En verano de 2015 'Camilo' estuvo de paso por Lima para participar de algunas charlas y reuniones con colectivos activistas y preparar en campo lo que podría convertirse en su segundo libro. Sí, Josecarlo Henríquez vino como él mismo y como 'Camilo', su alter ego en el mundo de la prostitución. Su personaje 'de batalla' como decimos en el Perú. Un personaje que no tiene claro si absorbió a Josecarlo o fue al revés, por lo que hoy reconoce que no siente ya la necesidad de diferenciarlos. Es ambos a la vez y lo disfruta.
Y sí, un 'segundo libro' porque entonces #SoyPuto, la ópera prima de este joven chileno que encuentra innecesario hablar de la edad, se encontraba aún en proceso de edición. Una espera que terminó en abril de este 2016 cuando inundó por fin las librerías de Santiago con relatos de sus propias experiencias laburo-sexuales, pero también con su visión de la familia, el activismo de disidencia sexual y las sociedades en general. Posiciones que permiten darle a su figura ese valor agregado que no lo encasilló en la efímera fama del prostituto que en 2013 escandalizó la televisión chilena al presentarse orgulloso en una entrevista.
Conversé con él en enero de 2015 y, por un sinnúmero de razones a las que ni yo mismo encuentro explicación, esta entrevista ve la luz recién hoy. Y me agrada que sea así porque me ha permitido comprobar que la voz de Josecarlo responde a una identidad atemporal que curiosamente no busca ser estática sino reivindicar su derecho a 'mutar'. Una voz que tiene mucho que decir desde lo coyuntural -por esos días en Chile acababa de aprobarse el Acuerdo de Unión Civil y Pedro Lemebel llevaba apenas una semana muerto- hasta aquello que pretende erigirse como lo único válido. Posturas que pueden resultar un respiro en tiempos en que las denominadas luchas por igualdad y derechos son cuestionadas desde dentro por muy pocos, y que en el camino terminan ahogando a muchos.
***
Entrevista realizada el 30.01.2015
¿Cómo ves la aprobación del Acuerdo de Unión Civil?
De partida yo no estoy de acuerdo con el matrimonio como institución en todas sus orientaciones sexuales, ni con el tratado este que se trata de una ley mediocre que no va enfocada a los homosexuales sino a la gente que no esté casada. Pero aún así tampoco se trata de este binarismo de estar obligatoriamente a favor o en contra. Prefiero tomar una posición crítica en estos temas porque, por ejemplo, yo no me posiciono desde un activismo democrático que crea en los derechos humanos, las leyes, el Estado. Yo me posiciono desde un feminismo más anarquista. Entonces, desde ahí me parece simplemente que es parte de un proceso político retardado, como lo son en Latinoamérica, que tiene que avanzar hacia un ritmo del primer mundo donde se supone que progreso significan 'ciertas leyes' aunque sean mediocres y dentro de lo que significa la igualdad de derechos que es lo que alegan estos grupos LGTB. En ese sentido me parece bien por ellos. Eso no me conflictúa. A mí lo que me conflictúa es que la gente sobrevalore y que sea muy ingenua con respecto a estas cosas. En Chile, por ejemplo, ya he leído en las redes sociales como que casi falta poco para que ahora los homosexuales caminemos felices por las calles sin miedo. Nadie, ni una mujer, ni un negro, ni un trans, van a caminar así porque siempre va a existir el fascismo mientras exista la heterosexualidad y la humanidad.
¿Pero no te parece que se trata de un paso? ¿De un avance?
Me parece bien por ellos, pero no me asombra tampoco. Era evidente que en el gobierno de (Michelle) Bachelet iba a suceder si se supone que el vuelco de este gobierno es engrupirse a la gente desde la ingenuidad de que ahora son un gobierno de izquierda progresista junto a ese discurso de que 'todo es lindo' cuando en realidad son puras leyes mediocres y negociadas. Puede ser que desde una mirada neoliberal y capitalista sea un avance que los homosexuales se casen. Como yo no creo en la familia y el matrimonio, no me parece más que un proceso esperable de una política neoliberal.
Es decir, no te conflictúa pero no estás dispuesto a petardearlo...
Hay gente a la que le va a servir, incluso a mí en caso quiera casarme con un anciano adinerado. Para eso son los matrimonios, los tratos y esas cosas.
Otro tema por el que me es imposible no preguntarte es la reciente muerte de Pedro Lemebel. ¿Significó algo para ti?
