Naciones Unidas denunció el "preocupante" aumento de ejecuciones de supuestos traficantes y adictos a las drogas en Filipinas en una campaña que desde el pasado mayo ha causado centenares de muertos, informa hoy la prensa local.

Según el recuento de la emisora ABS-CBN, 810 personas han muerto desde el 10 de mayo -un día después de la celebración de elecciones generales- hasta ayer en la guerra contra las drogas iniciada por el nuevo presidente del país, Rodrigo Duterte.

De estas, 496 murieron en operaciones policiales y 240 fueron ejecutadas por hombres armados sin identificar, mientras que otros 74 cadáveres han aparecido con letreros que les acusaban de ser traficantes.

La cifra de muertos aumenta rápidamente, pues las operaciones en las que los policías dicen verse "forzados" a disparar a supuestos traficantes se producen diariamente.

Anoche, al menos 4 personas murieron a manos de agentes en la isla de Cebú, en el centro del país, 3 más en la provincia de Nueva Écija (norte), y 2 más en el distrito de Quezon City, en Manila, según distintos diarios filipinos.

En respuesta, el director ejecutivo la Oficina de las ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), Yury Fedotov, condenó "el aparente respaldo de las ejecuciones extrajudiciales" que se están produciendo en el archipiélago asiático.

Fedotov calificó como una "violación de derechos y libertades fundamentales" la campaña contra la droga de Duterte, quien en la campaña electoral prometió matar a miles de delincuentes y drogadictos para acabar con la criminalidad del país en sus seis primeros meses de mandato.

"Este tipo de respuestas son contrarias a las provisiones de las convenciones internacionales para el control de la droga, no sirven para traer justicia y no ayudarán a asegurar que toda la gente viva en salud, dignidad y paz, con seguridad y prosperidad", agregó Fedotov.

El representante de UNODC afirmó que la organización está preparada para ayudar a Filipinas a "llevar ante la justicia a traficantes de drogas con las garantías legales que están en línea con las normas y los estándares internacionales".

Pese a las críticas recibidas por varios organismos internacionales en las últimas semanas, Duterte aseguró en julio en su discurso sobre el Estado de la Nación que no cejará en su empeño de matar a todos aquellos involucrados en el narcotráfico.

"No vamos a aflojar nuestra campaña contra las drogas ilegales. No vamos a parar hasta que el último capo de la droga (...) o el último traficante esté entre rejas. O bajo tierra, como ellos prefieran", afirmó.

En la misma intervención, Duterte arguyó que su violenta iniciativa había llevado a la detención de más de 3.600 personas relacionadas con las drogas y a que 120.000 adictos se hayan entregado a las autoridades.

El nuevo presidente, investido el pasado 30 de junio, goza de una enorme popularidad en Filipinas, y las últimas encuestas apuntan a que un 91% de los entrevistados confían en Duterte, la puntuación más alta recibida jamás por un mandatario filipino. EFE


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