Brasil y su afición habían depositado sus esperanzas de gloria en Río, para lograr lo que les había sido esquivo por año: el oro olímpico en fútbol. Y tenían a Neymar para lograrlo. El astro del Barcelona estuvo a la altura y guió a su equipo al podio. Frotó la lámpara cuando fue necesario. Apareció en los momentos clave. En la final, ante su bestia negra, Alemania, marcó un notable gol de tiró libre y marcó el penalti definitivo en la tanda desde los 12 pasos.

Así, Neymar y sus amigos lograron cerrar en un Maracaná que hervía una herida profunda que nadie había conseguido cerrar. Lo habían intentado buena parte de los mejores jugadores de la historia brasileña, pero siempre el oro volaba a otro país. Hasta este sábado, que se quedó en casa.

Días antes de lograr la gloria, el astro del Barza incluso era el centro de las críticas de la afición. Durante los partidos, desde la grada, se coreaba el nombre de Marta como señal de protesta a la actuación del conjunto de Rogerio Micale y de cariño hacia la selección femenina, que también logró el oro en Río.

Neymar cobra el último penalti y a cobrar. (EFE)

Los dos primeros empates sin goles ante Sudáfrica e Irak fueron un duro golpe para el equipo de Neymar. En ese momento, decidió echarse la responsabilidad a sus espaldas. El '10' fue el líder que guió a la 'Canarinha' hasta la final, y en el Maracaná, rebosante de gente, entregado, su nombre fue coreado.

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