Para mí es la segunda vez que ha muerto Lemebel. Lo 'matamos' con mi colectivo hace dos años en una performance que se llamó 'El posporno mató a Lemebel'. Ya no tenía nada más que hacer, solo quejarse, dar lástima y ganar más premios. Seguir siendo una bestseller y siendo celebrada como una loca monumental por la burguesía chilena. Una loca de decoración. La figura de 'la loca' que montó Pedro Lemebel junto a Pancho Casas es una figura que en el contexto sociopolítico de la dictadura fue transgresor, escandaloso, bacán. Si no fuera por Pedro Lemebel gente como yo no podría escribir.
¿Cuál es el valor que le darías desde el punto de vista del activismo?
Lemebel como sujeto político, activista, no me parecía muy interesante posnoventas porque ese monumento que él armó es una loca que hoy en día, como el capitalismo lo absorbe todo y es capaz de coadoptar a un transexual, ha sido coadoptado por el neoliberalismo y es simplemente de decoro, hiperconsumo, diversión, colores. Una hiperfemineidad bien poco conflictiva, más simpática que conflictiva.
Pero, ¿fue él mismo quién lo generó? ¿Fue su responsabilidad?
Nos resultó bastante egoísta, mezquino y es lo que tiene que ver con esta imagen de 'la loca' que es esto de ser la reina, la única, que 'aquí no caben más, nadie me va a superar'. Y así lamentablemente lo siguió. Nunca tuvo solidaridad, empatía feminista ni política con colectivos como los nuestros que venían con marco teórico más fresco, no tanto de la política homosexual, que es muy esencialista e identitaria, sino más bien con teorías queer, disidencia sexual, posfeminismo. Eso quizá no lo comprendió en su cabeza y desde ahí Lemebel no significa más que lo que significó en una época.
¿Estuvo mal ubicado, entonces?
Simplemente no quiso, se forró en su comodidad. De una loca conflictiva, comunista, incómoda, terminó siendo una loca querida por todo Chile, premiada en todas partes y ovacionada por la burguesía progre chilena. ¿Qué más iba a hacer?
Bueno, déjame intentar defenderlo desde fuera. ¿Valoras al menos su aporte literario?
Funcionó para todos nosotros. Su literatura de esa época es la que nos permite escribir hoy en día de hecho. Es la que a mí me permite poner pichula o pito en un poema sin que suene feo, porque él ya lo había hecho. Pero Lemebel no solo escribió, pues, también fue un activista político.
¿Su activismo no sirvió de mucho?
Ahora no. Las cosas, la política, no tienen por qué ser estáticas. Lemebel cometió el error que comete mucha gente de la izquierda tradicional en Chile, en Latinoamérica. No puedes ser un comunista rígido que funciona con el mismo ojo en los años 80 como en 2015. El capitalismo, por ejemplo, va mutando porque ya no es un sistema económico nada más, sino que es una huevada cultural que la tenemos metida hasta en los huesos. Un feto ya es un proyecto capitalista. Entonces tienes que ir cambiando, actualizándote, porque eso el capitalismo lo hace muy bien. En los 80 los regímenes capitalistas trataban de enfermos a los homosexuales y hoy en día son uno de los nichos más importantes y que más generan dinero al capitalismo. Si no cambiamos al ritmo que cambia el enemigo, vamos a pasar de moda. Lemebel pasó de moda en ese sentido.
Vaya, recién entiendo a lo que te refieres con la falta de empatía...
Lo que le pasó a Lemebel fue algo más simple y común dentro de las locas, que es que después se acomodó en el reino que siempre deseó. Siendo una loca pobre no le interesó hacer nada más con nadie porque quería seguir brillando ella. Cuando uno tiene marcos teóricos rígidos y enfrentas con juventudes que han aprendido de aquello que tú dijiste que significa faltarle el respeto a todo, incluso a la madre -y para nosotros Lemebel lo era- entonces le faltamos el respeto porque tú nos lo enseñaste. Que él no lo haya entendido y pretendiera censurar, como lo hizo en su momento, habla mal de él.
Sin embargo ha muerto en loor de multitudes...
Bueno, la gente es bien poco crítica con las vacas sagradas en Chile.
***
"Todos somos putos, todos somos trabajadores sexuales"
Leí hace poco que considerabas que "no es interesante hablar de prostitución si es solamente de prostitución". ¿Tratas de desmarcarte de esta idea preconcebida de que si uno se dedica a ello es por una cuestión de necesidad?
