Por Gabriela Wiener
Cuesta imaginar la obra de Violeta Parra metida en un moderno y minimalista edificio de 1.330 m² y paredes blancas. Sobre todo si la has imaginado a ella toda la vida en una grande y colorida carpa de puertas abiertas, allá en La Reina, sobre el escenario y tocando la guitarra, rodeada de gente, de bebidas y pensando que la creación es un pájaro sin plan de vuelo que jamás volará en línea recta. La obra de la chilena no solo es multidisciplinar sino que hay algo muy vivo en ella, entre lo humano y lo divino, que se puede reconocer y sentir pasados ya 100 años.
¿De verdad se puede museizar a Violeta Parra? “Ese será siempre el desafío. Toda intervención es subjetiva y arbitraria. Por lo tanto, es la atmósfera, las sensaciones y la experiencia lo que se ha determinado como prioritario”, explica Cecilia García-Huidobro, directora del Museo Violeta Parra, que por fin se inauguró en el año 2015, tras veinte años de espera. Allí se ha reunido la obra plástica permanente de la artista, casi 50 piezas –aunque solo se exhiben 23–, entre sus arpilleras, óleos y trabajos en papel maché, además de documentación, fotos y material audiovisual.
El nieto de Violeta, Ángel Parra, declaró que el museo “es un alivio para Chile y una emoción enorme que por fin se lograra un espacio digno para mi abuela. Nuestro país aún tiene deudas con varios próceres nacionales, y Violeta estaba en esa lista escandalosa de postergación hasta que se concretó este edificio”.
El arquitecto que diseñó el edificio dice que pronto el paseo peatonal unirá al Museo Violeta Parra con el planeado Centro Cultural Argentino, en honor a Mercedes Sosa, para unir los caminos de estas dos grandes folkloristas latinoamericanas, para que todos nosotros podamos transitarlos. Este año se cumple el centenario de su nacimiento y Chile se prepara para celebrarlo con exposiciones, libros y conciertos. El museo tendrá un papel central.
¿Qué se prepara en Chile y en el museo en particular para celebrar el centenario del nacimiento de Violeta Parra?
El museo prepara una nueva museografía, incorporando más información sobre la vida y obra de Violeta. Prepara también un espacio museográfico en el jardín y la implementación del CEDOC. Tenemos conciencia de que este espacio es la casa de Violeta y, por lo tanto, hay, y habrá, una enorme demanda
¿Qué tiene Violeta Parra que consigue tan bien hacer esa conexión entre vanguardia y raíces?
Pienso que su genialidad, que es innegable, unida a su autenticidad la llevan directo a la conjunción entre legado y vanguardia.
Mencionas que hay héroes que el pueblo elige y no pasan por las instituciones, ¿Por qué eligió el pueblo de Chile a Violeta Parra?
La frase que más se repite en el libro de visitas del museo es “emoción”. Violeta Parra nos conecta con el territorio, con una sabiduría primigenia, trascendiendo tiempo y espacio. Eso llega al mundo de las emociones y los afectos antes de pasar por la razón. Cuando algo así se produce, se reconoce inmediatamente, sin que sea necesario que la institucionalidad lo instale ni la farándula lo promueva.
¿Cuándo comprendieron las instituciones su innegable valor cultural? ¿Durante cuánto tiempo se le negó? ¿Por qué solo ahora se le hace un museo?
Yo creo que todo pasó como tenía que pasar. El museo nace “después de vivir un siglo”, convirtiendo a la bella estrofa en profecía. Lo que está claro es que el tesón de sus hijos Isabel y Ángel mantuvo la colección unida y empujó a que se construyera el museo. Hoy es reconocido por los chilenos como propio.
Trabajaste con su hija Isabel Parra en la gestión del legado la artista. ¿Cómo fue ese camino hasta el lugar desde el que hablamos ahora?
Tuve el privilegio de trabajar con ella en el primer espacio que se generó para mostrar su obra visual y editar el libro que la mostró como la gran artista plástica que es. El camino fue arduo porque requirió convencer a instituciones culturales, empresas, etc. acerca de la importancia de llevar a cabo ese trabajo. Se logró con creces y estoy segura de que fue la semilla para este edificio.
El trabajo de recuperación del folclore que hace Violeta parece mandar un mensaje velado, que desborda lo político para llevarlo a lo esencial, a la tradición, la oralidad, las historias comunes y populares. ¿Cómo se podría explicar ese lado de Violeta a quién no ha vivido desde dentro la historia de Chile?
Como le decía, ella trasciende el tiempo y el espacio y, por lo mismo, es universal. Su música y sus imágenes llegan al corazón de las personas porque se refieren a la problemática misma de la humanidad.
Este museo pone sobre la mesa el valor como artista pictórica de esta gran compositora considerada una de las grandes poetas chilenas. ¿Van a la par el reconocimiento en ambas disciplinas o se ha requerido un esfuerzo extra para valorizar este otro lado no musical de la artista?
El poder de la música es imbatible. Creo que siempre va a tener un lugar más destacado.
¿Se le podría haber concedido el nobel como a Dylan?
¡Exactamente! Pienso igual; lo merecería con creces.
¿En qué consiste tu trabajo como cuidadora del patrimonio cultural de Parra?
Esa palabra es lo que define lo que estoy haciendo: cuidadora. Espero consolidar este espacio y proyectarlo con mucha energía para las generaciones siguientes. Espero, a su vez, aumentar la colección y continuar con la línea educativa que hemos implementado.