El presidente electo de EEUU, Donald Trump, aprovechó la muerte de Fidel Castro para certificar el fin de la política exterior que instauró Barack Obama sobre Cuba. De hecho, el mandatario saliente se pronunció sobre la muerte del dictador, pero sin reproches ni halagos.
"Tendemos la mano de la amistad al pueblo cubano", afirmó Obama. "Hemos trabajado duro para dejar atrás al pasado, tendiendo a un futuro en el que las relaciones entre nuestros dos países no están definidas por nuestras diferencias, sino de lo que compartimos como vecinos y amigos", agregó.
Pero casi de inmediato, Donald Trump irrumpió, a su estilo, y lo que se colige de su pronunciamiento, es que el deshielo impulsado en 2014 por Obama y Raúl Castro queda enterrado.
"Hoy el mundo marca el fallecimiento de un dictador brutal que oprimió a su propio pueblo durante casi seis décadas. El legado de Fidel Castro se caracteriza por los pelotones de fusilamiento, el robo, el sufrimiento inimaginable, la pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales".
Y para que no queden dudas, el magnate concluye así su alegato, que lo difundió desde su mansión de Florida, el estado de EEUU más anticastrista de todos, donde incluso este sábado los disidentes cubanos en el exilio han celebrado la muerte de Castro.
"Cuba sigue siendo una isla totalitaria, espero que el día de hoy sea un paso para alejarse de los horrores que se han soportado durante demasiado tiempo y avancen hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano viva por fin con la libertad que tanto se merecen".
Aunque en la práctica sigue siendo una incógnita lo que hará Trump en la Casa Blanca, a muy pocos le quedan dudas de que su discurso contrario a la apertura con Cuba no se vaya a traducir en hechos concretos. Pero no se sabe cuáles. ¿Cerrará la embajada de EEUU en La Habana? ¿Volverá a endurecer el envío de remesas? ¿Prohibirá otra vez los vuelos comerciales entre Estados Unidos y Cuba? Es muy pronto para saberlo, pero lo que es casi seguro que las relaciones entre Washington y la isla no serán las mismas con Trump.
Cuando Trump era un empresario en los 90 decía que "los cubanos son la mejor gente del mundo" y que le "encantaría ayudar a reconstruir su país y devolverlo a su antiguo esplendor". Incluso decía que en cuanto cambien las leyes, levantaría "el Taj Mahal en La Habana".
En la última campaña, que lo llevó al poder, Newsweek publicó que el magnate intentó violar el embargo. Trump además, para ganarse el voto más anticastrista de Florida, prometió revertir el decreto de Obama respecto al país a menos que el régimen castrista asumiera las nuevas demandas estadounidenses.
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