El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó este viernes una resolución que urge a poner fin a los asentamientos de Israel en los territorios palestinos. El texto fue aprobado gracias a la abstención de EEUU a ejercer su derecho de veto, como lo venía haciendo en otros casos similares referidos a la nación judía.

Este hecho además refleja el pulso por el control de la política exterior entre el presidente saliente de EEUU, Barack Obama, y su sucesor, Donald Trump, quien a pedido del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, presionó sin éxito para impedir que la resolución se sometiese a votación y que, si ocurría, Washington la vetase.

Es inusual también que un presidente electo, que es un ciudadano común porque todavía no ha jurado el cargo, actúe por su cuenta en política exterior, que llame a líderes extranjeros y que hasta presione al propio presidente en funciones. "En lo que respecta a la ONU, las cosas serán diferentes después del 20 de enero", dijo Trump a modo de advertencia en un tuit.

Los esfuerzos del magnate neoyorquino tuvieron éxito en un primer momento y lograron aplazar un voto previsto para el jueves, luego de que telefoneara al presidente de Egipto, país que había redactado la resolución, para que la retirara. Pero el viernes, cuatro países que no son miembros permanentes del Consejo —Malasia, Nueva Zelanda, Senegal y Venezuela—, volvieron a poner la propuesta sobre la mesa y lograron que se apruebe, con 14 votos a favor. La única abstención fue la de EEUU.

El texto aprobado mantenía la petición del Consejo de Seguridad de la ONU para que Israel detenga la actividad y la expansión de los asentamientos y advertía que la comunidad internacional no reconocerá ninguna alteración de las fronteras establecidas antes de la guerra de 1967 si no hay un acuerdo entre las partes.

Netanyahu, por su lado, adelantó que Israel no acataría los términos de la resolución, que calificó de vergonzosa, y llamó a consultas a sus embajadores en Nueva Zelanda y Senegal, dos países que apoyaron el documento y cortó todos los programas de ayuda hacia la nación africana.

"No se pueden defender los asentamientos y la solución de los dos estados [palestino e israelí]", dijo a su turno la embajadora de EEUU ante la ONU, Samantha Power,  al justificar la abstención, la cual -insistió- es coherente con la oposición pasada de Washington a los asentamientos y a la defensa de una solución al conflicto que incluya dos estados.

Esto se da en un contexto en el que la relación de Obama con Netanyahu no ha sido fácil. El presidente saliente ha preservado y reforzado el compromiso estadounidense en la ayuda militar pero, al mismo tiempo, se enfrentó al líder israelí por el acuerdo nuclear con Irán, al que este se oponía, entre otros motivos.

Trump ha dado muestras inequívocas de querer romper con la postura de Obama respecto a Oriente Próximo, y en algunos casos con décadas de continuidad de política exterior estadounidense. Desde la relación con Rusia, pasando por política hacia China y Cuba, hasta la doctrina nuclear.

En el caso de Israel, Trump ha dado mensajes contradictorios. Por un lado, en la campaña, se rodeó de consejeros como Steve Bannon, próximos a movimientos de la derecha radical que agitan el antisemitismo y, por otro, el magnate ha tenido una retórica agresiva sobre el conflicto entre israelíes y palestinos que es del agrado de Netanyahu, lo que se ha interpretado como un eventual giro en la posición que ha mostrado EEUU que en las últimas décadas, en las que ha intentado jugar un papel de intermediario.

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