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Karina Valcárcel: "Yo solo escribo y leo; es lo único que me preocupa"

La escritora y periodista dialogó con Lamula.pe sobre su nueva publicación en versión de prosa, sus influencias y lo que le gusta hacer.

Publicado: 2016-08-08
Karina Valcárcel ha llegado puntual a la cita pactada en el café de Miraflores en el que nos convocamos. Apenas instalada en la mesa, pide un Americano con una tartaleta de fresa. Me cuenta que está con gripe, y yo le digo que ya va a pasar, que es parte de este invierno húmedo, que estuve así en julio y cosas por el estilo. La entrevista que pactamos para hablar de su nuevo libro Los abrazos largos - prosa, además de otras perlas, terminó siendo una buena conversa entre buenos amigos. 

¿Por qué otra vez Los abrazos largos?
¿Otra vez esa pregunta? (Risas)
Es para el público que no lo sabe...
Habría que empezar diciendo que este libro se llama de la misma manera que un poemario que lo precede, y por eso se hace la distinción, en este caso, con el término "prosa", por el tema del ISBN y el registro de dos libros distintos con el mismo nombre. Fuera de eso, tenía que ver con una sensación recurrente en mis textos que sentía que se correspondía a esa frase. Pensaba en el acto del contacto físico humano, prolongado. ¿En qué situaciones ocurren los abrazos? ¿De qué depende la duración de un abrazo? Pensaba en los reencuentros, en personas que han dejado de verse mucho tiempo, que de pronto coincidían y se abrazaban. Pero esa misma acción se relacionaba también a las despedidas. Cuando sabes que te vas a separar de una persona, que no la vas a ver más, y la abrazas todo el tiempo posible porque te estás desprendiendo de algo. Que un mismo gesto sirva para expresar dos emociones opuestas, dos situaciones que son caras distintas de una misma moneda, me parecía que encajaba muy bien con un grupo de textos que comencé a escribir hace cinco o seis años.
Primero fue el libro de poemas.
Son libros que se escriben en paralelo, pero es cierto que primero se publicó el de poesía. Si has leído ambos, te darás cuenta que hay versos del primer libro que se conectan con el segundo. Por ejemplo, cuando hablo de los tesoros en el primer libro hago una especie de desglose sobre aquello que podemos atesorar: el recuerdo, la evocación, la situación vivida. Pero en el segundo ya no es esta enumeración de la escena, sino es como terminar de cerrar esa historia, ese círculo. Para mi tiene una serie de códigos que quizás solo los note yo. Pero eso es lo que importa cuando escribo, el poder reconocerme.
¿Por qué decides pasar a la prosa? ¿Es una especie de transición?
No es una transición en la que decida escribir primero en verso y luego en prosa....
No estaba calculado así...
Ha sucedido de esa manera. Natural. Sucede que me gusta escribir a mano lo que creo puede ser un poema. Y generalmente cuando escribo textos en prosa, lo hago en la laptop. Entonces, me pasaba mucho que terminaba de escribir uno de poemas en una libreta, y luego la idea o la sensación que quería transmitir no se me iba. Y seguía escribiendo, pero ya en prosa. No es que haga una separación, no está esquematizado para que suceda de ese modo. En muchas ocasiones es fortuito. 
En muchos de tus escritos haces alusión a lo urbano, a lo que está alrededor tuyo: las calles, las casas, los árboles. ¿Por qué te causan curiosidad todos estos elementos?
Tiene que ver con mi forma de ser. Hay algo que no he perdido con la edad o con la experiencia: mi capacidad de asombro. Entonces, siempre encuentro algo que llama mi atención. Puede ser una quinta, un barrio viejo, el balcón, la manera en que está dispuesta una autopista. Elementos que me rodean día a día. Muchas veces me maravillan, otras me dejan pensando, creando teorías, articulando historias secretas. Es caminar no porque tienes que llegar a un lugar, sino para contemplar la ruta. Es mi forma de ser. Y esto tiene que ver con la relación que tengo con Joaquín (su hijo), con quien he reaprendido ciertas cosas, una de estas es detenerme a mirar y a preguntarme por qué. Una vez caminaba con él y vimos la construcción de un edificio cerca de la casa, donde había mezcladoras de cemento. Él se quedó impactado y me preguntaba si esas mezcladoras eran un animal. Entonces, esa pregunta inocente me llevaba a ponerme en su lugar. A preguntarme ¿Qué sientes la primera vez que ves algo que no puedes nombrar, que te enfrentas a lo desconocido? ¿Como eso se relaciona al hecho de escribir? Es un poco eso.

