Han pasado 18 años desde la última retrospectiva del artista Ramiro Llona en Lima. En 1998, el MALI presentó una selección crucial de sus piezas. Los años no han pasado en vano para uno de los artistas contemporáneos más reconocidos de nuestro país.

A pesar de que el transito entre el lienzo, la cerámica, el grabado y la fotografía es la característica más importante de su obra, el papel y los formatos grandes se han vuelto cada vez más protagonistas de ella con los años.

Su segunda retrospectiva será mostrada en dos salas en paralelo y exhibirá trabajos de técnica mixta (que pueden incluir dibujo, pintura, collages, líneas gráficas), así como pinturas sobre óleo. Todos en grandes formatos. Se trata de toda la producción realizada por Llona desde la muestra de 1998. El 80% de lo presentado es material inédito.

Conversamos con el artistas sobre estas nuevas obsesiones y los puntos que unen a las muestras realizadas en ambos espacios, así como a la otra exhibición fotográfica que inagurará en la galería Forum.

Foto: difusión

Siento que estas dos muestras no forman realmente una "retrospectiva" porque no abarcan toda tu carrera. No es un repaso de toda tu obra. ¿Cómo las considerarías tú?

Si nos ceñimos al diccionario, sí pienso que es una muestra antológica y retrospectiva. Al inicio del proceso, pensamos en hacer una retrospectiva ortodoxa de mis 40 años de trabajo y empezamos a catalogar todo lo que había en mi depósito para ver con qué material contábamos y qué líneas se establecían. Mientras hacíamos eso decidimos que lo mejor era presentar algo a partir de la muestra en el MALI, para no repetir lo que ya se ha visto. Nos dimos cuenta de que había suficiente material para armar las dos vertientes de esta muestra.

¿Sientes que haya algo en esta colección que la vuelva un conjunto sólido más allá del formato y el tiempo?

Creo que sí. Yo el trabajo en papel nunca lo hago pensando en bocetos para la pintura. Este tiene un desarrollo autónomo, de la misma importancia que la pintura. Me demoro tanto como en los cuadros: meses. Evidentemente hay una información distinta que transita en un medio y en el otro. Incluso acá hay trabajos que podríamos pensar que están más apoyados en la pintura, pero siempre con la transparencia del blanco.

No soy una persona que se preocupa mucho por mostrar una imagen de coherencia o solidez. Generalizando, existen dos tipos de pintores: los que encuentran una imagen temprano y profundizan en ella; y los pintores de procesos más cambiantes. Yo estoy dentro de ese último conjunto. Lo mío es más radicalizado aún porque trato de que cada obra sea un mundo autónomo en sí. Inevitablemente van a haber referencias con lo de antes y después. Es un poco como con los novelistas, tú agarras dos novelas de un gran escritor y son totalmente distinta, pero algo las une, hay una información que transita entre ellas.

Eso por un lado. Por el otro, hace mucho tiempo ya me he dado cuenta que no hay nada más difícil que dejar de ser uno mismo. Cuando llegas a entender eso, todos los asuntos de identidad, coherencia, mensaje y contenido desaparecen, y te dedicas al trabajo, que es lo importante.

Cogiendo esta analogía que has hecho con las novelas. ¿Sientes que falta información en esta retrospectiva al no mostrar tu trabajo realizado en otros soportes como escultura, grabado o cerámica?

No, porque esto es una retrospectiva de grandes formatos en pintura y en papel. Es una cosa muy específica. El día que hagamos algo más grande meteremos más cosas. Hay material para muchas muestras. Lo que no hay son instituciones y museos.

¿Qué sientes que tiene de diferente esta etapa de la retrospectiva con lo que has hecho en otros momentos de tu carrera?

Mucho de lo presentado no se ha visto nunca. En una retrospectiva más ortodoxa probablemente se habría tenido que pedir trabajos a los coleccionistas, y hablaríamos de obras que ya se han presentado en inauguraciones o exposiciones. Ahora no, esto es lo mío. Me parece interesante mostrarle a la gente qué es lo que no sale del taller porque nadie lo compra o porque decides quedártelo. 

La casa de los espejos (Lima, 1998)

¿Y por qué decides quedarte con varias de estas piezas?

La verdad es que en el momento en el que uno decide ponerse a trabajar en piezas tan grandes ya la decisión está tomada. Es muy raro que la gente se interese en llevar a su casa una pieza de de tres por siete metros. Es un acto de coraje inmenso levantarse todos los días y ver esta pared de color rojo. En general el 99% de la obra se queda conmigo. Son piezas que yo hago porque me encanta el reto de los tamaños grandes. Es donde mejor me siento. Es mi espacio, el sitio donde me gusta preguntarme cosas.

¿Y qué dan los formatos más chicos a diferencia de los grandes murales?

Hay una cosa gestual, física, que cambia todo el proceso. Para cubrir un cuadro chiquito hago 3 o 4 pinceladas y ya llené la superficie. Me parece que en ese formato yo soy el horizonte y el cuadro es el punto focal. En cambio, en los cuadros grandes el foco es uno mismo. De ahí sale la perspectiva hacia el horizonte. Es una pasión, una utopía un poco romántica la que yo tengo al pensar que porque el cuadro es más grande vas a decir más cosas. Supongo que puedes ver el mundo entero dentro de un Vermeer o un Cezanne. Pero cada uno tiene sus asuntos, y a mí me encanta el desafío de este formato.

Como un perro mordiéndose la cola (Lima, 1998)

En una entrevista dijiste que "para el artista el dinero sirve para no pensar en el dinero". ¿En qué te ha ayudado el no trabajar con ciertos galeristas?

Es pesado para nosotros pensar en el dinero. No somos banqueros. Yo tenía una amiga banquera que decía que la plata la "sensualizaba". Yo no me puedo sentir más lejos de eso. Como comprenderás, he pensado mucho todo este asunto con los problemas gremiales que hubo con el mundo de las galerías que se concentraron en mí. Se venía hablando desde hace tiempo que las galerías querían subir al 50% sus comisiones y todos los artistas se iban a ver afectados. Cuando me lo dijeron yo protesté, pero lo bueno es que algunas se han adecentado y se han quedado con la tasa de 35%, que es mucho dinero igual.

Pero la diferencia principal es que yo ya no trato con el mercado, sino con personas. Ver que alguien se interese en un cuadro que viene de tu subjetividad es algo fantástico. Pero la galería es como la boca de un túnel. Lo que pasa es que somos una ciudad bastante limitada en cuanto a lugares para exponer. Hay dos museos y pocos institutos. Entonces las galerías tienen un tamaño enorme porque no hay “contrapeso” a lo comercial. Yo he sido una persona que ha apoyado el sistema de galerías con todo mi ser porque era el lugar en el que tu podías mostrar y mover tu trabajo. Eran un buen suplemento. Pero, en general, la parte comercial no es tan importante para los artistas como la gente cree. Para los que sí lo es, se nota. Pero yo siempre he pensado que tu trabajo es el que modifica el mercado. Hay vida después de las galerías, y el mejor ejemplo de eso es esta retrospectiva.


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