'El Matrimonio de la Ñusta', pintura de inicios del siglo XVIII perteneciente a la colección del Museo Pedro de Osma, es el punto de partida de 'La última Princesa Inca', una propuesta de la artista nacional Ana de Orbegoso, quien con una videoinstalación y otros soportes da vida y actualidad a esta obra colonial, en la que captura un momento crucial en la historia: la ejecución de Túpac Amaru I y el matrimonio de su sobrina, la princesa Beatriz Clara Coya, con un capitán español. Ambos eventos sellaron la conquista española sobre el imperio incaico, oficializando el nacimiento del mestizaje en Latinoamérica.

Durante los últimos 10 años, Ana se ha enfocado en investigar visualmente la historia peruana. "Las grandes preguntas sobre quiénes somos y de dónde salimos comienzan con una cuestión existencial. Lo que aprendí de mi país lo sé de mis padres y ellos de mis abuelos y demás, pero cuando sales del seno familiar te das cuenta de que te falta más información. Quería llenar el álbum de figuritas familiar del país, entonces necesitaba tener más información, y juntar todas las referencias. Tener una idea más completa de mi historia, que es la historia de todos los peruanos", explica a LaMula.pe su interés por lo peruano.

Made re hija: Miriam Sernaque y Déborah Correa

En 1572, la conquista española sobre el Imperio de los Incas en el Perú estaba prácticamente consumada. El último foco de resistencia fue derrotado cuando Túpac Amaru I fue capturado y ejecutado. Como parte del tratado de rendición, su sobrina fue entregada en matrimonio al capitán español que lo había capturado. Dos siglos más tarde, el nombre de Túpac Amaru fue usado por el líder de una fallida rebelión contra la corona española, siendo también capturado y ejecutado. Los dos Túpac Amaru sobreviven como uno solo en la memoria popular peruana. 

Tras la exitosa muestra 'Vírgenes Urbanas' (2012), Ana vuelve a Lima con la princesa inca, y cuenta cómo surgió esta obra: "La historia de este proyecto comienza con una conversación con el poeta cusqueño Odi Gonzales, quien hace 10 años colaboró conmigo en mi proyecto 'Vírgenes Urbanas'. Él  me hizo ver un cuadro muy peculiar, el del matrimonio de la ñusta Beatriz Clara Coya con el capitan español Martín de Loyola. Un cuadro muy peculiar porque representa el matrimonio de dos parejas, acompañados de dos curas y personajes de una panaca inca, todos con un semblante muy neutro. Fue muy probablemente comandado por los jesuitas en el siglo XVII para mostrar la alianza de dos prominentes familias ligadas a la Compañía de Jesús con lo más graneado de la realeza incaica".

Y, claro, Ana quiso saber más e investigó. "Es un cuadro muy peculiar en la historia, y lo que descubrí detrás del cuadro es una historia que muchos la saben pero la mayoría la desconoce: a Tupac Amaru I lo confundimos siempre con Tupac Amaru II. En nuestra memoria popular están todos juntos. Cómo ocurrió el hecho, cómo fue capturado, cómo su sobrina fue dada en matrimonio al capitán que lo capturó, y el fin de esta resistencia que habían formado los incas, después de la conquista, que no la sabemos casi nadie. Nuestra historia del Perú en los colegios es de libros muy delgados. Entonces, yo descubrí en ese momento que había habido una resistencia como de 35 años, de estos incas que se habían quedado en Vilcabamba y este es el matrimonio, o sea, se sucedió, realmente representa el fin de esa resistencia y por ende el fin de la civilización inca. Ya oficialmente no hubo más incas, y por eso es que le llamo 'La última Princesa Inca', porque realmente con ese matrimonio nació, por decir, se oficializó el mestizaje. Es decir, ya la fusión legal de estas dos culturas, con el fin de lo que fue el Imperio Incaico". 

Tupac Amaru, interpretado por Miguel Angel Pimentel

La artista se metió de lleno a los libros de historia, a leer, indagar, reflexionar y aprender más allá de la historia oficial. "Leí muchas crónicas y realmente me enteré más de primera mano que los personajes que veíamos en el cuadro eran personajes que habían tenido vida. Entonces, necesitaba darles vida y sentir la historia. No solo mirar el cuadro, cerrar el libro y se acabó la historia al cerrar el libro. Eso es lo que siento que ha pasado con nuestra historia, que se queda perdida en un libro de historia. Ahora estamos comenzando a ver que el haber reforzado un poco nuestra identidad a través de la comida, está haciendo que todos empecemos a ver un poquito más adentro. Que abramos el álbum de figuritas y digamos 'ah, caray, tenemos esto y esto'. En vez de dejar la historia metida en el libro que empecemos a vestirnos de ella. Siempre nuestra pregunta era y qué hacemos con nuestros objetos históricos. Cómo los hacemos parte de nuestra vida contemporánea. ¿Cómo los llevamos puestos? O sea, en vez de que esté en el huaco. Para eso sentí que necesitaba de vida. Sentir que realmente habían sido de carne y hueso. Que tenían emociones. Entonces junté a todo este grupo de artistas apasionados y mucha gente que colaboró. Un equipo de 40 personas", nos explica.

