El caso del Carlos Moreno, el exconsejero presidencial del 'negociazo' en el SIS,  ha remecido al Gobierno, que no ha sabido manejar el caso, y abrió una discusión que que no es nueva. ¿Es conveniente que los mandatarios tengan asesores o personajes influyentes que pululen por Palacio y les hablen al oído dentro sus círculos más cercanos?

Nuestra historia reciente sobre los casos de oscuros consejeros palaciegos nos podría sugerir que sería mejor prescindir de ellos. El peor de todos, sin duda, es Vladimiro Montesinos, el nefasto asesor, socio político y mano derecha de Alberto Fujimori. Ambos hoy están presos. Luego vinieron otros, no tan siniestros como el 'Doc', pero sí grises, como César Almeyda, exasesor de Alejandro Toledo. La segunda gestión de Alan García estuvo marcada por el escándalo de corrupción de los petroaudios, con Alberto Químper y Rómulo León como protagonistas. Los dos eran personajes de su entorno de confianza (que luego repudió y desconoció). Ollanta Humala tuvo como asesor a Adrián Villafuerte, un cuestionado militar que llegó a tener mucho poder en Palacio, mientras que otro de sus colaboradores más cercanos, Omar Chehade, se vio envuelto en un escándalo de corrupción apenas estrenado en el poder como vicepresidente.

Pero también hay buenos consejeros, que son personas a las que un mandatario suele recurrir y escuchar en momentos complicados. Todos los presidentes tienen uno o varios. Pueden ser muy útiles y ser claves si es gente profesional, de amplia experiencia y credibilidad y con una trayectoria intachable. El problema es cuando se elige mal. Y lo cierto es que PPK se equivocó con Carlos Moreno.

Argumentos y opiniones en contra y a favor

El congresista de Acción Popular Víctor Andrés García Belaunde es uno de los que piensa que un presidente no debería tener asesores o consejeros. Su argumento: cuando hay complicaciones o escándalos no asumen las responsabilidades que sí toman, por ejemplo, los ministros de Estado, que son los llamados a ser los principales asesores de un jefe de Estado.

"El error del presidente lo paga el ministro, pero no el asesor. El ministro asume sus errores más los del presidente, el asesor no asume nada: ni sus errores ni los errores del presidente. Son cargos que no tienen por qué existir, estorban a los ministros (...) Los asesores se convierten, a la larga, en súper ministros, en personas por encima de los ministros porque están en Palacio de Gobierno todo el día como una pulga en la oreja del presidente". 

El analista y columnista de La República Augusto Álvarez Rodrich piensa distinto, que los asesores son necesarios y útiles, siempre que tengan el perfil adecuado y la decencia necesaria para poder dar un buen consejo.

"Un asesor puede, a diferencia de un funcionario, desempeñar un papel clave ofreciéndole al presidente un consejo más prudente, con una visión de más largo aliento, que la de alguien presionado por la política coyuntural como suele ocurrir con un ministro".

En el caso de PPK mencionó dos nombres:  Felipe Ortiz de Zevallos y Máximo San Román. La designación de ambos es un acierto, sostiene.

"Tener cerca a gente decente, capaz y con conocimiento valioso en su respectivo ámbito, como ambos, dispuestos a ayudar a un jefe de Estado sin más compensación que la gratificación de colaborar con un amigo, es bueno, para el presidente y el país".

También conversamos con el analista Pedro Tenorio al respecto, quien considera que los principales consejeros de un presidente deben ser sus ministros, pero hace una atingencia.

"Adicionalmente a ellos puede contar con personas a los que encargue el estudio específico de un tema, o porque valora sus opiniones respecto de ciertas políticas de Estado. Profesionales de amplia experiencia y credibilidad. Si son personas con credibilidad, el aspecto ético viene de la mano".

De lo contrario, nos dice Tenorio, se seguirán presentando casos como el de Moreno con PPK o Almeyda con Toledo.

"Por tanto, es una posición útil (la de asesor) pero que no debe colisionar con el trabajo de los ministros. Asesoran al presidente, no reemplazan o compiten con los ministros. No se trata de que el Ejecutivo se pise los pasadores, sino de que pueda correr más rápido y ligero".

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