Brasil inició hoy la etapa final de un proceso histórico: el juicio político a la primera presidenta del país, Dilma Rousseff, por presuntos delitos de 'responsabilidad'. Una posibilidad que ha dividido como nunca al país y que ha llevado a innumerables enfrentamientos en las distintas sedes de los poderes del Estado en donde se ha tratado el caso.
Este jueves el presidente de la Corte Superior de Brasil, Ricardo Lewandowski, asumió como manda la Constitución la dirección del juicio desde la mesa del Senado. Un inicio que se vio marcado en sus minutos iniciales por la iniciativa de varios senadores defensores de Rousseff, quienes plantearon cuestiones de orden con el fin de pedir se respete el debido proceso de esta última etapa.
Siguiendo esa línea, la senadora y expresidenta del Gabinete Gleisi Hoffman pidió la palabra para lamentar que el país sudamericano haya llegado hasta este momento en su historia política.
"Hoy es un día muy triste para la historia de nuestro país. Nunca pensé que fuese elegida senadora para hacer un juzgamiento que cuestione los principios de la primera mujer elegida presidenta de la República. Para mí eso es muy triste. Y está en las manos del Senado de la República fortalecer la democracia o golpearla. Hasta aquí nosotros instauramos un proceso en que el rito es más importante que el contenido de lo que, a nuestro entender, es un golpe hecho por una mayoría eventual".
Recordó que durante todo el proceso en la Comisión Especial de Impeachment "se afectó el derecho a la defensa" de la presidenta, incluso señalando que lo que buscaban era "aplazar" el desenlace. Sin embargo hizo un llamado de atención a que se estaba buscando acelerar la inminente destitución para que los escándalos del actual mandatario interino, Michel Temer, y su entorno pasen desapercibidos.
"Estamos juzgando a una presidenta de la República. La Constitución nos da un plazo de hasta seis meses y lo estamos haciendo en 90 días. En todas las oportunidades quienes defienden al gobierno interino están haciendo de todo para que las cosas vayan rápidamente (...) (pedimos) la seguridad de que todos los plazos van a ser respetados, que todo derecho de defensa va a ser respetado".
Pero el pedido de Hoffman terminó exasperando a los opositores, quienes encontraron en Magno Malta en su más férreo vocero. Al tomar la palabra, el senador por Espirito Santo tuvo duras calificaciones hacia los defensores de Rousseff y señaló que si las grabaciones de conversaciones privadas de esta con Lula Da Silva, así como las del expresidente con otros personajes, "valiesen para algo", no se necesitarían más pruebas para demostrar la culpabilidad de la mandataria y los malos manejos del Partido de los Trabajadores en el Gobierno.
No contento con ello los acusó también de estar montando un espectáculo grabando las sesiones para luego realizar una película sobre el impechment. Algo que Hoffman calificó desmintió exigiendo sea probado, obteniendo como respuesta solo la molestia de Malta: "no me llame mentiroso".
La senadora Hoffman pidió nuevamente intervenir, y con tono de idignación se dirigió al resto de sus colegas increpándoles el no tener ningún tipo de autoridad moral para señalar a la presidenta Rousseff.
"Todas las afirmaciones aquí tienen que ser probadas. Estoy cansada de oír aquí que estamos preparando una película para la presidenta de la República, que estamos hablando aquí porque queremos aparecer en la televisión del Senado. Tenemos que ser respetados. Estamos en un proceso que es doloroso para nuestro país. Tenemos derecho de manifestarnos y defender a la presidenta".
"Tal vez coincida en una cosa con el senador Malta, en que aquí no hay nadie con condiciones de acusar a nadie ni juzgar a nadie. Por eso es que la gente dice que esto es una farsa. ¡¿Cuál es la moral de este Senado para juzgar a la presidenta de la República?! ¡¿Cuál es la moral que tienen los senadores aquí para decir que ella es culpable?! ¡¿Cuál es su moral?!"
Lo dicho no hizo ni una gracia al resto de senadores que respondieron con el mismo tono, provocando un enfrentamiento que obligó al presidente de la Corte Suprema a suspender la sesión por algunos minutos.
La pregunta obligada es que si así se han enfrentado únicamente entre ellos al pedir respeto, ¿qué podrá suceder el próximo lunes cuando la misma Rousseff acuda al Senado para ejercer ella misma su defensa?
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