La presidenta Dilma Rousseff fue destituida de forma definitiva por el Senado de Brasil, en un juicio político que se inició en diciembre y, ocho meses después, no solo deja un país dividido políticamente y enfrentado socialmente, sino también sumido en la peor crisis económica de su historia, con una recesión que arrastra hace dos años.

A estas alturas ya no importa de qué se acusaba a Rousseff, o si es culpable o no de manipular las cuentas fiscales del país, porque lo cierto que es que el despojo de su cargo solo sirve para saciar las mezquindades políticas en un país corroído por la corrupción, pero no soluciona ninguna crisis. Al contrario, abre otra peor, en la que el Brasil se adentra a una peligrosa etapa de inestabilidad e incertidumbre.

Seguidores de dilma recibieron así la noticia de su destitución definitiva. (EFE)

¿La razón? Se espera que Michael Temer se estrene como presidente formal, hasta el 1 de enero de 2019, con una serie medidas impopulares, tan impopulares como él y que ya tienen el visto bueno del Congreso. Los recortes anunciados afectan a sectores claves de Brasil, como la salud, la educación (la inversión universidades bajará un 45% en 2017, según el Gobierno) o los derechos laborales, un cóctel molotov que puede desatar un grave estallido social. 

"Se viene (en Brasil) un período de inestabilidad (...)Temer tiene una bajísima popularidad (14%), no podrá hacer grandes cambios económicos sin altos costos sociales; ya hay gente en la calle gritando 'Fora Temer' (fuera Temer)", le dijo a LaMula.pe el analista internacional Ramiro Escobar.

Además, el hecho de que el Senado haya destituido a Rousseff, pero no la haya inhabilitado para ejercer cargos públicos, "parece un reconocimiento de que no es, ni siquiera para sus acusadores, una persona deshonesta", subraya Escobar. 

Así, el futuro de Dilma Rousseff parece menos incierto que el de Brasil, aunque lo más probable es que sea Lula da Silva quien postule otra vez a la presidencia en Brasil en 2018, por el Partido de los Trabajadores (PT), siempre y cuando sus problemas judiciales por la trama de corrupción en Petrobras no se lo impidan.

"La corrupción en Brasil es muy extendida, toca al Partido de los Trabajadores, pero también a otros partidos; puestos ante la elección, es probable que muchos ciudadanos brasileños decidan que el PT al menos les garantiza programas sociales", dice Ramiro Escobar.

Lula sigue siendo el político más popular y carismático de Brasil. De hecho, las últimas encuestas de cara a las elecciones le dan un fuerte apoyo, que nunca ha tenido ni tiene, hasta ahora, Rousseff. 

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