Ariel Rotter ganó el Oso de Plata de la Berlinale el 2008 por su segundo filme, 'El Otro'. 8 años después, el cineasta argentino reaparece con 'La Luz Incidente', con la que ha ganado el premio de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI) en el 20° Festival de Cine de Lima, y que estrenará comercialmente en su ciudad, Buenos Aires, el 1° de septiembre.

La película, filmada en un hermoso blanco y negro, se presenta como un un ejercicio austero e intimista que evoca el universo de las películas europeas clásicas de los 60s; decisión consciente y concienzuda pues ella está ambientada en dicha década para contar un proceso de reconstrucción familiar. 

Por la naturaleza de este tipo de relatos, uno cree que las cosas van a resultar de una forma. La protagonista (Erica Rivas, reconocible por su papel de 'la novia' en 'Relatos Salvajes') viene de una historia de dolor. Luego aparece un pretendiente (Marcelo Subiotto) y la cosa va para el matrimonio. Pero, lentamente, la cinta se empieza a deformar, y a convertirse en una pregunta sobre cómo es ese vínculo que se está generando entre dos personas que realmente no se conocen. 

Rotter ha contado en más de una ocasión que siente que, de algún modo, ha estado haciendo esta película desde pequeño. Su 'gérmen' nació con una serie de fotografías familiares que encontró a esa edad en un ropero en casa de sus abuelos. Se suponía que ellas no debían ser vistas, pues hablaban de un momento en la historia familiar que duró poco tiempo y fue eliminado de su memoria colectiva, pero que generó mucha inquietud y misterio en él. 

Conversamos con el director sobre cómo esta historia lo poseyó por su cercanía con él, cómo realmente no le interesan hacer películas de época, y la dificultad para encontrar a un actor capaz de aguantar que la cámara se pose sobre sus ojos.

Hace ya unos buenos años que no dirigías. ¿Cuál fue la chispa que se prendió para motivar tu vuelta al ruedo?

Nunca me fui del ruedo, lo que pasa es que el ruedo es un poco amplio y la vegetación es bastante tupida (ríe). Me enmarañé un poco en esta historia. Pero desde que terminé mi película anterior empecé a hacer esta, y ha estrenado 8 años después.

Entonces el proceso de hacer 'La Luz Incidente' te atrapó un poco...

Pasa que, sin entrar mucho en detalles, los protagonistas de la película son un poco mi familia. Y es por eso que mi pertenencia sobre ella es absoluta, y que yo le pertenezco a ella también. El proceso estuvo signado por una falta de distancia total para con todo lo que estaba tratando. Es una película que no pude evitar hacer, no 'logré deshacerme de ella' hasta ahora, que estoy por estrenarla en Argentina. Y ahora, a pesar de que me ha encantado el proceso, tengo como una sensación de "por fin me voy a sacar este peso de encima" (ríe).

Foto: Jimena Aragón/Lamula.pe

Más que ambientada en los 60s, sentí que la película estaba ambientada dentro de una película de los 60s.

Bueno, es que es una construcción. La únicas películas que utilicé para trabajar como referencia para la vestuarista fueron 'La Noche' y 'El Eclipse' de Antonioni. Pero me importaba tratar que nada fuese un distractivo. Soy una persona que se cuelga con la parte visual y estética, pero no por sobre los otros elementos.

Eso te quería preguntar. ¿En qué sentías que ese mundo aportaba a la historia?

No me interesaba hacer una película de época si no fuera porque ella incide sobre el comportamiento de los personajes. Había en ese entonces una idea de la familia sana, saludable, funcional, que tenía que incluir una figura paterna. Los mismos personajes, bajo un contexto moderno, no tomarían las mismas decisiones que toman en la película.

El cine de esta época -sobre todo de Antonioni- también trata de esos temas, y era criticado por ser 'apolítico'. Pero ellos son política también. ¿Eras consciente de esto al hacerla?

Absolutamente. Yo siento que el cine es sumamente político. En Antonioni, el no darle un contexto histórico-político a las historias es todo un ‘statement’, una manera muy clara de hablar de política. Yo siento que mi película tiene la misma declaración de principios. Mi interés pasaba por comprender la complejidad de este personaje, y la situación externa fuera de las 4 paredes de su casa no era muy necesaria de tocar. Es un tema del foco que usas para contar la historia.

Foto: Jimena Aragón/Lamula.pe

Cuando ves la película y descubres de dónde viene la protagonista, con el accidente y la carga del exmarido, y cuando el personaje de Subiatti empieza a mostrarse tal cual és, te embarga una sensación temprana de que no hay manera de que las cosas salgan bien. ¿Qué es lo que querías mostrar partiendo de esto?

La película te está contando, definitivamente, una reconstrucción familiar fallida. El proceso, o inicio errático, de un vínculo que se lleva adelante entre dos personas que no saben quiénes son. Porque el sentido común dice que eso tiene que hacerse. Pero los horrores más terribles de la historia de la humanidad sucedieron avalados por el sentido común.

Tengo una hija de 3 años, que nació cuando estaba en pleno proceso de producción de la película. Empecé a darme cuenta que cuando tienes niños no existe el silencio ni el tiempo libre, y que lo que te pase a tí no importa porque primero hay que resolver sus necesidades. Entonces la película se fue desarrollando en dos momentos del día. Primero, durante la siesta. Y luego a la hora de la noche, cuando las niñas ya se durmieron. Sentí que ahí, en ese silencio, es cuando la protagonista podía sentarse y pensar, y donde le venían todo el dolor y la ausencia de golpe. Donde había lugar para que todo eso suceda.

‘La Luz Incidente’ es una película de actos contenidos, a pesar de un peso fuerte que asoma. ¿Tuviste que hacer muchas correcciones en la dirección para que se mantenga esa línea y evitar que las interpretaciones salgan ‘a la Joe Pesci'?

En el proceso de escritura uno actúa un poco. Cuando escribes lo que dice el personaje, lo estás habitando para poder hablar como él. Luego, a mí me pasa que necesito hacer físicamente lo que le voy a pedir al actor que haga, para entender si lo que estoy pidiendo es una tontería o si tiene alguna organicidad. O entender lo que tomaría de tiempo.

Foto: Jimena Aragón/Lamula.pe

Mi estilo de narración se basa en que el actor confíe en poder sostener la cámara sobre sus ojos toda la película, sin demostrar o ser demasiado explícito sobre cuál es su proceso interno. Yo necesito un actor que tenga un espesor, una personalidad que sea capaz de no tener la necesidad de explicar lo que le está pasando a su personaje, y eso es difícil. En mi película anterior (Julio) Chávez tiene ese espesor. En esta película, con Erica (Rivas), el proceso fue hacerla confiar en que algo se estaba contando y que tenga paciencia del modo en que se contaba. Ella tiene una tendencia natural a ser un poquito más exteriorizante de sus estados. Y yo le decía “no hagas nada, que yo igual ya lo veo. Confía que tus ojos son muy expresivos y están contándome un montón”.

¿Y por qué sientes que tus películas tienen ese estilo?

Por un cierto gusto por los relatos que no son muy elocuentes o evidentes, por las películas ambiguas. Si la representación que hace el actor es muy exteriorizante yo ya entendí todo en los pocos primeros planos de la película. Y para mí ya se terminó. Faltan 88 minutos para llegar al final pero, ¿para qué la sigo viendo?

[Foto de Portada: Jimena Aragón/Lamula.pe]

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