Ha pasado poco más de una semana desde que la masacre homofóbica en Orlando despertara la solidaridad de millones de personas alrededor del planeta e intensificara el debate de la necesidad de que los países cuenten con legislaciones que castiguen con mayor severidad los crímenes de odio.

En ese sentido en nuestro país se puso nuevamente en las primeras planas el caso que hace algunas semanas remeció Trujillo: el asesinato de Zuleymi, una adolescente transgénero que fue brutalmente asesinada de varios balazos en el distrito de La Esperanza.

El programa Punto Final de Latina realizó el último domingo un reportaje sobre el caso, un documento periodístico que más allá de informar sobre la realidad de la vulnerabilidad de las personas LGTBI en el Perú, dejó en claro con una sola declaración la urgencia de no solo una ley de identidad de género, sino también del trabajo en materia de educación para que la discriminación sea erradicada en todas sus formas.

Durante el reportaje el comandante de la Comisaría de Winchanzao, Humberto Infante, explicó así una de las hipótesis del asesinato:

"No se descarta la posibilidad de que han querido tener intimidad. Entonces cuando se han percatado definitivamente de que no se trataba de una mujercita las reacciones han sido lógicas. Una persona que es posible que no tolere a una persona vestida de mujer y que sea varón".

¿Las reacciones han sido lógicas? ¿No es una forma de justificar el asesinato? ¿Es 'lógico' que un ser humano mate a alguien si 'descubre' que es una persona transgénero?

Si bien al revisar el reportaje se puede notar que la actitud del comandante no era precisamente la de una persona que quisiera justificar un crimen de esta naturaleza, lo que sí queda claro es que el tono casi temeroso que utilizó refleja cierto pudor al referirse a ello. Digamos, en todo caso, que se trata de una "justificación involuntaria", por llamarlo de algún modo. Pero lo que queda claro con esto es que lo que se necesita precisamente es hablar abiertamente de la diversidad a todo nivel y capacitar en ese sentido al personal policial encargado de la seguridad de todos los ciudadanos sin excepción. Si no tenemos confianza en ellos, ¿qué podemos esperar de los demás? 

Por lo demás el trabajo periodístico resulta desgarrador, un caso que debe llevarnos a la reflexión para que más chicos y chicas como Zuleymi no vean sus vidas amenazadas por el solo hecho de ser como son.


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