Es una obviedad decir que es por necesidad porque todos necesitamos dinero para comer. Pero ese relato dramático de 'no me quedaba otra opción', no. Fue una decisión. Yo trabajé en otras cosas pero no me gustaba, no resistía más de tres meses.
Entonces 'decidiste' la aspiración vocacional de todo el mundo: ganar dinero haciendo lo que a uno le gusta.
A mí más que el sexo me gusta lo qué significa ser un puto. Yo siento que cada vez que me prostituyo también cumplo una fantasía sexual, es algo mutuo. Yo no soy solo un servidor que le está cumpliendo una fantasía al cliente, ellos también cumplen la mía. El hecho de que me pasen plata, que yo solo sea un producto o no. Las fantasías se van configurando con el tiempo de acuerdo a las experiencias que uno tiene.
Me interesa más la forma en que has utilizado, en este tiempo de mediatismo, el tema de la prostitución como una herramienta política. Pero antes sería interesante resumir cómo llegaste a ella.
Siempre desee ser puto, siempre fantaseé con serlo en realidad. El hecho que cambia es que yo nunca imaginé que lo iba a lograr, que lo iba a hacer porque siempre fue solo una fantasía. Siempre fui miedoso, un chico sobreprotegido, flaquito, chiquitito, evangélico. Era imposible pero en mi escondite mental siempre lo fantaseé.
Estaba en un taller de poesía en el que teníamos que escribir un libro y yo decidí que quería hacerlo sobre prostitución. No como entrevistas sino cuentos, historias. Pero para eso necesitaba conocer putos y así poder inventar historias que fueran creíbles. No me hice un plan pero una noche por coincidencia conocí a un chico que lo hacía, que se prostituía. Nos hicimos amigos al tiro, congeniamos, fue todo como que muy mágico. Coincidió en que le dije que quería hacer entrevistas y solo con su conversación yo quedé fascinado y decidido a putear. Mejor lo hago yo y escribo de lo que yo viva, y así dejo de hacer lo que se ha hecho siempre con la prostitución y que ha generado que se vea de esa forma como dramática y dolida, porque obviamente quien escribe así es gente que la ve así.
Y hoy ya es tu trabajo, o uno de ellos. ¿Te imaginas haciendo otra cosa?
No, no, no, espera. Tampoco soy esencialista ni identitario con la prostitución. No soy un prostituto porque lo llevo en el alma ni creo que lo único que pueda hacer en la vida sea esto. No sé si en diez años o quince me vayan a pagar por sexo. Todo ha sido muy rápido, tampoco tengo una gran historia de prostituto. Todo ha sido por lo mediático, tú puedes volverte puto hace una hora pero si lo vuelves mediático, es como si fueras un gurú.
¿Cuánto tiempo te dedicaste por entero a ello tras tomar la decisión?
Estuve solo un año siendo puto exclusivamente. Ahora hago otras cosas, me prostituyo de otras formas, porque entiendo la prostitución no desde la sectorización obvia de que el prostituto es esto y lo otro no. Todos somos putos, todos somos trabajadores sexuales, todos. Y el poder es nuestro cliente abusador. Desde que uno nace, nace en venta.
"Yo siempre he soñado con ser escritor. Yo quería ser Lemebel cuando lo miraba. A ratos tengo una pluma que tiende a ser Lemebeliana porque es difícil sacudirse de él cuando eres marica, chileno, pobre y resentido. Él fue el único que lo hizo, de la forma en que lo hizo y de un modo tan mediático".
***
¿Cómo llegó el mediatismo? ¿Cómo te convertiste entonces en un prostituto siendo entrevistado en los programas más sintonizados de la tele?
Empecé a escribir y las cosas que hacía en el taller las publicaba en Facebook. Siempre hice cosas muy sexuales y muy autobiográficas. Es el estilo que tengo y porque creo también como feminista que lo privado es político y que uno tiene que contar su vida, no que otros la cuenten. Entonces llegó el momento en que era puto y empecé a escribir sobre mis clientes. Y bueno, por Facebook todo se viraliza. Tuve buenos contactos que justo hicieron que llegue a manos de una periodista del The Clinic que estaba haciendo un reportaje sobre putos pero que no querían dar la cara. Yo acababa de publicar un microrelato de un cliente que fue el dirigente más importante del Movimiento Homosexual chileno, de cómo lo había atendido y cómo le había sacado en cara que me estaba pagando con la plata que el Estado le pagaba para el grupo. Me hicieron una entrevista y de ahí me empezaron a llamar de universidades, de la tele.