¿Qué hacemos con nuestra historia, qué hacemos con nuestros objetos históricos? ¿Cómo interactuamos con nuestra iconografía? ¿Cómo la encajamos en nuestra vida contemporánea? ¿Cómo nos la llevamos puesta, en fin, cómo continuamos?  

Así, con una mirada contemporánea, su propósito fue dar vida a estos personajes, dotándolos de emociones y de intenciones, mostrando la utilización de la mujer como trofeo y herramienta de legitimación para la apropiación y el pillaje. Beatriz Clara Coya representa a la mujer indígena que acepta su destino con orgullo y resignación, sabiendo que el único camino que le queda es la resistencia. Pero Ana imaginó también una revancha. La hija mestiza del conquistador y la princesa sometida, personifica a la mujer moderna, libre, consciente de su pasado y de sus raíces y capaz de decidir su futuro. 

Ana de Orbegoso, esbozando a su personaje principal

"A pesar de los 300 años de una larga conquista, nuestro país ha trascendido en el tiempo por su cultura viva, la cual ha venido desarrollándose con una terquedad admirable por ciudadanos independientes, como nosotros. Esa cultura viva es la que ha creado memoria, es por la cual Europa y el mundo quedaron fascinados, y de esa cultura viva y de visionarios actuales, sale hoy en día nuestra famosa comida peruana. Sigamos trascendiendo con dignidad y orgullo, nuestro pasado es nuestra arma más valiosa, sin ello no trascenderíamos, sin ello somos hijos de nadie", detalla.


La princesa 

"La princesa es esta joven que no tiene opción. Que está entre el confort de su realeza, pero también tiene curiosidad de qué es esa otra novedad, que es el representar a su civilización o cultura en esta nueva empresa en la que ella es parte. Porque es un personaje que no puede decidir, que están decidiendo por ella. En el video salen esas emociones de cuestionamiento, de miedo, de inseguridad, pero también de valor. Tiene muchas escenas con su madre, también se siente niña y también añora ese espacio de no preocupación que tiene la niñez. Donde eres libre y no hay fronteras La madre la entrega con pena, pero con valor", cuenta a LaMula.pe.

 las coyas también lloran

En la obra de Ana hay mucho del rol de la mujer en la historia. Es la que efectivamente ha sido el canal, pero ha sido la resistencia. "He querido incidir en un detalle: cómo la madre reina le pasa a la ñusta la trascendencia, y esta a su vez se la pasa a su nueva hija mestiza. Recordemos que la mujer no ha tenido control de su futuro, generalmente, en la historia. En muchas civilizaciones ya está decidido cuál va a ser la trayectoria o el futuro que va a tener una mujer. Pero a pesar de esa supuesta falta de control hay una resistencia también, que siempre ha mantenido a la mujer no completamente sometida, sino que resiste y sigue manteniéndose en un rol de resistencia y de control de la trascendencia", señala la artista.

Lo que quiere transmitir es que esa trascendencia que le está pasando la una a la otra y la otra a la otra continúa hoy en día. Una historia, un legado, que todos tenemos. "Es la historia de todos", remarca.  

Estamos ante un videoarte muy simbólico y poético. No es un documental. Una videoinstalación en la que Ana intenta contemporizar una memoria, que no se quede como una memoria del pasado. "Tenemos esta idea de que el pasado tiene que quedar en el pasado y no recordarse más. Si no recordásemos nuestro pasado, por decirte, la comida, los visionarios actuales no hubiesen podido transformarla para universalizarla. Sin memoria no tenemos eso", anota.

'La última princesa inca' ha recibido reconocimientos en el exterior, ha ganado un premio a mejor corto experimental en el Big Apple Film Festival de Nueva York y obtuvo una mención especial del jurado en Veracruz “por recuperar de manera estética y plástica un momento histórico de América Latina”. Ahora está en Lima, hasta el 28 de agosto, en el Museo de Osma, y la puedes apreciar de martes a domingo, de 10 am a 6 pm. 


La última princesa inca cuenta con la actuación de Miriam Sernaqué, Débora Correa, Miguel Ángel Pimentel, Eli Duarte, Cristian Rivero, y Juan Carlos Fisher, entre otros. La música es de la compositora Pauchi Sasaki y la voz de Sylvia Falcón.