Todos los cineastas invitados al 20° Festival de Cine de Lima conocen el cuarto piso del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CCPUCP). Ahí es donde acuden para ser entrevistados por diferentes medios de comunicación. Durante la mañana, la jornada es tranquila. Los profesionales del séptimo arte latinomericano llegan relajados. Casi nadie carga una mochila. Pero hay una excepción: Francisco Márquez (1981) y Andrea Testa (1987). Ambos argentinos llegan con un coche. Uno de ellos, además, carga una pequeña de aproximadamente seis meses que explora, inquieta, un entorno desconocido.
Vista en otro espacio, esta pareja podría pasar desapercibida, pero quienes siguen el encuentro cinematográfico saben la verdad: se trata de los guionistas y directores de 'La larga noche de Francisco Sanctis', largometraje en competencia, y que es una adaptación de la novela del mismo nombre escrita por Humberto Cacho Costantini (1924-1987).
La historia gira en torno al personaje del título (interpretado por Diego Velázquez). Un tipo común que se desempeña como empleado público durante los terribles año de la dictadura argentina (1976-1983). Un día lo contacta una antigua compañera del colegio. Cuando se encuentran, ella le entrega un papel con los nombres de dos personas que esa misma noche serán detenidas y desaparecidas. Surge entonces la disyuntiva que es, a su vez, el motor del largometraje: ¿Se decidirá actuar Sanctis para ayudar a dos desconocidos?
"Lo primero que nos llamó la atención de la novela fue la manera cómo abordaba la dictadura. Plantea un punto bastante novedoso. Está abordada desde el punto de vista de un hombre común, fuera de la historia, y que vivía su vida sin involucrase en una situación política", dice Francisco, mientras Andrea carga a su hija que balbucea. La voz de la niña es un coro tierno para las declaraciones de su padre.
En Argentina existió lo que se denomina, "la mayoría silenciosa". Ese grupo de ciudadanos que se pusieron de lado. Personas que se levantaban todos los días, y tras tomar su café matutino, acudían a su trabajo, sin preguntarse a dónde fueron llevados los detenidos por los agentes de la dictadura.
Oficialmente, la dictadura argentina terminó hace 33 años. Sus brazos, sin embargo, se extienden hasta el presente. Se puede respirar en las calles. Si caminas por la Plaza de Mayo (Buenos Aires), por ejemplo, encontrarás en el suelo varios pañuelos dibujados. Sí, los mismos que utilizan las mujeres que perdieron hijos y nietos a manos de los militares
"Al leer la novela nos quedó la voluntad de hacer algo más. Se generó la posibilidad de ponernos en debate a nosotros, una sociedad que pareciera no haber sido parte de lo que estaba sucediendo en ese momento. Teníamos la necesidad y el impulso de continuar la novela de Cacho Constantini", explica Andrea. Ella conoció a su pareja cuando ambos estudiaban cine en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica. Con el tiempo se volvieron socios en más de un aspecto de la vida.
Existe una falacia que se utiliza, en muchos países latinoamericanos, para desprestigiar a los adultos jóvenes que -por cronología- no vivieron los conflictos internos pero que se interesan por exponerlos y reflexionar sobre ellos: Ustedes qué saben si no lo vivieron.
"¿Puede estar ajeno el cine a la realidad? Yo pienso que no", dice Francisco. La codirectora de La larga noche de Francisco Sanctis ahonda en su reflexión: "No podemos estar ajenos. Yo tampoco viví el 2001, pero sí sé que en medio de esos momentos de crisis, de alguna manera y otra, el arte brota en las calles. Nosotros entendemos que el cine es una herramienta de intervención social. Estaremos ahí acompañando a esas voces que se quieren callar u ocultar como desaparecieron 30 mil compañeros".
Los realizadores tuvieron muchos problemas para financiar su película, más aún en un momento en el cual el nuevo gobierno ha hecho recortes económicos que indudablemente afectarán a las artes. El cine no es la excepción.
A pesar de eso pudieron llegar al Festival de Cannes y al Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Entonces, aparecieron los miedos, dice Francisco. "Riesgos más que miedos o las dos cosas", declara Andrea.
En la ciudad francesa, ambos constataron que los espectodores se apropiaron del conflicto universal que subyace y lo hicieron suyo. Así, un francés les confesó que el largometraje le recordaba al nazismo. Un español completó el cuadro: recordó la Guerra Civil (1936-1939).
Lo más hermoso, sin embargo, sucedió en la capital argentina durante el Bafici (donde ganaron el premio a 'Mejor Película'), un certamen más cercano que permite una interacción directa con los espectadores. La película caló en ellos y incluso se armaron conversaciones espontáneas entre distintas generaciones. En una de los proyecciones estuvo presente Tati Almeida (integrante y referente de las Abuelas de la Plaza de Mayo).
"Se acercó mucha gente que la ha vivido dura en la dictadura. Personas que fueron torturadas o que tuvieron que exiliarse. Me emociona contarlo. Un señor, por ejemplo, nos dijo: 'Yo recuerdo el sonido de esos pasos en el silencio de la noche'".
Para Andrea, esa recepción demuestra que la memoria argentina está activa. Que la dictadura no ha terminado en cierto sentido. Pero 'La larga noche de Francisco Sanctis' traspasó las fronteras. Fue convertido, por quienes los vieron, en un relato universal. ¿Y cómo sucedió eso? "El poder del cine", dice Francisco. Ambos cineastas confiaron en él.
[Foto de portada: Handréz García]
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