Lo de la tele causó un gran impacto, quizá porque en una sociedad como la chilena fuiste el primero en dar la cara
Ahora ya hay prostitutos y prostitutas que sí dan la cara. Pero además hay que considerar que la forma en que yo lo mostré fue muy agresiva. Yo presentaba la prostitución muy cruda, muy patológica, anarquista y me lancé a hablar de otras cosas como el aborto en la primera entrevista televisiva. Eso fue lo que llamó la atención.
Y hacia ello iba hace un momento, en la forma en como utilizas también la prostitución como una herramienta. Hay un trasfondo, algo que quieres transmitir cada vez que hablas abiertamente de ella más allá del concepto que la gente común maneja.
Comparando la prostitución y ampliándola yo no creo que los prostitutos seamos unos y no los otros. Lo que sucede es que como somos una sociedad cristiana siempre se va a tener la lupa encima de lo sexual, pero un panadero también se está prostituyendo porque también está poniendo su cuerpo en venta. Su cuerpo, sus órganos, sus brazos, su cansancio. La diferencia es que parece que los brazos tienen un valor distinto a los genitales, porque la sociedad occidental cristiana en que vivimos ha sido organizada de tal forma que parece que hay partes del cuerpo que son invisibles.
O sea, para ti el prostituirse significa dar un servicio con tu cuerpo sea cual fuese...
Hay gente que trabaja para empresas fascistas y se cansan. La prostitución tiene que ver con poner al servicio tu cuerpo sexual, porque este siempre lo es. Si vemos el cuerpo desde un ojo occidentalista, cristiano, capitalista, neoliberal, vamos a ver que todo lo que se haga con la sexualidad tiene otro peso. Aunque haya trabajos mucho más miserables como tener a inmigrantes haciendo ropa en grandes industrias, pagándoles una miseria y durmiendo todos hacinados. Pero, claro, una prostituta está mucho más en foco que eso, que es más terrible, porque hay sexualidad involucrada.
Entre tu primera y segunda entrevista televisiva, si uno las compara, parece que no cambió del todo tu discurso.
No mucho, pero sin duda sí hubo un cambio. La forma sobre todo. Igual en la primera estaba muy agresivo, como a la defensiva, por eso me encanta verla. En la segunda ya estaba más calmado. ¡Había pasado más de un año!
Pero viéndote nuevamente, ¿sientes que fuiste consecuente? ¿Tú te ves y te reconoces en quien está en la pantalla? ¿Sientes qué has logrado armar un discurso?
Yo no creo en la consecuencia. De hecho es una de las características principales de este dogmatismo estático de la política tradicional. Donde una política correcta –lo que ya me parece una soberbia masculina fascista enunciarla-, un activismo correcto, puro, sano, siempre consecuente, que nunca debes cambiar, manteniéndote en el discurso incluso sin jalar un milímetro ni ponerte en duda ni autocriticarte. Como un hombre con la frente en alto caminando en línea recta, así es la política tradicional. Y a mí no me interesa esa política. Yo sí siento que he ido mutando, no cambiando. No sé si agudizando mi resentimiento, enfriando ciertas pasiones para poder agudizar otro lado del discurso. Incluso reexplicando cosas que no hubiese hecho de la misma forma en el momento que lo dije.
Por ejemplo...
Mira, yo antes decía muy rígidamente que no estaba favor de que se legalizara la prostitución. Creo que aún no era capaz de verbalizar eso que hablamos al inicio de ese binarismo de estar en contra o a favor. Eso es algo que uno aprende al paso del tiempo. Ahora no es que esté en contra de la legalización porque comprendo que hay mucha gente que lo desea. Que yo esté de acuerdo o no es un tema obvio, por eso no lo practico, no organizo una marcha para que suceda. Pero en Chile esa demanda no existe discursivamente ni políticamente en el movimiento homosexual. Para ellos solo existe 'el matrimonio', 'la adopción' y 'la discriminación', por eso me parece importante que surjan agrupaciones y organizaciones de trabajadores sexuales que exijan lo que crean pertinente que tengamos que exigir. Sean leyes que aseguren, por ejemplo, una huelga laboral. Creo en esa importancia, pero no es mi norte.
Pero tampoco es que una persona sea mala si es que se mantiene en determinada línea, sino entonces la coherencia estaría sobrevalorada...
