El último caso de violencia racial, registrado en Ohio, vuelve a avivar la tensión y el debate en EEUU sobre el trato de la Policía con la comunidad afroamericana. Tyree King, de 13 años, murió a manos de agentes de Columbus la noche del miércoles.

Según la Policía de esta localidad, el incidente, del que no hay imágenes por ahora, se originó por una llamada anónima al 911 que denunciaba un asalto armado por parte de varias personas.

Al llegar al lugar, los agentes vieron un grupo de gente que coincidía con la descripción de la denuncia. Estas personas empezaron a correr al ver a los uniformados. Entre estas, estaba Tyree King.

Los agentes persiguieron a dos hasta un callejón. Ahí, según la versión de la jefa de la policía local, Kim Jacobs, los oficiales "intentaron tomarlos en custodia cuando uno de ellos sacó una pistola de su cintura". Luego, "uno de los agentes disparó e impactó múltiples veces al sospechoso".  Era King, quien murió en el hospital al que fue trasladado.

Este es el lugar en el que king recibió los disparos de los agentes de policía. (AFP)

Pero fue luego, según la oficial Jacobs, que se dieron cuenta que el arma que el menor tenía era de juguete. "Resulta no ser un arma de fuego, pero, como pueden ver, parece ser un arma de fuego que puede matar", agregó mientras enseñaba en un papel una réplica de la pistola del niño.

El agente que disparó a King se llama Bryan Mason, un hombre blanco que lleva nueve años en la Policía y que recién había sido asignado al barrio en que ocurrió el hecho. El oficial ha sido suspendido una semana, como establecen las normas locales. En 2012 estuvo involucrado en un tiroteo en el que murió un hombre. La Policía determinó entonces que actuó correctamente.

El caso de King ocurre casi dos años después de la muerte de Tamir Rice, otro menor negro, de 12 años, que falleció, también en Ohio, por disparos policiales cuando sacó una pistola de juguete.

Un recuento del diario The Washington Post revela que, en lo que va de año, 681 personas han muerto por disparos policiales. De estas, 39 iban desarmadas y 26 llevaban pistolas de juguete.

Desde hace dos años, las múltiples muertes de negros desarmados a manos de la Policía desató una ola de indignación y un sinfín de protestas en varias ciudades de EEUU. En dos ocasiones, estas manifestaciones provocaron ataques mortales de civiles negros a agentes policiales.

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