La PorTAda de lA NUEVA publicación de Karina Valcárcel.

Joaquín refuerza la curiosidad innata que ya tienes...
Sí, durante estos nueve años que lo tengo, lo ha hecho. Ahora es menos curioso que antes; pero me ha quedado esa mirada inicial suya. En algún momento me he apropiado de eso, sin querer. Igual lo disfruto. Me divierte mucho caminar mucho por Lima y encontrar siempre algo que me deje inquieta.
Ya que hablas de Joaquín, observé que en tu libro escribes sobre él ¿Qué te lleva a hacerlo? Pocos escritores escriben sobre sus familiares.
Julio Ramón Ribeyro escribió en Prosas Apátridas sobre su familia...
Es cierto.
Joaquín es una parte muy importante de mi vida. Las mejores conversaciones de estos años las he tenido con él, porque es un niño que no se conforma con cualquier respuesta. Al tener esa dinámica, en la que él me pregunta y conversa conmigo, es que encuentro ciertas historias o momentos que me sirven para generar un texto. Además, son momentos que quiero preservar, porque me parecen tan puros... y no quiero perderlos. Es por eso que escribo sobre él, porque va a crecer. Esta sensación de intentar capturar con las palabras esta relación tan bonita que hay entre nosotros, es un poco lo que me impulsa a hablar de J. en mis libros.
Cuando uno está en el colegio, uno piensa en qué será cuando "sea grande". ¿Pensabas en ser escritora, periodista, que es lo que haces ahora?
No, no.
¿Qué querías ser?
¡Uy! Yo quería ser muchas cosas. Hasta cuarto de secundaria quería ser médico, allí fue cuando me enamoré de un chico, con quien descubrí que existía la carrera de artes plásticas. La existencia del arte como carrera era una especie de secreto que me había sido negado por mis padres. Yo dibujo y escribo desde muy chiquita. Entonces, había un temor de mi madre, con quien pasaba más tiempo, de ver lo que hacía y de repente un día le dijera 'quiero ser artista'. Pero finalmente se dio. Me enamoré de este chico, quien me habló de las posibilidades del arte. En quinto de secundaria les dije a mis padres que quería estudiar artes plásticas: no literatura, lingüística o similares. Yo quería dibujar y pintar. Esa primera vocación me ha servido mucho, porque seguí talleres de dibujo y pintura, y lo que ahí aprendes es a mirar. Te dicen que si no miras bien, tu dibujo no saldrá bueno. Que para poder tener una línea de creación propia, primero debes dominar plásticamente la realidad. Eso me ha servido para escribir. 

Una página de "Los abrazos largos - Prosa".


