#ElPerúQueQueremos

Activistas durante una marcha en contra de las esterilizaciones de  mujeres durante el fujimorismo. 

#NiUnaMenos: La rebelión de las mujeres contra la violencia que sufren en Perú

Este sábado será la primera marcha “Ni una menos” contra el abuso y la violencia. En nuestro país, con la segunda tasa de violaciones en la región, se han asesinado a 54 mujeres en 2016.

Este sábado será la primera marcha “Ni una menos” contra el abuso y la violencia. En nuestro país, con la segunda tasa de violaciones en la región, se han asesinado a 54 mujeres en 2016.

Escribe: Gabriela Wiener

Publicado: 2016-08-12

El día en que me rebelé caminaba sola del colegio a casa, como otras veces. Tenía 13 años y me gustaba usar la falda del horrible uniforme único peruano por encima de las rodillas. Me encantaban mis piernas y hacía poco me las había depilado por primera vez. Era la Lima de los años noventa y yo atravesaba una calle cualquiera, esquivando los carros mal estacionados que brillaban bajo los precarios rayos de sol. Ni siquiera lo vi venir. Solo sentí como una ráfaga de incomodidad, un latigazo de vergüenza. Duró unos segundos. Como cada vez que sufría una “metida de mano” —toda una institución local del acoso perfectamente normalizada—, me quedé tiesa y murmurando un agónico grito.

Debería haber seguido mi camino, arrastrando mi impotencia como cualquier mujer tocada contra su voluntad en la calle, pero decidí reaccionar. Era un hombre mayor, calvo, que después de haber perpetrado su “picardía” se alejaba tranquilamente sin mirarme. No lo pensé mucho: corrí detrás de él y levanté con mis dos manos mi enorme mochila llena de cuadernos y se la estrellé en la cabeza con todas mis fuerzas de 13 años. Escapé de ahí a toda velocidad, aullando al cielo mi humilde venganza.

Una niña peruana es una caperucita roja a tiempo completo. Muy pronto aprende que tiene que ir por ese camino y no por otro, que siempre debe cuidar sus espaldas, hacer como que no escuchó que le gritaron algo sobre su vagina.

Cualquier hombre solo, al final de la calle, es un lobo feroz en potencia. Un taxi: el último viaje. Beber en las fiestas: jugarte la vida. Desear: ser puta. Cuando escribí un libro sobre sexo me llovieron comentarios de hombres amenazándome con violarme para que aprendiera. Y era un blog literario. Una vez mi superjefa entró a la oficina con el ojo morado. A mí un exnovio me rompió la nariz porque me vio besándome con una amiga. La pared azul de mi habitación de niña se llenó de gotitas de sangre. Tuvieron que operarme la nariz.

Una mujer peruana no tiene muchas oportunidades de reaccionar porque defenderse para una mujer es a veces sinónimo de violación y muerte. La justicia la trata exactamente como el violador: su minifalda es mencionada para justificar el crimen. Es como ser ultrajada dos veces.

Lee el texto completo en la versión en español del New York Times.

Especial: #NiUnaMenos, la lucha contra la violencia machista en el Perú


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