¿Es posible esperar de Pedro Pablo Kuczynski un cambio de actitud a una semana de la segunda vuelta electoral? ¿Tiene algún sentido considerando su desempeño en el primer debate con Keiko Fujimori y el peso emocional que debe haber sentido por las críticas que han caído sobre él? ¿Tiene sentido si tomamos en cuenta la tendencia y la ventaja que las encuestas le dan a la candidata de Fuerza Popular? ¿Es realista esperarlo si consideramos que, tal como lo han explicado varios de sus allegados, PPK es sobre todo una persona tranquila, cordial, amable?  

Como en el fútbol, matemáticamente aún todo es posible. Los especialistas aseguran que un tercio del electorado define su voto el día de la elección. Entonces, si bien hoy las preferencias se inclinan por Keiko Fujimori, eso podría cambiar. Y el único que tiene en sus manos que eso suceda es PPK. ¿Por qué tendría que pelear por lograrlo?

Lo ocurrido en los últimos meses ha hecho demasiado evidente el riesgo de que el fujimorismo retorne al poder. No es que PPK sea el candidato ideal. Además de las discrepancias programáticas que se puedan tener con él, su fragilidad política en la campaña nos ha mostrado los riesgos que tendrá (tendremos) que enfrentar de llegar a ser gobierno.

Pero hay un riesgo mucho mayor al frente: un partido con cinco congresistas investigados por lavado de activos provenientes de actividades ilícitas y con un secretario general que forma parte del círculo íntimo de Keiko Fujimori que está siendo investigado en el Perú y en Estados Unidos por lavar dinero proveniente del narcotráfico. ¿No es acaso un síntoma que todos ellos hayan recibido protección del partido y de su lideresa máxima? ¿Acaso Keiko Fujimori y Fuerza Popular no saben distinguir entre lo lícito y lo ilícito? ¿O saben hacerlo pero para beneficio propio? ¿Cómo interpretar que Keiko Fujimori nos haya mentido durante meses sobre su relación con él, con Joaquín Ramirez, y que jamás se le ocurrió preguntarle por el origen de su riqueza? ¿Ha sido su única mentira? El domingo último hizo un despliegue de falsedades y de cinismo inesperables, inimaginables. Una muestra del personaje que parece estar en capacidad de ser. Mentir sin que el rostro exprese gesto alguno de duda, de incomodidad. Todo lo contrario, con una sonrisa falsa en los labios. Si a todo eso le sumamos la prepotencia de varios de sus integrantes, los pactos con representantes de otras actividades ilícitas, etc., son un coktel demasiado riesgoso para el país.

Por eso, PPK tiene el deber de desenmascarar a quien pretende engañarnos. Y ese deber no solo es con el país, es también con él mismo. ¿Por qué PPK no pudo hacerlo en el debate del domingo último? En la semana se ha afirmado que estamos esperando de él algo que no es, algo que no puede ser. Que es un hombre medido, amable, ponderado. Quienes por el trabajo periodístico hemos podido conocerlo, efectivamente hemos encontrado en él un tipo cordial, relajado, nada pretencioso. Alguien a quien pocas cosas parecen sacarlo de su tranquilidad. De hecho, en esta campaña hemos constatado que cuando tiene un exabrupto, se va al otro extremo, que se defiende -o ataca- con la torpeza de un infante. Entonces, ¿es imposible esperar que este domingo tenga la capacidad de confrontar y desnudar a Keiko Fujimori? ¿Es verdad que no está en capacidad de hacerlo?

Si eres muy joven no recordarás esta escena que quedó registrada y pasará a la historia de nuestro país. Corría enero del año 2001. Valentín Paniagua, congresista cusqueño por Acción Popular, había asumido la presidencia del gobierno de transición apenas un par de meses antes luego de que Alberto Fujimori se fugara a Japón y renunciara vía fax. La mafia que había tomado los medios de comunicación gracias a Fujimori y a su socio Vladimiro Montesinos, seguía teniendo sus operadores instalados ahí, y no estaba dispuesta a rendirse así no más. Entonces produjeron una de esas mentiras de las que habían echado mano durante diez años para deshacerse de toda aquella persona que se atreviese a confrontarlos. Esta vez le tocaría a Paniagua, un hombre intachable y con credenciales democráticas. Apacible, calmado y sereno, como él mismo se definiría en este video. Pero que ante la pretensión de involucrarlo con un testaferro de Montesinos, que supuestamente le había entregado dinero, no dudó en hacer lo que verás ahí. Porque como él mismo lo dice, un hombre apacible y sereno también puede y debe tener la capacidad de indignarse. PPK, esta pelea no es solo por el Perú, es también por ti.


Un post de David Rivera del Águila


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