Por Diana Hodali.

Cientos de carpas de refugiados sirios se alinean en el camino al valle de Becá en el Líbano. En su mayoría, los techos están cubiertos con lonas sobre las que está estampado el logotipo de ACNUR, el Alto Comisionado de la ONU para Refugiados. La guerra en el país vecino, Siria, no queda muy lejos. Son solo 15 kilómetro hasta la frontera, desde donde es escucha también la guerra. 

Así ocurre también en Bar Elias. Esta localidad contaba antes con 35.000 habitantes. La cantidad de personas que viven allí en la actualidad es desconocida. En el pequeño campo de refugiados Medyen, viven nueve familias grandes de Al Quseir, una ciudad en el área de Homs. En Medyen, la mayoría de los residentes son niños. Medyen al-Ahmed es el nombre del que construyó el campamento en 2013 y por su iniciativa, hace cuatro meses se abrió una escuela a la que diariamente asisten 65 niños desde campos de refugiados cercanos.

Estudiar bajo condiciones difíciles

A las ocho de la mañana se inician las clases. "I am from Syria", "you are from Syria" - "Soy de Siria", "tu eres de Siria", escribe Hatem Ahmad en la pizarra. Hatem tiene 15 años y hace cuatro huyó con su madre y dos hermanas hacia el Líbano. Su padre murió joven. "Tuve que dejar la escuela en sexto grado en Siria. Yo voy a la escuela aquí para no olvidarme de escribir y de leer. Y de paso aprendo un poco de inglés. Eso me ayuda mucho", dice un cabizbajo Hatem. Él es un poco tímido, pero en el aula se libera, y eso se le nota en el rostro.

Niños en la escuela en el campo de refugiados de Becá, en el Líbano.

En el pequeño salón de clase, equipado con una alfombra y estrechos bancos, un haz de luz penetra a través de abertura en la pared. Los maestros taparon los agujeros en las paredes sin ventanas, para que entre menos calor. Además, la electricidad es escasa y las paredes de yeso se van desmronando. "A pesar de que ya hemos recibido algunas donaciones, todavía nos faltan mucha cosas", dice Medyen y añade que "en el verano no hay ventiladores y en invierno no hay calefacción". 

El trabajo infantil en la agenda

El futuro de los niños sirios también le causa gran preocupación a Medyen y su equipo. "Queremos disuadir a los niños de trabajar en los campos", dice el delgado hombre. Incluso niños de 8 años de edad trabajan en las fábricas o en obras de construcción. Algunos terminan también en la prostitución. La opinión de los políticos libaneses sobre la temática de los refugiados, como a menudo en este país, pasa sobre todo por los problemas de seguridad. Ellos temen que jóvenes hombres sin educación puedan ser reclutados por los extremistas.

Hatem Ahmad, un joven de 15 años de edad, trabaja después de la escuela en el campo o en obras de construcción. "Me pagan alrededor de 18.000 libras libanesas al día", dice. Es decir, unos 10 euros.

Fachada de la escuela Medyen en Becá.

Como hijo mayor, el ayuda a su madre a sustentar a la familia. "Me gustaría estudiar más, pero ir a la escuela tres o cuatro horas al día es mejor que nada". Lo mismo piensa el equipo de la escuela. "Tenemos que hacer algo al respecto, porque estamos perdiendo a toda una generación de niños sirios", dice el fundador del campamento. 

Buena disposición de el Líbano

Medyen al-Ahmed construyó el campamento en 2013.

De acuerdo con cifras oficiales de la ACNUR, actualmente buscan refugio cerca de 1,1 millones de sirios en el Líbano, pero otras estimaciones indican que dos millones de sirios ya se encuentran allí. Un gran reto para un país con 4,5 millones de habitantes

Sin embargo, las autoridades libanesas mostraron su disposición al inicio de la crisis para dar cabida a los niños sirios en las escuelas. Aunque falta mucho por hacer. Según Human Rights Watch, entre los refugiados hay unos 500.000 niños en edad escolar, pero la mitad de ellos no va a la escuela.

Fuente: DW


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