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Andrea Cabel: "La belleza siempre conmueve y la conmoción nos permite ser parte de algo más grande"

A propósito de la publicación "A dónde volver. Poemas “reunidos”" y de la firma de sus libros hoy en la Feria Internacional del Libro, conversamos con ella, entre otras cosas, sobre la función social de la poesía, la dificultades y experiencias con las que carga el arte, también sobre Bagua y la Amazonía.

Publicado: 2016-07-22

Andrea Cabel (Lima, 1982) publicó en marzo de este año A dónde volver. Poemas reunidos (Editorial Paroxismo, 2016), texto que significa el retorno de la escritora a la poesía por medio de esta antología de su obra poética, que contiene además textos inéditos. Hoy la autora de Las falsas actitudes del agua (Premio Esquina de Papel) firmará sus libros en la Feria Internacional del Libro a las 18:00 horas en el stand 161

A propósito de este evento, conversamos con ella sobre distintos temas, y no solo sobre colección de poemas. Reflexionó con nosotros acerca de las experiencias y enseñanzas que deja la escritura poética, sobre cuál debería ser idealmente el tipo de presencia de la poesía en la sociedad, sobre el lenguaje poético que ha venido trabajando en todos estos años, y sobre cómo nuestra vitalidad se nutre de distintos lenguajes y prácticas.


¿Qué experiencias te dejó la difusión de tu primer libro "Las falsas actitudes del agua" (2006), el cual recibió buenas críticas y comentarios?

Ese libro tuvo una segunda edición (2007) y tuvo otra edición en México (2014). El libro ha seguido su camino desde entonces. Me ha demostrado que se vale por sí mismo y que no me necesita para crecer, para que llegue a otros públicos, para que abra fronteras. En ese sentido el libro me ha enseñado mucho.  

Hay gente que no conozco pero que me conoce por el libro. Veo que se vende en otros lados y me siento muy orgullosa y contenta de ello. Las enseñanzas que me quedan de él son los buenos recuerdos sobre cómo empecé a escribir, ya que ésa fue la primera vez que yo escribía. Esa pasión, esa ingenuidad, esa necesidad ahora las veo con cierta distancia y también con muchísimo cariño.

Te molesta que no produzcas poesía como quisieras, o más bien responde a momentos?
Yo soy muy prolífica, pero no en poesía sino en otros rubros. Lo que hago en la poesía es un trabajo muy natural, espontáneo y muy libre, y si a mí me sale escribir seguido lo hago. Todo en la vida tiene su tiempo. Si bien la poesía tiene un espacio importante en mi vida, es el espacio que le toca cuando aparece. No la fuerzo.
Tú te dedicas a la investigación literaria, y eres profesora en la Universidad de Pittsburgh, además de estar produciendo tu tesis de doctorado. En ese sentido, ¿sientes o crees que entre el tipo de lenguaje escrito de la poesía y el de la academia, hay choques o contradicciones?
Eso es como decir que el quechua choca con el inglés. No chocan. Son idiomas diferentes. Son diferentes cosas y hablan del mismo tema, pero de distintas maneras. Lo que hay es riqueza. No veo la contradicción. En todo caso es una suma de voces.
A partir de la revisión general que has hecho de tus poemas para construir la antología,  ¿podrías explicitar una poética de tu obra?

Esa es una pregunta para la Andrea crítica, no para la poeta. Sé lo que quiero decir con ese libro, a dónde estoy apuntando con él y sé, por ejemplo, lo que me ha costado encontrar mi idioma. Parte de esta poética es la particularidad del lenguaje que he conseguido: me gusta mucho cuando me dicen que mis versos parecen muy fáciles, comprensibles, pero yo me he devanado el cerebro para poder hacerlo así. Creo que es un ejercicio bastante difícil en cualquier área, no solo en la poesía expresar de un modo sencillo lo que para uno es complicado y personal. 