No sé si esté sobrevalorada sino que la coherencia constituye una forma de política tradicional masculina porque fue hecha por hombres. Entonces tiene esta linealidad que tiene que ver con esto que te hablo de rígido dogmático, donde se te exige que seas un Mesías. Típica política de la izquierda que te anuncia que vendrá la revolución de los cielos prácticamente de la mano de un caudillo que vendría a ser como un Jesucristo en versión occidental, donde estás libre de los pecados. Si tú estás predicando un mundo nuevo, es porque el tuyo lo tienes resuelto. Él Jesús que nos han vendido decía que no cometiéramos pecado porque él era capaz de no hacerlo. Pero un caudillo, un revolucionario, no creo que la tenga solucionada en su cabeza. Para que haya revolución social tiene que haber revolución sexual, porque la sexualidad también es parte de un mecanismo de control que es el mismo que quiere destruir el revolucionario tradicional. Pero en su cuerpo, su vida, sus prácticas ¿están solucionadas como para predicar la revolución? Desde ahí yo creo que si hablo de que el amor romántico es malo y que sería mejor un mundo promiscuo, no significa que yo soy un promiscuo que no tenga la capacidad de enamorarse y no tenga pololos (novios) nunca porque por algo lo predico, no. Lo hago porque también me estoy pudriendo y me hago daño con lo que nos han metido a la fuerza, entonces necesito quejarme y hacerlo en un acto colectivo con otros para que se den cuenta de esa queja común que uno tiene. Pero no porque lo tenga solucionado. Por eso no se puede exigir una consecuencia porque, como somos una fractura, tenemos un armado posterior a la fractura. No lo estamos armando para salvarnos de ellas.
¿Se trata de una reivindicación al derecho al cambio o, como prefieres describirlo, a mutar?
Creo en la crítica, en la autocrítica. Si yo escribo, lo hago contra mí mismo. Al hacerlo contra el mundo lo hago contra mí mismo porque lamentablemente soy parte de él. Entonces no podría pretender ser un sujeto coherente, estático, menos con un enemigo que muta a cientos por hora.
Entonces cambiemos la pregunta. ¿Qué tanto has mutado?
Tampoco tanto, igual cuesta hacerlo. Uno está infectado hasta los huesos de la mierda humana. Puedo llevar tres años escribiendo contra el amor romántico y sigo siendo un maricón enamoradizo que sufre cuando se enamora.
Obviamente ante el mediatismo de alguien que habla sin tapujos de lo que tú hablas, es imposible evitar que aparezcan las críticas. Supongo que no te molestan.
Lo que me molesta es que la gente se atreva a señalarte de la misma forma en que hace cientos de siglos se apedreaba a una prostituta. Solo el atrevimiento, no lo que te digan, la soberbia, ese fascismo de señalarte una culpa, de metértela, de hacértela sentir. Ese 'siente culpa porque eres esto y es malo'.
¿Es un problema de nuestras sociedades? En una sociedad como la chilena que por décadas ha sido vista como muy conservadora -pese a parecer en los últimos años que quieren dejar esa imagen-, tú has salido a criticar ese modo 'cristiano' que se tiene de vivir en ella. ¿Ves a Latinoamérica igual?
El Estado chileno se acuesta en secreto con la Iglesia, que eso quede claro primero. Ahora, no he viajado por toda Latinoamérica todavía pero no me cuesta imaginar lo que sucede porque tenemos un enemigo común. Yo aborrezco tanto la sociedad europea y la norteamericana como la latinoamericana. Pero esta última menos porque ha sido la que más ha sufrido desde estos colonos gringos y los europeos. Pero no hay que olvidar que también en Latinoamerica existe un historial de imperios que han masacrado otros pueblos. Tampoco somos libres de fascismo. En fin, somos muy cristianos y ese problema ni siquiera es propio de la tierra latinoamericana. Nuestro problema es que somos muy obedientemente cristianos. Y no hay que olvidar que existen un montón de dioses, religiones, que fueron aplastados por el cristianismo.
Pero que en estos tiempos muchos tratan de reivindicar...
