En una columna publicada en el diario El Comercio, el politólogo Alberto Vergara consideró que el electo presidente Pedro Pablo Kuczynski, deberá mantener durante el ejercicio de su mandato presidencial su "matrimonio con la derecha" política en el Perú y al mismo tiempo su relación con el centro y la izquierda.
"Viene de un longevo y feliz matrimonio con la derecha, pero en el último mes descubrió el ‘thrill’ del centro y la izquierda. ¿Luego de la aventura loca debe regresar al matrimonio pausado y recuperar su mandil de Ppkeiko? ¿O debe abandonarlo todo e irse a disfrutar la segunda juventud? Como esta no es una columna del corazón, responderemos incorrectamente: dupletea, PPK", escribió.
No obstante, el analista político consideró que, más importante que el asunto de mantener sus relaciones con las diversas corrientes políticas, PPK debería construir una legitimidad que le pueda generar un vínculo con la población que no votó por él en un primer momento.
"Kuczynski será presidente pero, por un rato, no puede dejar de ser candidato. En las grandes ciudades del norte, PPK fue rechazado contundentemente y las sureñas lo apoyaron con indisimulado desgano. Es necesario que el presidente electo vaya pronto al norte a convencer a esos ciudadanos de que será el presidente de todos los peruanos y que dejará la piel en solucionar sus problemas, en especial el crimen. Y debe peregrinar por las ciudades del sur, agradeciendo a pecho abierto, pues sin ellas no habría tenido siquiera la posibilidad de ser presidente. En un país sin mediaciones políticas, establecer la empatía entre presidente y ciudadanos es largamente más necesario que una foto con Alan García, Luis Bedoya o reunirse con Keiko Fujimori", señaló.
Por otro lado, Vergara analiza el apoyo que recibió PPK de un sector que no necesariamente está vinculado a la derecha sino a la defensa de la democracia y los valores políticos.
"A PPK y a su equipo debería quedarles claro que no han ganado porque tuvieran mejores propuestas económicas, sino porque triunfó la preocupación por el Estado de derecho, por las instituciones. Quienes lo han respaldado son ciudadanos huérfanos de líderes, partidos, pero que no se resignan a vivir en un país chacra. Una demanda que existe con prescindencia del fujimorismo. Se los ve cuando César Acuña se desploma tras los plagios; emergen para salvar a Susana Villarán de la revocatoria. Y reconocen que el narco es un peligro: castigan a Lourdes Flores por la vinculación con Cataño, liquidan a García por los narcoindultos, le niegan la confianza a Keiko. Son “ciudadanos sin república”, como los llamé en un libro hace un par de años. Barrer esta constante preocupación por las instituciones de un sector considerable de la sociedad debajo de la alfombra del “antifujimorismo” es degradar o relegar su dimensión afirmativa y positiva".
Bajo esta premisa, Vergara considera que hay "una agenda institucionalista por explotar, que el fujimorismo, por definición, no puede avanzar" y que PPK debería tener en cuenta.
"Desde reformar el Poder Judicial hasta respaldar la unión civil, pasando por una sólida agenda anticorrupción, hay un abanico de iniciativas que, sin poner en riesgo su marca de defensor del modelo económico, le permitiría construir una agenda progresista, así como una base de apoyo medianamente consistente", señala.