Ahora, sobre mi poética, no me he puesto analizar el meollo de ésta, pero creo que entre el lenguaje y la temática queda bastante claro por dónde estoy yendo: por ejemplo yo no trabajaba el tema de la muerte ni el de los padres hasta hace unos años, y, sin embargo, ahora es un tema tangencial en mi obra. El amor siempre será un eje transversal en todo lo que hago porque es para lo que vivo. Pero por la temática, por el lenguaje, por las figuras y por el tema, se podría denotar claves para pensar una poética de mi trabajo, también está el tema del viaje, el movimiento de uno a otro lado y el de una feminidad por ratos adolescente, por otros momentos, muy madura, o quizá niña, o acaso una que se esconde y aparece.

Muchos poetas deciden no explicar técnicamente como escriben, y hay una tendencia a hablar de la naturalidad de la escritura, ¿crees que hay una suerte de cuidado generalizado al hablar de ello?
Yo soy de corregir mis textos. Los dejo reposar, los veo con toda la distancia posible, incluso cuando los tengo publicados los corrijo. Es algo muy personal. Los poetas con los que yo he hablado, en general, siempre tienen esta ráfaga de inspiración que los obliga a escribir en determinado momento. Quizá esta sea una comparación muy burda: "Carta a una señorita en París" de Julio Cortázar, cuando el hombre empieza a vomitar conejitos rosados, él no lo puede parar y tampoco puede explicarlo muy bien. Esa es más o menos mi analogía con el poema. De pronto yo hago unos versos y digo '¡lo hice yo!' (risas), pero no recuerdo bien en qué momento lo hice y tampoco podría elaborar sobre ese momento concreto.
¿Cuál es la función de la poesía en este momento en la sociedad, ¿crees que habla de conectar a personas con un tipo de sensibilidad particular, o tiene más bien una función frente a la sociedad en general?

Yo creo que la poesía ha sido un arte por mucho tiempo malentendido o demonizado. Al menos en mi colegio era aburrido leer poesía, porque no leíamos poemas con los que nos sintiésemos identificados, o que nos removieran, no nos hacían participar de una dinámica, y tampoco nos emocionaban. Entonces llegábamos con cierta idea manipulada de lo que es la poesía, y también con muchas preconcepciones sobre lo que es el poeta y de lo que él hace. Creo que la poesía tiene una función vital, tanto en la vida de los que la escriben como en los que la leen, y a mí me gustaría que el público sea masivo en vez de ser tan pequeño; que no lo vean como un inasequible e incomprensible texto, y que no vean al poeta como un sujeto sufriente que está vomitando su depresión. Es algo más profundo, mucho más interesante e inteligente que solo un discurso confesional. 

Lo bueno de la poesía, como lo bueno del arte en general, es que siempre uno va ensayando, mejorando y aprendiendo. La poesía te ayuda a objetivizar lo que sientes, y lo que piensas de una manera muy concreta, y no todo el mundo tiene una sensibilidad para poder hacerlo o entenderlo. Sería muy lindo que existan más iniciativas para hacerla un poco más masiva. Yo creo que la poesía sí puede tener un fin importante, si no mira a Roque Dalton, a César Vallejo, incluso no solo para fines políticos, ya que los fines personales son los más políticos, como en el caso de Blanca Varela, incluso Pablo Neruda, o García Lorca.

La belleza siempre conmueve y la conmoción siempre nos va a permitir ser parte de algo más grande, y no es ser idealista querer ser parte de algo más grande. Es algo natural. La poesía nos permite ser parte de ese flujo, con el plus de la belleza, y la belleza transforma vidas y muchas cosas más. Cuando un niño puede plasmar lo que siente con dibujos, versos o lo que sea, es algo mágico, ya que se le abre otro mundo, se le abre una ventana. Igual para un adulto. Todos somos seres sintientes, más que pensantes quizás, y todos tenemos cierta reticencia al dolor. La poesía nos ayuda a procesar, a manejar, a crecer de otras maneras, nos da otra forma de respirar, y mientras más maneras de respirar tengamos mejor. Por ejemplo yo amo mi trabajo, mi carrera. Esa es una forma para mí de respirar, así como la natación, también la poesía.

