La antropología amplía sus horizontes. Clásicamente vista como una ciencia que sólo estudia a un 'otro' lejano y 'salvaje', hace años esa mirada (gestada y criada por la colonia) se limpió y dio un giro de 360 grados para mirarse también a ella misma. A nosotros mismos. Cómo actuamos, cómo vivimos, qué mecanismos funcionan detrás nuestro sin que nos demos cuenta. Los fenómenos de los avances digitales y sus nuevas velocidades, y las nuevas maneras de vivir y mediar nuestras vidas a partir de ellos, no quedan fuera de esta apertura de temas a estudiar.

Sarah Pink es una antropóloga británica que está en la punta de la lanza de la disciplina. Trabajando como profesora en el 'Design Research Institute' del RMIT (el Real Instituto de Tecnología de Melbourne), su trayectoria y campos de interés no son los de un profesional clásico de esa carrera. Pink es una autoridad mundial en cuanto a metodologías de etnografía visual digital y etnografía sensorial, siendo directora, también, del 'Digital Ethnography Research Center'. 

Además de su trabajo académico, la mayoría de sus proyectos prácticos se basan en la colaboración interdisciplinaria con diseñadores, ingenieros y artistas. A quienes brinda su 'expertise' en investigaciones sociales y culturales.

Pink estuvo en Lima hace unas semanas invitada por la Maestría de Antropología Visual de la PUCP -un departamento dentro de esta universidad acostumbrado a traer invitados de lujo- para que de una conferencia sobre los nuevos enfoques que practica y también para que organice un seminario con alumnos tanto del pregrado como del posgrado de la especialidad. Conversamos con ella sobre los desafíos de la antropología en abarcar a un sujeto que cada vez se mueve más rápido, y sobre la necesidad de tomar en cuenta la experiencia digital para entender al medio ambiente en el que el hombre vive.

FOTO: COCO SEGURA/LAMULA.PE

¿Qué sientes que ha caracterizado, por llamarla de alguna manera, a la ‘revolución digital’? ¿Qué la ha distinguido de otros avances tecnológicos que cambiaron la manera que el hombre ordena y media su relación con el mundo?

En primer lugar, no sé si la llamaría una revolución digital porque los cambios suelen ser muy lentos. Es más una ‘incorporación’. Cada tecnología nueva, y la innovación tecnológica que la acompaña, abre más posibilidades de vida. Pero la gente no hace las cosas que los diseñadores piensan que se van a hacer. Esto siempre sucede. Se hacen cosas no esperadas, pero que tienen continuidad con lo sucedido antes.

Un ejemplo es el ‘self tracking’, que es la auto monitorización de la vida, el medir o coleccionar datos sobre los pasos que tomas. Las personas que practican esto pueden hacer un paseo en bici y grabar su ruta, datos de velocidad, lo que sea. Y lo pueden subir, compartir y comentar en sus redes. Estudiando esta dinámica entrevisté a una persona que hacía bicicleta, pero quería que su ejercicio se representara en pasos medidos y, por lo tanto, ponía la pulsera de 'self tracking' en su bolsillo. Entonces, al manejar bici su pierna se movía y "contaba pasos". No importaba que realmente los diera o no, lo que quería era un tipo de reconocimiento de que había hecho ejercicio.

La antropología y la etnografía nos dan una forma de entender e investigar el mundo de otras personas y realmente encontrar este tipo de cosas. Lo inesperado, las cosas que las mismas personas tienen escondidas hasta de ellas mismas, pero no de forma intencional. Los hábitos personales que se practican pero que no se cuentan a otras personas porque no son relevantes a una conversación normal.

A partir de la globalización de las comunicaciones y el transporte, la gente y sus estilos de vida ya no están ceñidos a un lugar. Y con la existencia de los medios digitales más aún. Esta aparición de lo digital no es algo nuevo, está ya introducida en la cotidianidad de la gente, pero las ciencias sociales se han quedado un poco rezagadas en tratar de captar esto. ¿Cómo hacer para que se pongan al día frente a las prácticas de sus sujetos de estudio?

La vida que ahora vivimos está tanto 'online' como 'offline'. Con los compañeros de trabajo del RMIT tenemos un concepto que desarrollamos llamado la 'materialidad digital'. La vida material y la digital no son cosas separadas. Nos movemos en un mundo que es las dos cosas a la vez. A pesar de que pueda pasar que estés físicamente lejos de una persona, puedes ‘estar’ con ella porque están juntos online. No es necesario hablar continuamente para saber que otras personas están contigo.

Yo creo que es una forma muy interesante de pensar en cómo vive la gente. Y es un reto considerar esta dimensión cuando estudiamos esto. Estar con una persona online es algo muy sutil. Yo te observo, por ejemplo, y de vez en cuando puedes mirar tu celular, y yo no sé que estás haciendo, si estás hablando con alguien, cómo dialogas con él. Puede ser un segundo, pero en él ya estás con él.

¿Cómo investigar esto? Pues te sigo, te pregunto qué ha sido esa comunicación. Eso sí se puede hacer. Otra forma de investigar más económica con el tiempo es pedir que una persona te enseñe su tecnología (su smartphone o tablet, etc.) y te explique las conversaciones o interacciones que se han grabado, porque algo también interesante de estas tecnologías es que normalmente registran las interacciones que han tenido con otras personas. Puedes usar estas grabaciones como un material de investigación y pedir que alguien te lo comente, te explique qué significa. Desde ahí puedes registrar los sentimientos, procesos, razones por las que ocurren ciertas cosas.