Mira, que tengan en la selva a un grupo de indígenas para que vivan como en un zoológico solo para que los gringos vayan a mirarlos en sus tours, eso no me parece una reivindicación indígena sino una mercantilización, una forma más sofisticada del neoliberalismo, de apropiarse de todas estas demandas indigenistas y tenerlos ahí como un pavo real. Es triste que se haga eso en vez de que se reivindique realmente las creencias de pueblos originarios donde los cultos, la cosmovisión de universo, de humanidad -que ni siquiera tenían una como la tiene occidente porque el concepto de humanidad viene de Europa- tenían otro valor. Si los reivindicáramos en serio se armaría otra forma de ver la sexualidad, pero ni siquiera eso se hace. Se ilusiona con que se están recuperando las raíces pero es mentira. Se quiere 'amaestrar' a los indios porque ya que no pudieron desaparecerlos hay que amaestrarlos. Me parece que es una forma de 'reivindicación' obediente, fome (aburrida), muy sumisa.
¿Y dónde están las razones?
Hay muchas pero, para volver al origen de la pregunta, es porque también seguimos reproduciendo el cristianismo. Ser cristiano ya no significa solo creer en Cristo. Tenemos estilos de vida muy cristianos. El hecho de la culpa, por ejemplo. Un ateo pude ser muy culposo tanto como un evangélico. El hecho del sacrificio, de tener que sentirte un trabajador esforzado sufriente para poder sentirte valorado. Todo eso ha moldado una Latinoamérica bastante sumisa. Pero fomemente sumisa, ni siquiera una sumisión placentera, sadomasoquista, entregada al porvenir; sino que el patrón decida, que el dueño decida, que EEUU decida qué va a pasar con nosotros. Porque aunque se levanten países ellos siguen decidiendo todo lo que pasa en Latinoamérica. Y eso es porque les seguimos el juego.
¿Qué tanto daño ha hecho la religión, institucionalmente hablando, a nuestras sociedades?
Bueno, las poblaciones están llenas de iglesias chiquititas que se caen a pedazos pero el espíritu santo adentro mora y es feliz. Toda la gente más pobre, borracha, drogadicta, prostituta que quiere arrepentirse de esos 'pecados', son absorbidos por la iglesia. Entonces obviamente están llenas. Esa es la idea, que los pobres seamos los estúpidos.
¿Y Chile no hace en los últimos tiempos un esfuerzo para ser más 'progre'?
Chile aunque tenga gobiernos de izquierda es una sociedad bastante derechizada y es para mí el laboratorio del neoliberalismo. El primer país que se decidió para experimentar ese sistema. La prostituta favorita de EEUU, abierta de piernas, lubricada entera esperando que EEUU se la folle.
Hemos empezado a hablar de prostitución y sin querer creo que ya estamos haciéndolo sobre activismo. Tú eres activista de CUDS, el Colectivo Utópico de Disidencia Sexual. ¿Qué es la disidencia sexual? ¿Cuál es su marco?
Bueno, CUDS puede ser Colectivo Universitario o Colectivo Utópico, yo prefiero lo segundo. La disidencia sexual es un espacio de sobrevivencia. No sé si el correcto dentro de este mundo de mierda que es la política tradicional con tratamiento de los mismo temas, de la misma forma; llorona, doliente. El comunismo es muy cristiano, el anarquismo tiende a ser muy masculino, machista. La disidencia sexual viene a agarrarse de muchas corrientes políticas. Se agarra de una forma promiscua, se mezcla y te dan más posibilidades de imaginar. Te posibilita un imaginario político, no decide cuál se debe seguir. Imagina que tipo de política quieres hacer, pero no es optimista. A mí me convoca porque es muy crítica, muy cruel. Cree mucho en la reivindicación del antagonismo de clase, de raza, de sexo. Para nosotros los heterosexuales no son unos más en la amalgama de la diversidad. Para nosotros la heterosexualidad es tan enemiga como el capitalismo y el patriarcado. En tanto no exista, habrá hecho algo bien. La heterosexualidad es un régimen político que nos obliga, nos moldea. Es el eje del mal.
¿Has hablado de 'feminismo sin mujeres'? Creo que necesita una explicación...
La disidencia sexual como marco teórico cree en la destrucción del género. Para nosotros el ser hombre como el ser mujer es una construcción cultural, política, social, que se nos asigna a ciertos cuerpos nada más. Al hablar de eso estamos hablando de un feminismo donde no exista un sujeto como género que esté apropiado de esta corriente, porque sino seguimos defendiendo eso que nos hace daño: el género. Aquí el feminismo no tiene que preocuparse de liberar a las mujeres, sino de librar cuerpos de esa condición. Nosotros creemos mucho en los códigos del feminismo, es parte de nuestra propuesta, pero nuestra utopía es un mundo sin género. No luchamos por la igualdad sino por la destrucción o al menos la posibilidad de tener el género que queramos, las veces que queramos, sin necesidad de un idealismo identitario.
