Por Gabriela Wiener


Fue una de las primeras artistas contemporáneas peruanas que podríamos calificar sin ninguna duda de feminista. A fines de los 90s, mucho antes de la reciente eclosión vivida en el Perú, puso en el centro de la acción a una mujer, el cuerpo de una mujer, sobre el que proyectó una mirada crítica a todos los discursos que lo han atravesado y mancillado. Las limeñas y limeños pudimos apreciar parte de su trabajo transdisciplinario, gestado entre el Perú y los Estados Unidos gracias a la retrospectiva que le dedicó hace poco el Proyecto AMIL, “Elena Tejada-Herrera-Videos de esta mujer: registros de performance 1997-2010”, en la que mezcla performance, instalación y práctica social, hibridando, contaminando. La producción de la subjetividad, las relaciones de género, el deseo femenino, la denuncia de la violencia estatal y la crítica a la representación de la mujer en los medios se articulan en su obra. Elena es subversión pura. Y desde La Florida habla por primera vez de las agresiones machistas a las que debió someterse por ser mujer, artista y feminista en el Perú.

¿Fue difícil ser una pionera en arte feminista, cocinarlo en el Perú del fujimorismo y hacerlo público en sus últimos estertores?  

No lo asumo como dificil o fácil. El trabajo parte de una urgencia, la de responder a situaciones frente a las que es imposible permanecer calladxs. Además, creo que el arte tiene un poder transformador y que puede generar cambios. Para mí es más difícil guardar silencio, ser cómplice de situaciones injustas. El contexto al que respondía mi trabajo en ese momento nos afectaba a todxs. El arte es el medio con el que mejor me expreso. Y es arte pero también activismo, sin ser panfletario. La Lima en que produje esos trabajos era una Lima cucufata, al punto que generaron rechazo no solo entre los hombres, sino también entre las mujeres. Pero cuando realmente crees en lo que estás haciendo y tienes una convicción muy fuerte, el rechazo no te afecta. Más bien es una reacción esperable dentro de las circunstancias.

¿Y cómo ves esta primavera feminista en el Perú? ¿Qué te parece lo más importante de haber despertado, porque según las noticias las mujeres seguían siendo asesinadas mientras ocurría la marcha?

Me parece excelente que las mujeres se estén organizando y generando acciones de respuesta y de presión social para generar cambios. Va a tomar tiempo, pero estas acciones son necesarias y urgentes mas que nunca. El activismo debe abordarse desde distintos frentes, distintos espacios, el artístico sí, pero también el educativo, el activismo político, comunitario... Ni Una Menos es el grupo más conocido, pero el surgimiento feminista de hoy es el resultado del trabajo de campo de distintas organizaciones de mujeres en el Perú a través de muchos años. Para mí hacer activismo significa continuar produciendo ese tipo de obras que todavía hoy resultan incómodas, aunque muchos medios sigan rechazándolas. Su impacto depende del poder de influencia y diálogo en y con la obra de otras mujeres, sobre todo, y de personas de género fluido o queer. Algo que me parece muy positivo es cómo las organizaciones de mujeres se han apropiado de expresiones artísticas para hacerlas parte de sus protestas.

pieza exhibida en el 2008 en Nueva York, dentro de la muestra 'About You'.

¿Qué ha cambiado en tu visión de la performance desde que te metiste dentro de una bolsa de plástico negra, cantando una canción de amor y abrazada a una radio que también sonaba desde dentro, allá por 1998, en la Facultad de Letras de San Marcos?

La performance es más mainstream ahora. Y eso ha hecho que se convierta en un arte de espectáculo, en otra forma de entretenimiento. Ese tipo de performances no me interesan. Por eso, muchas veces cuando me invitan a realizar performances digo que no. No me interesa hacer performance para entretener. La ética es muy importante pare mí. También sigue siendo un medio para llegar al público e involucrarlo. Hago performance pero no soy purista. Hay artistas de performance que solo hacen eso. Yo uso medios diversos de expresión, lenguajes híbridos, contaminados.

¿Por qué te fuiste del Perú?

Me fui de Perú porque cuando vivía allá mi trabajo creativo era muy solitario. No tenía a quién mirar; no había otros artistas que estuvieran trabajando en la línea de lo que yo estaba haciendo. Necesitaba un diálogo, me fui en busca de ese diálogo. Pero llegué a un lugar más conservador y tradicional; donde no les interesaba la performance ni los medios interdisciplinarios. Así que allí también me tocó trabajar en solitario. Aunque la diferencia es que en Lima la respuesta era agresiva. En cambio aquí, aun cuando producía una obra diferente a la suya, mis colegas me respetaban muchísimo.

En tu histórica performance “Bomba y la Bataclana en la Danza del Vientre”, tú, vestida de cabaretera, cortas unas falsas tetas de goma, junto a una pandilla de músicos ambulantes, una de las imágenes que nos hacían reflexionar sobre el cuerpo de la mujer en la cultura popular a inicios del nuevo milenio. ¿Recuerdas algunas reacciones y comentarios de la época?

Es una obra compleja, que me tomó mucho tiempo de investigación y luego de realización. Cuando la hacía, lxs artistas solían insultarme. No esperaba su aprobación, no me interesaba ser adorada o aprobada. Sus comentarios me eran indiferentes. Mucho antes ya había sido discriminada por ser una artista mujer y tener talento.

¿Has dicho que tus propios colegas artistas te agredían?

