La muerte de embajador de Grecia en Brasil, Kyriakos Amiridis, ha conmocionado al país, por la macabra historia que la Policía, en tiempo récord, logró destapar. Una historia con todos los ingredientes de novela de horror: maltrato, desesperación, infidelidades y dinero de por medio.
Todo empezó el miércoles último, cuando Francoise Amiridis, la esposa del diplomático, denunció ante la Policía Civil de Río de Janeiro -que suele resolver solo el 16% de homicidios que investiga- la desaparición de su marido. Según contó la mujer de 40 años a los investigadores, el embajador no había vuelto a casa desde el lunes último en que salió.

francoise amiridis, tras denunciar la desaparición de su marido.
Kyriakos Amiridis había viajado de Brasilia a Río para pasar las fiestas de fin de año junto con su esposa, con la que llevaba 15 años, y la hija de ambos de 10 años. El diplomático fue cónsul en Río de Janeiro entre 2001 y 2004, y había vuelto a Brasil como embajador a principios de este año.
La Policía halló el cadáver carbonizado del diplomático griego el jueves por la tarde, dentro de un auto quemado, que tenía la misma matrícula que el alquilado por el embajador. El vehículo estaba bajo un puente en Nova Iguazu, en las afueras de Río, a 48 km de la playa de Ipanema.

El auto en el que fue hallado el cuerpo del embajador griego.
A priori, parecía que el diplomático hubiera sido víctima de la delincuencia común. Río tiene una alta tasa de criminalidad y los incidentes violentos no son inusuales, sobre todo en la temporada entre Navidad y Año Nuevo.

Kyriakos Amiridis, el embajador asesinado.
Pero cuando los agentes acudieron a la casa de la viuda a decirle que habían hallado el cadáver su marido, se percataron de manchas de sangre en el sofá. Eso los hizo dudar de la versión de la mujer y empezaron a investigar en otra dirección. No se equivocaron. La historia dio un giro de 180 grados.
Entonces revisaron las cámaras de seguridad de la urbanización donde vive el matrimonio. Ahí vieron que dos hombres jóvenes habían ingresado a la casa del embajador el lunes por la noche. Las investigaciones posteriores permitieron identificarlos: uno es el policía militar Sérgio Gomes Moreira, de 29 años; y el otro el sobrino de este, Eduardo Moreira, de 24 años. Ambos fueron detenidos para ser interrogados.
Según las pesquisas y posteriores testimonios, Sérgio Gomes Moreira era amante de la mujer del embajador hace seis meses. Según su versión de los hechos, él se peleó con Kyriakos Amiridis luego de increparle por las agresiones constantes que propinaba a su esposa. El enfrentamiento físico, de acuerdo a su testimonio, se fue de las manos y el embajador le sacó un arma y le apuntó. Gomes Moreira sostuvo que lo asfixió en "defensa propia".
Esta declaración, sin embargo, no coincide con los pruebas que tiene la Policía. El oficial a cargo del caso, Evaristo Pontes, cree que aquella versión es improbable. Primero porque los agentes hallaron sangre del embajador en el sofá de su casa. Por ello, la hipótesis por la que se inclinan es que el policía militar fue a la casa con la intención de matar al embajador.
Además, porque su sobrino y cómplice ya había confesado. No solo contó que tras matarlo, envolvieron el cuerpo del embajador en una alfombra y lo cargaron en el asiento trasero del coche que Amiridis había alquilado. Así se aprecia también en las imágenes de las cámaras de seguridad que los captaron casi a las tres y media de la madrugada; también dijo que la viuda le ofreció 80.000 reales (unos 25.000 dólares) por deshacerse de su marido y que él aceptó. Para alguien humilde como él, esa suma era irrenunciable, según dijo.
Por ello, la esposa del embajador asesinado también fue detenida. En un principio negó que haya estado en la casa cuando ocurrió el crimen, pero el sobrino de su amante afirmó que antes de que ellos salieron de la residencia con el cadáver, la mujer llegó con su hija de 10 años, y les exigió que se apuren. La pequeña no vio nada, de acuerdo a su versión.
Françoise negó que conozca al supuesto cómplice, pero sí admitió que supo del asesinato al día siguiente, cuando vio la mancha de sangre en el sofá de su casa y le pidió explicaciones a su amante.
Según la tesis policial, tras cometer el crimen, el policía militar dejó a su sobrino y manejó el auto de su víctima sin rumbo hasta que decidió esconder el vehículo con el cadáver dentro. Casi 24 horas después, Gomes Moreira optó por quemar el auto, con el fin de que parezca un hecho de violencia urbana rutinaria.
Otro hecho que llamó la atención de la Policía, y que complica la situación de la viuda del embajador, es que esta no fue sola a denunciar la desaparición de su marido. Fue con su amante y un abogado. ¿En qué estaba pensando cuando se presentó en la dependencia policial acompañada del asesino de su cónyuge? Ahora, los investigadores tienen 60 días para terminar de cerrar el caso y absolver esta y otras interrogantes que aún quedan: la principal es el móvil del asesinato de Kyriakos Amiridis.