"Mi primera publicación me dejó patas para arriba. Yo no estaba preparada. Presenté el libro a dos concursos y ganó en ambos. Eso hizo que los editores le pusieran atención al libro y pude darme el gusto de escoger editorial y tres meses después el libro estaba en las librerías y yo no sabía qué había pasado". 

Estas palabras pertenecen a la escritora argentina Samantha Schwebling, con quien conversamos en abril pasado, aprovechando su paso por Lima con motivo de la Segunda Bienal Mario Vargas Llosa. 

Cuando la autora -una de las voces más emblemáticas de la narrativa latinoamericana- ganó dos premios (Haroldo Conti y Fondo Nacional de las Artes) por su primer libro de cuentos, El núcleo del disturbio, tenía tan solo 24 años. 

Para un escritor de 'distancias cortas' encontrar una editorial para publicar puede ser una labor desalentadora. La novela domina los escaparates de las librerías y los editores lo saben y la frase 'No tienes una novelita', tarde o temprano, aparece cuando conversan con un cuentista. 

En ese panorama adverso, los certámenes literarios constituyen herramientas medulares para que los narradores puedan exponer -ante un público amplio- sus creaciones que -como dijo Julio Cortázar- deben ganar a sus lectores por knock-out.

Si miramos el territorio peruano, el Premio Copé -promovido por el periodista Pedro Cateriano Delgado con el apoyo de Petroperú- es, a todas luces, el más codiciado por la comunidad de escritores nacionales.

"Creo que el éxito del Premio Copé yace en dos aspectos: primero, que el organizador del premio, Petroperú, no nombra a los miembros del jurado, sino que convoca a representantes de diversas instituciones. Eso le otorga transparencia. Y lo segundo es la publicación de un libro con los trabajos finalistas. Muchos ganadores, como Cronwell Jara, por ejemplo, me han dicho que su principal objetivo era ver su cuento publicado", expresó su creador en el 2014. 

Razón no le falta al destacado periodista. En la actualidad, el concurso organizado por la empresa ya es una tradición. Cada dos años cientos, e incluso miles de peruanos, envían sus cuentos a la Bienal. Y lo mejor de todo es que provienen de diferentes regiones. Ese es otro punto a destacar. El Premio Copé no solo es un 'radar' de talento literario, sino también una 'política cultural' que apuesta por la descentralización. 

"Tenemos un mes y medio de lecturas tras lo cual se hace una primera selección. Y luego vienen las deliberaciones, que a veces son auténticas batallas campales (risas). Pero de esas preferencias variadas y resultados cruzados es que han surgido obras que han ido formando la historia última de la literatura en el país", cuenta Cateriano.

Muchos son los narradores que han alzado los trofeos del Copé. Algunos de ellos se han convertido en referentes de la literatura peruana contemporánea. No referimos, por ejemplo, a Óscar Colchado, Gregorio Martínez, Luis Enrique Tord y el ya mencionado Cronwell Jara. 

"Ganar el Copé en1983, con mi relato 'Cordillera Negra', significó el espaldarazo inicial a mi carrera de escritor, pues recién había salido de Chimbote para vivir en Lima. Antes de mí, los ganadores habían sido figuras tan reconocidas como Washington Delgado y Julio Ortega", recordó Colchado hace dos años. 

El próximo 12 de agosto vencerá el plazo para enviar manuscritos a la XIX Bienal de Cuento. Si aún estás indeciso, recuerda que muchos de los triunfadores y finalistas, también fueron inquietados por el nerviosismo. Quizás esa sea la prueba de que tu vocación literaria, verdaderamente, te importa. 

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