, que quiera dar un salto al vacío en materia constitucional apoyándose en alguna forma de democracia plebiscitaria y asociando una nueva Constitución a satisfacción de demandas que ninguna Carta puede satisfacer.

"Hay que tener presente que regímenes populistas como los del socialismo del siglo XXI pusieron en su centro una nueva Constitución y una Asamblea Constituyente", indica el también exministro del democristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000).

"Como señala el profesor Jorge Correa Sutil (abogádo y político chileno), una Constitución es, ante todo, un modo de organizar, dividir, limitar y controlar el poder político", recuerda Burgos.

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