Y también te ha servido en tu curiosidad, en tu observación de las cosas de las que hablábamos hace poco...
Sí, claro. Me detengo mucho a mirar.
Decías que querías ser muchas cosas. ¿Crees que ser escritor o poeta es un poco "ser muchas cosas"?
Creo que tu pregunta está orientada a esto de las carreras. Ser poeta no es una carrera...
No es una carrera, pero es una forma de transportarse...
¿Pero quién tiene consciencia, a los 15 años, de que se puede ser llamado poeta? Supongo que es algo que sucede, que alguien te empieza a llamar de cierto modo. Pero no sé si ser poeta sea ser muchas cosas, es decir, no creo que exista una generalidad para ello.
¿Y escritor?
Ser escritor es ser escritor. Es cierto que escribir te puede llevar a un conocimiento profundo de distintas materias. Pero puedes ser escritor y solo eso. Creo que no depende del oficio, por llamarlo de algún modo, sino más bien de la persona.
Ya que hablamos de escribir, ¿alguna vez piensas sorprendernos con un relato más largo? ¿Un cuento, una novela?
¿Sabes qué pasa conmigo? No tengo disciplina. Para escribir una novela hay que tener disciplina. A mis 31 años no me obsesiona escribir una novela. De hecho ahora puedo estar tranquilamente sin producir nada estrictamente literario durante meses. No me mata. No quiero demostrarle a nadie que soy escritora, solo vivo mi vida lo mejor que puedo. Viajo, trabajo, estoy con mi hijo, con mi familia, con mis amigos, me enamoro, me desenamoro... No me preocupa por el momento embarcarme en una empresa tal como una novela. Respeto mucho a la gente que pueda hacerlo, pero no es un interés personal como creadora. Intenté escribir cuentos alguna vez, porque cuando estás en el cole, tu primer acercamiento a la literatura -por lo general- es la narrativa. Es decir, tus padres te cuentan cuentos, en el colegio te mandan a leer cuentos y así. Entonces, a los ocho años no sabes qué es un poema. Alguna vez intenté (lo de los cuentos) pero soy un desastre, me parece, para eso. Tengo algunos, pero están ocultos.
¿No están en tu blog?
Algunos los publiqué, pero luego los despubliqué (risas).
Ya que hemos hablado de cuentos, novelas y poesías, ¿qué escritores han influenciado en ti? ¿Cuáles son los que más gustas de leer?
Uy, qué pregunta. Hay muchos, ¿no? No sé si habrán influido directamente en mi forma de escribir, pero sí hay una influencia en mi forma de percibir la literatura. Podría decir que mis primeros contactos como lectora de poesía fueron con Jorge Eduardo Eielson y Arturo Corcuera. Pasa que tenia -y hasta ahora lo tengo- un libro verde llamado 'Cortaviento', en el que había un par de paginas de poemas, el ya clásico 'Poesía en forma de pájaro' y también este otro titulado 'Fuerza Aérea'. Me gustaba, en ambos casos, como se movía el texto en la hoja de papel. Ese primer encuentro fue tan bonito, que hasta ahora son escritores a los que admiro y a los que siempre vuelvo.
¿En la secundaria?
En la secundaria llegó a mis manos un libro de Mariela Dreyfus
titulado 'Placer fantasma', con el cual recordé que la poesía podía ser otra cosa, no necesariamente esta estructura solemne en la que el lenguaje está dispuesto en una sola forma. Luego empiezo a leer a Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik, mis autores favoritos de la adolescencia. Leerlos me emocionaba mucho. Otro autor al que adoro es a Ribeyro. Lo siento muy familiar por todo lo que cuenta en La tentación del fracaso. Me parece tan auténtico, tan humano... y luego lo contrasto con sus cuentos, sus prosas, sus novelas: esas conexiones del escritor y el ciudadano transhumante, miserable, lúcido, son tan ricas que generan esta admiración tan grande que siento por él, de hecho que alguna vez he querido emularlo llevando algún diario.

Karina Valcárcel, una periodista viajera.

¿Y de adulta?
Mis lecturas de adulta iniciaron quizá con Blanca Varela. Un autor que no he dejado de leer desde los 17 es Mario Montalbetti.  Luego, Mark Strand, Antonin Artaud, Paul Celan, Derek Walcott, probablemente toda la generación de poetas peruanos del 50 y tantos, tantos otros. Últimamente he estado leyendo traducciones de autores que escriben portugués...
¿Fernando Pessoa?
¡Uh! ¡Pessoa! También es una lectura que mantengo desde hace años. Leer a Pessoa es algo que te hace repensar si servirá de algo que una siga escribiendo (risas).
Pessoa es impresionante..
¡Es impresionante! Pero yo me refería más bien a Arnaldo Antunes y Paulo Leminski. Con ellos me estoy encontrando ahora.
Volviendo a lo nacional, ¿cómo observas que ahora aparezca una nueva generación de escritores, en editoriales más pequeñas?
Trato de no observar dicho fenómeno (risas) ¿Sabes qué pasa? Me parece fantástico que se produzca tanto, en términos que considero una práctica sana que la gente se exprese. Ahora, sobre la calidad de lo que se produce, pues eso siempre es discutible, tanto de autores como en trabajo editorial. En términos generacionales, me tiene sin cuidado. Trato de huir de eso, porque en algún momento he sentido que las personas, los escritores/poetas, están un poco más preocupados por salir en la foto, encajar en algún movimiento, tener una  voz bajo el nombre de algún colectivo y es algo que hoy en día prefiero evitar .
¿Algo de figurettismo?
No necesariamente bajo ese concepto, pero me parece que esta preocupación extraña de querer marcar una época los consume. No me agrada mucho detenerme a pensar en eso, las ideas que me vienen son muy negativas. Últimamente he aceptado invitaciones a leer y he huido. Cada vez más me cuesta leer en público. Pero tampoco quisiera volverme una especie de ermitaña, una renegada, creo que dicha actitud es colocarse innecesariamente en un pedestal. Bajo esa línea podría decir que no quiero compararme, no intento ser mejor que alguien, no siento ser quién para emitir un juicio tal como 'esto me parece deplorable' o 'esta es la nueva voz de la literatura peruana'. Yo solo escribo y leo; es lo único que me preocupa por ahora.
Me acabas de dar el titular de la nota.
(Risas)
Gracias Karina.
No, gracias a ti.

Escrito por

Victor Liza

Periodista pobre, pero honrado. Twitter: @elgatocontabas


Publicado en

Redacción mulera

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