¿La demanda por el aborto libre es algo importante también en tu activismo?
Para mi colectivo nos importa mucho porque no solo es un tema de mujeres. No es solo abortar un feto, sino atentar contra la familia como institución, contra la constitución de la mujer que es sinónimo de ser madre (hablando contextualmente en Latinoamérica). Es mucho más que solo un tema de salud pública. Te da la posibilidad de reivindicarse uno como un aborto mal hecho. A nadie nos preguntaron si queríamos nacer y no sé si estamos teniendo una vida de la cual podríamos decir honestamente -pero honestamente- que ha sido rico vivirla. El aborto es algo primordial porque pone en ejercicio una de las cosas en las que más creemos: nos pone en antagonismo con esta nueva 'política homosexual' que es bastante individualista y busca servirle al mercado. Así como no tiene que ver con la individualización de la política al ser solo mujeres pidiendo el aborto, porque, por ejemplo, yo no tengo útero. Es poner en práctica esto de empatizar con el otro, volverte un cuerpo mutante colectivo que está alerta al contexto de urgencia dentro de nuestras ideologías. No es extraño que exijamos aborto y no matrimonio homosexual.
¿No encuentran necesario levantar la voz a favor del matrimonio igualitario?
Nos sirve mucho más a los jóvenes homosexuales tener una buena educación gratuita, que el matrimonio. ¿Quieres casarte para qué? ¿Para endeudarte con la casa del matrimonio y encima con la universidad? Por favor, córtalo. El movimiento social en Chile va mucho más allá del movimiento homosexual. Ahora, no sé si el movimiento homosexual en Chile sea un movimiento. Es una cosa debilucha, armada a la fuerza, un par de palos pegados que le hacen show al Gobierno. El movimiento social sí se encarga de hablar de temas de vivienda, de salud. En Chile se prioriza en el subsidio habitacional a los jóvenes heterosexuales con hijos. De partida el Estado debería encargarse de brindar vivienda para todos los ciudadanos independientemente de quién seas.
¿No crees en ese tipo de activismo proigualdad, proinclusión?
Bah, yo no creo en la igualdad.
"Si yo escribiera una novela de ciencia ficción podría crear un mundo donde exista la igualdad. En la realidad es imposible. Uno puede decir 'sería lindo un mundo donde todos seríamos iguales', pero esas pajas burguesas de pensarlo ya muchos las han hecho. ¿Para qué?, si lo que importa es el ahora".
¿Pero y este activismo que ha conseguido que se apruebe proyectos como el Acuerdo de Unión Civil? ¿Los activistas que sostienen que esto se trata de una victoria no crees que sí han avanzado y conseguido resultados?
Creo que ellos sí han avanzado porque la política tradicional sí busca eso, crecer, emprender, limpiarse cada vez más, brillar, tener un objetivo, lograrlo, ser aplaudido, tener otro, subir la escala. Sí, obvio, han avanzado, la 'política homosexual'. No hace mucho aparecían titulares como 'los raros quieren casarse', 'los enfermos quieren casarse'. A las marchas iban once amigos nada más y ahora están plagados de homosexuales -burgueses obviamente- que hablan en nombre de la homosexualidad.
Más allá del tono irónico, ¿en serio no crees que sea algo a destacar?
Lo que han buscado es blanquearse. Creer en la inclusión es creer en la heterosexualización, que es la norma hegemónica. Y no hablo de práctica sexual, hablo de régimen político. Si tú te quieres incluir, es porque quieres ser igual a ellos. Hoy la homosexualidad en realidad es muy heterosexual. Dejó de ser eso transgresor que fue en los años 80 para poder acomodarse y ser incluida como tanto lo desearon, solo que higienizándose, blanqueándose, aburguesándose. Es un logro de la política tradicional porque así funciona.
¿Es un logro de quienes están en contra de los homosexuales?
No, también hay que dejar de ver la homosexualidad como algo sagrado, como si ser homosexual fuese sinónimo de libertad. Los homosexuales como los heterosexuales también pueden ser fascistas. Y el discurso que maneja el movimiento homosexual, para mí, es bastante fascista. A mí me han dicho dirigentes que yo denigro la homosexualidad, que soy el lado oscuro, porque para ellos es importante la familia, la decencia, el mercado, tener saunas para ir a tener sexo como locas -porque ahí hay que pagar-, y tener tu posibilidad de casarte, tener hijos, hipotecas y poder endeudarte. Eso si no es neofascista, ¿qué es?