¿Qué es lo siguiente para Andrea Cabel tras su último poemario?

Para mí la literatura es rica en tanto demuestra su versatilidad y su poder frente a otros sucesos que no están escritos ni impresos ni publicados. Eso es algo que me parece muy interesante de pensar y trabajar. 

En ese sentido, sobre la agencia de la literatura en el día a día, yo siempre me sentía mal porque veía a mis amigos economistas, abogados, médicos hacer cosas muy útiles, como salvar vidas, sacar a gente de la cárcel, cosas prácticas, y yo decía 'mi carrera no me da la posibilidad de hacer cosas concretas o útiles, y tengo una reflexión maravillosa que la puedo compartir con mi gato y con mi madre'. Ahora creo que la literatura puede ayudar a llegar mucho más allá: puede ayudarnos a conectar nuestros intereses o nuestros afectos con gente que es diferente de uno, y nos puede ayudar también a involucrarnos con sus problemas, y a buscar soluciones; depende de cómo lo quieras ver. Es así es como he orientado la literatura en mi vida, con una agencia mucho más grande que el de solamente quedarse en un circuito cerrado. Lo mismo con la poesía.

Sobre mi siguiente proyecto poético, éste será diferente, porque va a tratar de la Amazonía. Incluye voces en otros idiomas, como el Shipibo, Awajún, Bora, Huitoto, y narro poéticamente experiencias de estar allá, en la selva, y de ser parte del otro: algo así como jugar con esta invisibilidad que implica ser el otro, en el caso de los amazónicos.



Poema extraído de "A dónde volver":


The Manza tibia code


INCLINADA y sin cualidades, mi espalda te agradece

Se encorva y disuelve todo el control del universo:

Tus tendones y mis nervios, arpegios escogidos para unirse

Y cantar dolorosas sentencias, dolorosas despedidas, dolorosas bienvenidas

A mi también me duele toda esa belleza

La del lunar de Carmen en tu pierna derecha

La de la forma de tus orejas cuando no encajan en la rutina

La de la mirada dios que no tiene piedad conmigo, ni contigo, ni con ellos. 

Sentarnos sería bueno, entonces.

Colocar un banco y una silla, dejar al gato sentarse también.

Sentarnos sin aspiraciones de postres dulces o de constelaciones heridas

Solo abrir un sobre amarillo y colocarlo en agua tibia

Y dejar que el azúcar se vaya.

Sentarnos para que la tarde caiga despacio sin hacer demasiado ruido

Y contar los aretes en una oreja, o en otra

Y darle nombres a nuestra relación: estrella, luna, noche, infierno, paraíso, nostalgia, bipolaridad, taquicardia, incendio, toxica receta de galletas de nuez, darle nombres Y buscar palabras,

Y buscar relleno en una empanada

Llenar los formularios mientras silbamos  

Ver que el sol en el minuto siete u ocho de la tarde se hace rojo, se hace naranja

Cogernos las pestañas y morder fuertemente nuestra lengua

No decir lo prohibido

No decir sin azúcar, no tan caliente, no tan llena

Dejar que la taza sea una taza y que las palabras sean eso, nada más.

Dejar morir, dejar todos estos cuadernos, todas estas rayas que suben y bajan, dejar la decepción y la agonía, dejar de lado el carnaval de la mentira, dejar las botellas sin alcohol porque las dos, las dos tenemos el mismo diagnóstico: the manza code at six.

Y no soñar demasiado esta vez.

Dejar ir a la mujer que señala la cometa, o a la otra que se borró la cara, que borró todas sus señales, para no soñar demasiado y para mantener todavía estos discos que aunque abiertos, aun la sostienen.

(Fotos: Tony Robles) 


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