Mayo de 1983, Sendero Luminoso llega a los distritos de Manta y Vilca, en Huancavelica, para captar militantes. Cuatro meses después los declara ‘zona liberada’. En diciembre de ese año el gobierno de Fernando Belaunde decide ampliar el estado de emergencia (hasta entonces instaurado en Ayacucho) a toda la región. Los militares se instalan en bases militares para enfrentar a los subversivos, pero comenten excesos contra las comunidades, entre ellos violaciones sexuales.  

Tras algunas denuncias e investigaciones se ha establecido que entre 1984 y 1995 la violencia sexual fue una práctica reiterada de militares contra mujeres de estos dos distritos. Se identificaron a 24 víctimas de violación y a 32 menores cuyos padres eran militares, pero que jamás fueron reconocidos. Las violadas, en su mayoría, fueron jóvenes.

Décadas de indiferencia, negación, discriminación y falta de interés del Estado peruano por hacer justicia para estas compatriotas, que este lunes 17 de abril darán su testimonio ante la Sala Penal Nacional, que en julio del 2016 inició juicio oral contra 14 integrantes de las Fuerzas Armadas por el delito de lesa humanidad, en la modalidad de violación sexual por los sucesos ocurridos en Manta y Vilca.

Memoria escénica

Un pueblo sin memoria no tiene presente ni futuro, y aunque muchos momentos de la historia del Perú se quieren silenciar, cada vez es más necesario que estén en agenda para poder construir una sociedad más justa e inclusiva. Y en esta tarea el arte escénico juega papel importante.

“Dos hermanas tratan de vencer las adversidades de la época del terrorismo con juegos y complicidades propias de la niñez. Pero, esa etapa de la vida que debiera ser inocente y feliz se rompe abruptamente cuando las fuerzas armadas instalan la base militar en su pueblo”, dice la presentación de la obra ‘Manta y Vilca’, escenificada por la Asociación Cultural Trenzar, cuyas facilitadoras de dirección y gestión son Micaela Távara y Alondra Flores, activistas feministas.

Es 1984 en Huancavelica, las hermanas Manta y Vilca, deben afrontar el desamparo y la invasión de su pueblo, de sus casas, de sus cuerpos. Es un relato honesto y brutal como las mismas sensaciones que muchos deseamos olvidar. ¿Dónde quedan la niñez, los sueños, la vida en un contexto de terror y olvido?

La obra busca contar los hechos de violencia sexual ocurridos durante el conflicto armado interno en Huancavelica. La memoria escénica es interpretada por Mehida Monzón y Carmen Amelia Álvarez. “Manta y Vilca es la oportunidad para que las y los peruanos nos aproximemos a una realidad que exige justicia”, dicen las activistas.

LaMula.pe conversó con Alondra, Micaela, Carmen y Mehida:

Esta memoria escénica se presenta en un contexto en el que, según el Concejo de Reparaciones, existen 6 182 víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado registradas hasta el 2016, y una sola sentencia condenatoria. El juicio oral del caso Manta y Vilca, se desarrolla con lentitud, mientras los integrantes de las Fuerzas Armadas acusados de delitos de lesa humanidad en la modalidad de violación sexual, niegan los cargos. Toda esta situación revictimiza a las mujeres.

Manta y Vilca se presenta hasta el 30 de abril en Casa Pausa (General Suárez, 955, Miraflores).

Para más información , este es el evento.