Sí, recibí agresiones, sobre todo de artistas varones. Uno incluso solía golpearme cada vez que me veía. Pasó cuando era estudiante. No puedo decir su nombre porque no tengo cómo demostrar lo que hizo, pero sabía artes marciales, así que no podía responderle porque iba a salir perdiendo. Cada vez que me veía de lejos hacía el ademán de que iba a golpearme. Yo me iba por otro camino. Cuando nos tocaba en la misma clase, me sentaba en el lado opuesto. Él pasaba por atrás cuando estaba dibujando y me tiraba un puñete en la espalda. Cuando le reclamaba me amenazaba con hacerme algo peor. Años después se me acercó en una galería y pensé que me golpearía de nuevo. En lugar de eso me dijo que me solía odiar porque a él le era muy difícil dibujar y a mí me resultaba tan fácil. Pero con el tiempo logró reconocimiento, entonces su rabia se disipó, muchos años después de haber egresado. En el 2009 fue la última vez que lo vi. No le contesté. Solo lo miré en silencio.

Es importante que cuentes esto. No todos los días nos enteramos de que también pasan estas cosas en el educado y sensible “mundo del arte”.

Es importante porque estoy segura de que no soy la excepción. Otra vez, un artista muy popular fue a mi trabajo a exigir que me despidieran porque no lo besé y lo empujé cuando se me tiró encima abrazándome a la fuerza. Era amigo de mi jefe. Pero mi jefe valoraba mi desempeño laboral y no le hizo caso. Es muy común. Otras veces sí les escuchan y la mujer pierde el trabajo. Todo esto ha hecho que tenga una piel bien gruesa, que me resbale el rechazo, que no me afecte. Creo que soy una mujer fuerte y entonces también lo era. Por eso era urgente e importante tener una voz. Como mujer soy consciente de que ser artista me pone en una situación de privilegio, me da un espacio público para poder expresarme. Históricamente los roles de las mujeres dentro de las patriarquías se han desarrollado dentro de los ámbitos privados. Por eso era vital usar mi voz en los espacios públicos, valiéndome de mi privilegio para llamar la atención sobre situaciones insostenibles como las que te he contado.

Pensando en tu performance La Manera en Que Decenas de Personas Miran a Una Mujer Desnuda, también pienso en toda el agua que ha corrido sobre los intentos de normativización del cuerpo de las mujeres en la cultura de los medios en el Perú, desde las ochenteras Risas y Salsa hasta El valor de la verdad. ¿Qué luchas de las mujeres siguen vigentes para ti en nuestro país? ¿Sigues creyendo en el poder del arte para dinamitar estructuras como esas?

He estado fuera por mucho tiempo, pero me da la impresión de que no mucho ha cambiado respecto a la presencia y el rol de la mujer en los medios. Definitivamente el arte tiene un poder transformador y genera cambios, aunque estos no sean necesariamente inmediatos. Hay mucho por hacer; las mujeres tienen hoy en día una presencia pública más importante, pero siguen sufriendo acoso sexual, explotación y la banalización de su rol económico como fuerza de trabajo. Sus conductas son juzgadas con diferentes estándares que las de los hombres; de manera misógina y abusiva, reciben menores remuneraciones por el mismo trabajo realizado. Lo peor es un sistema legal poco efectivo e injusto. Lo podemos observar también en el campo artístico y literario.

Las performers no suelen ser celebridades, salvo que seas Marina Abramovich o estés muerta como Ana Mendieta. ¿A qué mujeres performers tienes en el horizonte?

En realidad no sigo a lxs performers. En una época asistía a ver performance cerce de donde vivo, pero me cansé, me llegó a aburrir, porque era muy repetitivo. No todo, claro, hay artistas buenas en todas partes. Pero en lo personal no es un género que siga. Lo que sí sigo son las exhibiciones de artes mediáticas y de realidad virtual. Del mundo de lxs performers, lo más interesante para mí es el trabajo de artistas que trabajan el genero, lxs que borran las fronteras. Hay una que no he conocido personalmente, pero que me encanta, La Fulminante. Ella es una de las que no me aburren para nada. Una de mis favoritas. En Lima hay un ejército de mujeres talentosas que hacen performances, no voy a mencionar nombres para no olvidarme de ninguna. No he tenido la oportunidad de verlas en vivo y en directo pero seguro que las veré en el futuro en plena acción.

Cuando te vistes de Mujer Maravilla y vas por las calles de alguna ciudad americana eructando a los transeúntes. ¿Qué feedback esperas?

La mujer maravilla es un personaje cargado; por su origen y significado histórico; y por lo que representa culturalmente dentro de esta sociedad. Lo de eructar viene de una experiencia que tuve al llegar a los Estados Unidos. En Perú eructar es considerado una falta de educación y una expresión de malos modales. En la universidad donde estudié la primera maestría, los estudiantes de todo género eructaban muy fuertemente y en público; lo que me llamó mucho la atención. Cuando se los comenté, un grupo me eructó muy fuertemente y sin parar. Fue un concierto de eructos ininterrumpidos. La Mujer Maravilla Eructando es la respuesta a esta experiencia, y a la relación entre el migrante y el ciudadano local. Pero hay más, es una obra que se produjo dentro de un contexto específico y en diálogo con ese momento.

¿Qué es para ti interpelar?

Lo importante de realizar este tipo de trabajos es que unx va abiertx a las posibilidades. La obra solo se completa al contacto con el público. Interpelar desde mi práctica en particular consiste en generar situaciones que condicionen reflexiones y conductas como producto del contacto e intercambio de información. En otras palabras, no me interesa simplemente cuestionar; sino provocar autorreflexiones donde el público es el que responde creativa y analíticamente. Un publico activo y no pasivo.