En la recta final. El Senado brasileño declaró abierta este jueves la primera sesión de la última fase del juicio político en contra de la presidenta Dilma Rousseff, que concluirá la semana próxima y en la que inicialmente se escuchará a testigos de la acusación y la defensa.
"El Senado está reunido para actuar como órgano juzgador, con la grave responsabilidad constitucional de decidir sobre una presidenta elegida por el voto popular, para condenar o absolver", declaró el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandoski, que dirige las sesiones como garante constitucional del proceso.
La sesión comenzará con testimonios de fiscales del Tribunal de Cuentas, órgano auditor del Estado que detectó irregularidades en la gestión de los presupuestos que llevaron a la apertura de este proceso que, el miércoles próximo, acabará con una decisión final sobre el destino de Rousseff.
Luego hablarán los senadores y el lunes, la suspendida presidenta brasileña, quien ha sostenido que el impeachment tiene motivaciones políticas y que constituye una especie de golpe de Estado, se encargará de responder las imputaciones.
El panorama para Rousseff no pinta bien: perdió todas las votaciones que se han realizado en el Senado brasileño en el marco del juicio político que afronta. Por ello, la mayoría de analistas avizoran que su final está cerca. "No tiene posibilidad alguna de retomar el poder", evalúa el especialista David Fleischer, profesor de la Universidad de Brasilia.
Según las cuentas de los aliados del presidente interino de Brasil, Michel Temer, Rousseff será de ser condenada por 61 senadores, siete más que los que pide la Constitución del país.
Incluso, la prensa local, a finales de la semana pasada, reportó que un camión de mudanzas había entrado al Palacio de Alvorada, la residencia de la Presidencia, donde Rousseff pasó los últimos tres meses en que ha estado suspendido del cargo, y se especuló que ese vehículo fue a retirar los objetos personales que la mandataria piensa llevarse a su natal Porto Alegre si es destituida.
La estrategia de Rousseff tiene dos frentes: por un lado, la carta que publicó en la que pide a los congresistas que la absuelvan y, si lo hacen, convocaría a nuevas elecciones; y por otro, el discurso que dará en el Senado, el cual espera que, si no logra salvarla, al menos sea para la historia.
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