Entonces ya empiezo a entender por qué no estás de acuerdo con leyes como el matrimonio igualitario.
Mi posicionamiento es que yo no creo en el matrimonio como institución, así como no creo en la familia como institución, ni en el amor como institución...
Y eso va más allá de si son heterosexuales u homosexuales...
Obvio, si yo quisiera liberar al mundo, no lo haría dándole matrimonio para todos sino liberándonos de nuestra sexualidad, de esa que nos han enseñado de chicos.
Pero imagino que también debe existir un rollo de respeto, dejar que quienes crean en ese tipo de cosas aspiren a conseguirlas...
Sucede, estoy consciente de que sucede. Entiendo que todos pensamos distinto y que hay gente que está mucho más cercana a ciertos modos de llevar su vida que son cosas que yo aborrezco. No me asombra, no me extraña que suceda si estamos rodeados de gente que quiere consumir, triunfar, ser feliz…
¿Tú no quieres ser feliz?
No es que no quiera ser feliz sino que no creo en la felicidad. ¿Cómo voy a creer en eso? La felicidad es una ilusión capitalista de partida. Es la conformación de todos tus deseos, la satisfacción de que ya no te preocupe nada más. Es decirte 'tengo que estar feliz para que lo que suceda al lado no me preocupe', porque tú estás tan feliz que no quieres ver la realidad de los demás. ¿Por qué?, porque 'ay, me daña la felicidad'.
Entonces tú sobrevives.
Pues sí, ¡obvio! Lo que uno tiene que tratar de hacer es sobrevivir de la mejor forma, con calidad, con placer. Soy un acérrimo defensor del placer sin culpa.
"Aunque yo esté creyendo en lo que estoy practicando podría predicarlo de una forma más mesiánica, pero en vez de eso prefiero hacerlo desde una ética que denomino virus. Lo único que hace es infectar, molestar, incomodar; no está dándote un mensaje de 'tú tienes que hacer esto'. Mientras yo exista voy a buscar eso. Ese es mi activismo".
¿Has pensado en el suicidio?
Constantemente.
¿Y por qué no lo has hecho?
Porque no lo pienso desde ese dramatismo romántico de la muerte. Lo pienso como que me gustaría sentirme, en la medida de lo posible, dueño de hacer con mi cuerpo lo que yo quiera. Y si yo quiero terminar esto porque me aburrió, porque no hay nada más interesante, porque me siento mal o lo que sea, pues hacerlo yo. Que no sea un accidente absurdo o que me mate alguien cuando yo no quiera morir. Lo reivindico como la posibilidad de hacer con tu cuerpo, hasta el último instante, lo que tú quieras. Tú aniquílate. Eso lo encuentro bacán, muy lindo.
***
Más allá de con quienes buscan adherirse a ese tipo de activismo con el que no se identifica para nada, Josecarlo es muy crítico con los dirigentes y políticos que lo promueven. Precisamente un relato en el que contaba su supuesta experiencia con uno bastante conocido intensificó aún más su exposición mediática. Lejos de amilanarse ante las posibles represalías, lo utilizó para mostrar lo que considera una evidente hipocresía.
Consumen la prostitución, porque la burguesía masculina siempre lo hace. Todo bien, yo soy muy proclientela. Pero si lo hacen y encima son figuras políticas, háganse cargo también de la prostitución y sus problemas. Yo que soy puto intento hacerme cargo en un discurso pobre y no logró nada porque no tengo poder. Ellos teniéndolo y estando en un mundo que está lleno de prostitución, VIH, violencia a los transexuales, asesinato, no puedes preocuparte solamente de algo que te conviene capitalísticamente hablando.
¿Muchos quisieron ir en contra tuyo por contar ese tipo de experiencias?
No es políticamente correcto hablar en contra de un homosexual dirigente que supuestamente está luchando por derechos dentro de la comodidad burguesa democrática.
Bueno, la tele y la exposición que brinda no creo que haya ayudado a que desde ese lado te quieran mucho...
Después de la tele me suicidé. Clientes famosillos dejaron de llamarme después de la primera entrevista. Algunos me dijeron que no querían arriesgarse diciéndome 'tú seguro te vas a volver un chico reality'. Totalmente paranoicos, cuando nunca va a pasar algo así. La tele lo que menos quiere es personas como yo mucho rato.
***
foto de cabecera: Carlos Melo Iturriaga