Gay Talese es una figura capital de la literatura y el periodismo mundial. Cambió, junto a Tom Wolfe, la cara del oficio entre los años 50s y 60s al ser uno de los padres del reportaje literario o Nuevo Periodismo. En los 70s y adelante se dedicó a trabajos con este estilo pero de más largo aliento que los que se podían publicar en periódicos y revistas. 

Talese publica entonces obras cumbres de la no-ficción como 'Honrarás a tu padre' (1971, y de cuya historia se inspira la serie inaguradora de la era dorada de la televisión 'Los Soprano'), y 'La mujer de tu prójimo' (1981), además de seguir escribiendo crónicas más cortas, compiladas en libros como 'El silencio del héroe' (2010).

Como vemos, este escritor y periodista no necesita de jugadas -por decirlo de alguna manera- deshonestas a la hora de escribir para ganar reconocimiento o notoriedad, o para alcanzar la calidad que podría hacerle ajena a otros. Esa es la razón principal por la que sorprende todo el lío que se ha armado (o que, en verdad, ha armado él mismo) con su último trabajo: 'El motel del voyeur' (2016).

Este libro prometía muchísimo, además del autor que lo iba a firmar, el tema era cautivante. Este cuenta la historia de Gerald Foos, que en los años sesenta construyó un techo falso en las habitaciones del motel que manejaba para espiar los encuentros sexuales de sus huéspedes

Foos contactó a Talese en los sesentas y lo invitó a participar con él en estos eventos de 'voyeurismo' durante tres días. Recién se publica este reportaje ahora que los posibles crímenes por los que se podría imputar a Foos han prescrito. La anticipación por este trabajo fue tal que el mismo Steven Spielberg ya había comprado los derechos para una posible adaptación cinematográfica. 

A pesar de esto, Talese anunció ayer jueves que no promocionaría el título al haber perdido la confianza en la fuente de su relato. Al momento de publicarse un fragmento en 'The New Yorker' empezaron a aparecer huecos en el testimonio de la única fuente consultada. Un reportaje de The Washington Post, por ejemplo, averiguó que en los ochenta Foos vendió su hotel, y no lo recuperó hasta ocho años después, por lo que varias anotaciones correspondientes a esos años quedan en entredicho

El dueño del motel también asegura en su testimonio que fue testigo de la estrangulación de una mujer, pero no avisó a la policía. Talese tampoco. El escritor dice en el texto que no consiguió confirmar en los archivos públicos este asesinato, pero lo atribuyó a una incongruencia en los datos registrados. Es posible que el episodio no fuera real.

"Gerald Foos no es de fiar. Es un hombre deshonesto, totalmente deshonesto. Hice lo que pude en este libro, pero puede que no fuera lo suficiente. ¿Cómo voy a promocionar el libro si su credibilidad acaba de quedar en la basura?", declaró Talese a The Washington Post en el momento de dar este anuncio. "Nunca debería haber creído una sola palabra que dijo".

Para colmo de males, el escritor se desdijo a las pocas horas en su posición deslegitimando completamente su obra. “Gerald Foos, y eso nadie lo duda, era un voyeur épico y, lo digo claramente en el texto, a veces podía ser un narrador poco fiable de su peculiar historia”, escribió en un comunicado. “Cuando hablé con el reportero de The Washington Post, estaba sorprendido y disgustado con todo ese asunto de la propiedad del motel en los años ochenta. (...) Pero quiero dejarlo claro: no reniego del libro y tampoco lo va a hacer mi editorial. Si hay detalles que corregir en ediciones posteriores, lo haremos”.

El libro saldrá el 12 de julio a pesar de todo. Cosa que deja varias preguntas en el aire. En primer lugar, ¿este 'escándalo' le hará daño o más bien ayudará a sus ventas por la notoriedad que le ha dado al trabajo? Nadie dice que Talese haya armado todo esto, pero en esta época hasta la mala publicidad es buena publicidad.

Ya reflexionando sobre temas más profundos, se puede decir que este caso evidencia lo borrosos que son límites de la definición de la 'autoría' en los géneros literarios del periodismo y la no-ficción. Todo hace indicar que Gerald Foos, al contarle su historia a Talese, construyó una ficción él mismo. Una ficción bajo la que Talese construyó un relato que no es veraz en el sentido de que él toma decisiones literarias a la hora de contarlo. ¿Quién es, entonces, el autor y el protagonista de la historia? ¿Qué tanto de 'no-ficción' realmente tiene un libro de no-ficción? Como vemos, no tanto.

Pero, ¿es esto importante? ¿Todos estos problemas de veracidad mellan en la calidad literaria de un relato? ¿La historia se vuelve mejor o peor si nace de un testimonio veraz? Por la anticipación que ha generado un adelanto y unas pocas reseñas, se hace evidente que no.

Lo que queda claro es que si le ha pasado a un gigante como Talese, le podría pasar a cualquiera. Así que a todos los que ejercemos este lindo oficio del periodismo, estemos atentos.


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Con información de El País