FOTO: COCO SEGURA/LAMULA.PE

¿Qué es la etnografía digital?

Es un acercamiento a lo digital. Pero no entendemos ‘lo digital’ sólo como objeto de estudio necesariamente. También lo entendemos como una parte del ambiente en el que vivimos. Así que yo podré hacer un estudio sobre una tecnología como por ejemplo, lo del self-tracking, pero también otros estudios que no tengan a la tecnología en el centro. Pueden ser estudios, y pongo como ejemplo algo que he hecho, sobre cómo la gente vive en su casa porque lo digital aparece en este ámbito, como parte del medio ambiente.

Hablabas un poco en que no hay mucha diferencia entre el mundo real y el mundo digital. ¿Pero crees que hay diferencia en cómo la gente se construye y performa su identidad en el ‘mundo real’ y las redes sociales?

Hay muchas maneras de interactuar con esta tecnología, y mi trabajo se trata más de esto que de ser una experta sobre redes sociales. Las observo como parte de otras cosas en lo que hago, pero hay otros académicos dentro de las etnografías de antropología digital que ven específicamente ese tema.

Lo que más me interesa a mí es la cuestión de cómo vivimos y cómo percibimos el ambiente en el que actuamos, y cómo este cambia. Sus configuraciones, procesos y sensaciones. Para mí lo digital es muy importante porque es una parte que no se puede evitar de este mundo. Por lo tanto, me interesa estudiar las relaciones que tenemos con tecnologías tanto como me interesa estudiar el contexto más amplio de cómo estas cosas forman una parte pequeña de la vida de una persona.

Foto: Coco segura/Lamula.pe

Justo por ahí iba mi siguiente pregunta. ¿Podrías explicar un poco en qué consiste la etnografía sensorial?

No es tan diferente a la etnografía digital. Es una forma de insistir dentro de las ciencias sociales en que lo sensorial es una parte de nuestra experiencia. Una forma por la cual sabemos cosas y conocemos el mundo. Con esto me refiero a las cosas que no hablamos. A las que sentimos, puede ser tanto emocional como sensorialmente, pero no contamos. Las cosas que sabemos con nuestros cuerpos pero que no enunciamos.

Una parte de mi trabajo es un cruce con el diseño. Yo creo que para diseñar objetos, procesos, políticas públicas, o lo que sea, es importante saber no simplemente lo que te diga la gente, sino también cómo es su experiencia.

Un proyecto sobre diseño en el que participé recientemente fue sobre el hogar. Nosotros como etnógrafos trabajamos con diseñadores para entender la experiencia del hogar y los medios digitales; y cómo influían en el uso de energía. A partir de estas averiguaciones, los diseñadores hicieron intervenciones para ayudar a la gente a usar menos energía en sus hogares.

En la descripción de la página web del estudio se dice que los sujetos estudiados "aprendieron en sus cuerpos" estos hábitos.

Descubrimos qué era lo que hacía la gente para estar a gusto en sus hogares (poner música, ordenar, abrir la ventana, poner la calefacción o el aire acondicionado, prender la tele, etc.). Todos estos hábitos no se explican, no se hablan. Porque no es necesario contar a quien sea cuáles son las luces que pones en la sala por la noche, por ejemplo.

Lo que se quería ver a través de la antropología sensorial es cuál es el conocimiento corporal que tienen las personas sobre estas acciones. Pero si son cosas que no piensan conscientemente, que no dicen, ¿cómo las puedo descubrir? Yo les pido que me enseñen lo que hacen en sus hogares. Eso es importante en la etnografía, el hacer. Que es lo mismo que hicieron los antropólogos clásicos cuando fueron al campo a vivir con un grupo de personas. Aprender cómo viven los demás. Entender cómo se siente vivir así.

Estas cosas que buscas encontrar suenan a algo difícil de explicar dentro de un soporte clásico en las ciencias sociales como un texto. Existe también una necesidad de buscar otros soportes? 

Mi práctica como antropóloga es hacer trabajo académico, pero me gusta que casi todos mis proyectos, quizá la mitad, sean aplicados y tengan algún uso en el mundo. Poder trabajar para una empresa, o para diseñadores, o con artistas, fotógrafos o documentalistas. Para mí es muy importante que mi trabajo tenga impacto en el mundo, que sea útil. El haber reflexionado de forma académica ciertas investigaciones me ayuda a formar más ideas que luego intento traducir a proyectos no-académicos para que sean aplicables, y para que puedan ser aplicados también como pedagogía pública.

Creo que la antropología tiene muchísimo que contribuir al mundo. Pero muchas veces los antropólogos sólo hablan entre ellos, en sus revistas académicas, en sus libros. Eso es importante porque si no lo hicieran no habría antropología. Tienen que formar sus críticas y todo, pero a la vez nuestra disciplina se debería abrir muchísimo más.

Entiendo que lo que voy a decir pueda ser un problema, así para mi no lo sea, pero lo que tienes que hacer es ceder cuando colaboras con gente de otros campos. Tu enfoque no tiene que ser tan antropológico, no tan completo, porque luego no hay espacio para los intereses, necesidades y prácticas de las otras disciplinas.

El ideal es construir con otros saberes.

Sí. Puedes mantener lo que es clave para la antropología pero para comunicar y colaborar con otros grupos tienes que abrirte a enfoques diferentes para poder hacer este contacto.

(Foto de portada: Coco Segura/lamula.pe)

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